jueves, marzo 07, 2013
EL PAPA Y EL PELUQUERO
Un señor está en una peluquería, días antes de viajar a Roma.
Le mencionó el viaje al peluquero, el cual le dijo:
- ¿A Roma. por qué chingados alguien querría ir a Roma?... Siempre está lleno de italianos que apestan. Estás loco si vas a Roma. ¿Y en qué te vas a ir?
- Voy con Alitalia , - respondió el tipo. - Aprovechamos una gran oferta
- ¿Con Alitalia? - exclamó el peluquero. - ¡Esa pinche aerolínea!... Sus aviones son viejos, sus azafatas feas y siempre llegan tarde. ¿Y dónde te vas a quedar en Roma?
- Vamos a estar en el Hotel Internacional Marriot
- ¿Esa chingadera de hotel? Todo el mundo sabe que es el peor hotel de la ciudad... Las habitaciones son pequeñas, el servicio es malo y encima son careros!... ¿Y qué vas a hacer cuando estés por allí?
- Voy a ir al Vaticano y espero ver al Papa
- ¡Esta sí que es buena!, - se rió burlonamente el peluquero - Tú y un millón de personas más tratando de verlo. ¡Lo vas va a ver del tamaño de una hormiga!... Pero de todas maneras, te deseo mucha suerte en tu viaje. La vas a necesitar .
Pasó un mes y el cliente volvió para hacerse su habitual corte de pelo
El peluquero le preguntó acerca de su viaje a Roma
- Fue maravilloso - explico el tipo - No solamente llegamos a tiempo en uno de los aviones nuevos de Alitalia sino que, como había 'overbooking', nos pasaron a primera clase. La comida y el vino fueron deliciosos y tuvimos una azafata preciosa que nos atendió como dioses. Y el hotel, fue fantástico.. Acababan de hacer una remodelación de 25 millones de dólares y ahora es el mejor hotel de Europa. Allí también había 'overbooking', de manera que se disculparon alojándonos en la suite presidencial. ¡sin cargos extras! -
- Bueno, exclamo sin mucho entusiasmo el peluquero. pero supongo que no pudiste ver al Papa
- La verdad es que fuimos afortunados porque, mientras paseaba por el Vaticano, un guardia suizo me dio unos golpecitos en el hombro y me explicó que al Papa le gusta conocer personalmente a algunos visitantes. Me invitó cordialmente a seguirlo para llevarse a las habitaciones privadas del Santo Padre, donde en persona nos recibiría. Cinco minutos más tarde, el Papa entró por la puerta y estrechó mi mano...
¡Incluso me dirigió algunas palabras!
- ¿De verdad? - dijo el peluquero conmovido
- ¿Y qué te dijo?
Me dijo: "Hijo mío.... ¿quien fue el pendejo que te corto el pelo?"
Alfredo Ramírez
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