La democracia en Centroamérica se practica a todo pulmón. No es una democracia de salón, en la que ladrones de turno acuerdan de no mentarse la madre durante un debate; eso sería deshonorable y de muy mal gusto. Es una democracia arrecha, en la que se reconoce explícitamente que el voto de un oligarca vale lo mismo que el voto de cualquier trompudo y como hay más trompudos que oligarcas la campaña electoral tiene que impulsar a las masas populares a votar por un hampón más cercano.
Bueno; ahora la democracia arrecha se puso de moda en Venezuela. Desde hace meses Hugo Rafael se ha referido a Capriles como majunche, un insulto tan musical como pueblerino que equivale a decirle ordinario a un Colombiano, boludo a un Argentino, o pinche güey a un Mexicano. Para Hugo el voto popular no se gana con razonamientos, sino con bolas; retando al contrincante a proferir insultos más llamativos y eficaces. El problema de esto es que empuja al pueblo a votar con el bazo y no con el cerebro. Es más fácil entender jueputa que libertad de prensa; al final la libertad de prensa es un juego de burgueses. Es más fácil entender majunche que porqué el crimen en Caracas es de los más altos del mundo, aún después de que el Gobierno tuvo trece años de tiempo para sanarlo. Para Hugo es más fácil decirmajunche porque majunche vende.
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