martes, noviembre 30, 2010

Despale criminal e inconsciente causa destrucción y muertes en Nicaragua.


DIJERON AL MINISTRO: «CON TANTAS CONCESIONES MADERERAS, EN UN SIGLO NICARAGUA SERÁ UN DESIERTO».
DIO ESTA RESPUESTA: «QUÉ PIERDO YO, DENTRO DE CIEN AÑOS YA ESTARÉ MUERTO, Y ESTE NEGOCIO ES AHORA».

Despale criminal e inconsciente causa
destrucción y muertes en Nicaragua.

Imágenes del criminal despale en toda Nicaragua, de las inundaciones, de los muertos por imprudencia y de los que esperan sentados llevarse a la boca el orin de las ratas con las bacterias de leptopirosis. Y si las pulgas también huyen de las inundaciones, usarán a las ratas de transporte para llegar a chupar la sangre humana y diseminar una epidemia de cólera o peste bubónica, como la que mató a la cuarta parte de los europeos en el siglo XIII, por ratas con pulgas llegadas por barcos a Venecia.

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Por
Nicolás
López
Maltez

Director de
La Estrella
de Nicaragua
nicolas@estrelladeni-caragua.com

Para el nivel de ignorancia de nuestro pueblo, resulta difícil entender que el inmisericorde despale de las montañas de Nicaragua, provoca las inundaciones y las inundaciones generan epidemias como la actual de leptopirosis.
Esa misma ignorancia --que en Nicaragua es crónica e integral--, compulsa a políticos y negociantes delincuentes a convertir en millones de dólares las preciosas maderas que la naturaleza regala. Despalan sin ninguna responsabilidad, ni siquiera voluntad para sembrar nuevos árboles que repongan los talados criminalmente con incansables motosierras.
Esta irresponsabilidad criminal se ejemplifica con un famoso diálogo que hubo en la década de los 90's, entre un defensor nicaragüense de la naturaleza y la ecología, y un poderoso ministro:
--«Si usted sigue haciendo tantas concesiones a los madereros para despalar los bosques, dentro de cien años Nicaragua será un desierto».
Y el culto ministro, que además ostenta un diploma de ingeniero, respondió:
--«¿Dentro de cien años? ¡me vale! ¡qué pierdo yo!, dentro de cien años ya estaré muerto y este negocio lo estoy haciendo ahora».
Y esta es la realidad de la sufrida Nicaragua. Quienes acceden o asaltan el poder, de cualquier forma que sea, solamente tienen un propósito: Un furibundo saqueo de las arcas del Estado, venta delincuencial de influencias (desde vender elecciones, ventas ilegales de tierras usurpadas, vender cupones de gasolina, artículos de oficina, maquinarias y repuestos, embolsarse el dinero del pavimento aplicando menos concreto asfáltico, sobornos de toda índole y sustraer todo lo que puedan hasta las mencionadas concesiones madereras que venden en millones a otros delincuentes).
O sea, se dedican a robar. En dos palabras: son ladrones.
No solamente son ladrones sino que enseñan a robar haciendo cómplices a muchos nicaragüenses, sembrando el delito, el yoquepierdismo y la irresponsabilidad.
Así se ha destruido Nicaragua.
Y no solamente es la destrucción material, también han destruido la moral del pueblo, han profundizado la ignorancia, acuñado falsos y pobres valores, explotan el hambre y la miseria de un pueblo bestializado que no piensa con el cerebro, sino con los intestinos y hace de su vida una letrina.
Nadie hizo un análisis responsable del deslave del volcán Casitas (Apastepe) que causó la muerte a más de mil campesinos nicaragüenses de Posoltega en 1998.
Digámoslo ahora. Todo comenzó cuando una fanática y servil alcaldesa no solamente autorizó, sino que además azuzó a los pobres campesinos a invadir y tomarse tierras de «un burgués» en las faldas del volcán. Los entusiasmados invasores se fincaron por cientos en esas laderas.
¿Y que necesitan cientos de familias establecidas en las faldas inestables de un volcán? Pues requieren agua, comida y combustible. Necesariamente tenían que subir agua y alimentos a las tierras altas; pero no subían ni compraban el combustible para cocinar porque lo consiguieron gratis y fácil... despalando el bosque alrededor de sus precarias viviendas para convertirlo en leña.
La ignorancia delincuencial sembró con ello la tragedia.
En 1998 el huracán Mitch se estacionó por días en la costa Caribe de Nicaragua y Honduras y las lluvias desataron un diluvio casi bíblico. Las frágiles tierras inclinadas, sin vegetación que las sujetaran, se derrumbaron.
Las faldas del volcán Casitas o Apastepe se saturaron de agua y el despale hizo el resto: una avalancha o deslave sepultó más de mil vidas.
La temporada lluviosa de este 2010 ha sido intensa. Las corrientes bajan de las montañas del centro y norte de Nicaragua. Enormes corrientes que se vienen sumando y multiplicando fuerzas sin que haya bosque ni vegetación que las detenga... Nicaragua entera está despalada.
En la cuenca del Pacífico los lagos Xolotlán y Cocibolca suben al mismo peligroso nivel que los elevó el Mitch. Pueblos, ciudades y campos se inundan.
El hábitat humano queda anegado y también se inundan y destruyen las madrigueras de las ratas. Los roedores buscan refugio en las casas, ranchos, haciendas y bodegas. Se orinan en los alimentos, en el queso, en las latas de gaseosas, de sardinas y de cerveza. Y ese orín, aún seco, lleva la leptopirosis que alegremente beben y comen los humanos, sin lavar ni las latas ni las manos.
Y el número de muertos por leptopirosis en Nicaragua aumenta cada día superando al número de muertos por ahogamiento en las aguas turbulentas de los ríos.
Los delincuentes políticos y negociantes han ganado millones depredando y despalando aquellas vírgenes montañas que hacían de Nicaragua un paraíso... hoy rumbo a ser un desierto en cien años.
--«¿Cien años? Yo que pierdo. Dentro de cien años estaré muerto y los negocios los estoy haciendo ahora».
Cierto. Los ladrones de ahora estarán muertos dentro de cien años; el problema es que cada vez crece la ignorancia en Nicaragua y todos los días nacen más ladrones.

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