sábado, septiembre 08, 2007

LA MARCHA CÍVICA EN MASAYA MAÑANA 9

La gran marcha cívica que está programada para mañana domingo 9 de septiembre, en Masaya, convocada por el Movimiento por Nicaragua, tendrá lugar casi inmediatamente después de la gran derrota política que sufrió esta semana el proyecto dictatorial del presidente Daniel Ortega, al rechazar la Asamblea Nacional la pretensión de institucionalizar como órganos de gobierno a los llamados Consejos del Poder Ciudadano, que en realidad son instrumentos del partido FSLN para establecer un control totalitario de la sociedad.

De manera que los ciudadanos de Nicaragua podrán mañana celebrar públicamente, y en grande, este importante triunfo democrático que lograron los diputados de la oposición en la Asamblea Nacional, y animarlos a que sigan actuando unidos en la defensa de la libertad y la democracia.

Pero además, en la marcha cívica de mañana los ciudadanos democráticos podrán manifestar directamente su desacuerdo con la violación de las leyes y los procedimientos establecidos que está cometiendo el presidente Ortega, así como repudiar el atropello gubernamental al Estado de Derecho, la utilización del aparato estatal como instrumento de represión, el discurso busca pleitos con Estados Unidos, el acercamiento a países que están conectados directa o indirectamente con el terrorismo internacional, la subordinación del país a Venezuela, la falta de transparencia en la gestión pública, el despido por razones sectarias de muchos empleados públicos, la confusión Estado-partido cuya manifestación más obvia es que el Presidente despacha desde la Secretaría del FSLN, la insistencia de manejar discrecionalmente la cooperación externa, la hostilidad hacia los medios de comunicación no oficialistas, etc.

Puesto que los organizadores y participantes en la marcha de mañana son personas democráticas y cívicas, allí no habrá confrontaciones ni disturbios, como quemas de llantas, construcción de barricadas, disparos de morteros, apedreamiento de negocios y de vehículos o secuestro de conductores, como hacen quienes practican la violencia y la destrucción de la propiedad como medio de protesta.

Ese fue precisamente el estilo de protestas del FSLN durante los 17 años que “gobernó desde abajo”. La ciudadanía debe recordar muy bien cuando cuadros sandinistas como el actual diputado Yaser Martínez, mortero al hombro, comandaban asonadas para sabotear la actividad económica, el libre tráfico de vehículos y crear caos; y cuando el mismo Daniel Ortega se aparecía en las marchas con un mortero en el hombro, para hacerse fotografiar disfrazado de “combatiente popular”.

Las marchas democráticas son pacíficas por su propia naturaleza. En vez de promover la violencia ofrecen oportunidades para que el pueblo despliegue su creatividad. En ellas, algunas personas utilizan disfraces o máscaras de los líderes políticos a los que desean satirizar; otros hacen una suerte de teatro popular para comunicar con humor el contenido de sus demandas; portan pancartas en las que expresan sus reclamos y se manifiestan mediante expresiones culturales como bailes y cantos folclóricos.

Pero no faltan quienes menosprecian la efectividad de las marchas cívicas y argumentan que son una pérdida de tiempo, porque no afectan en nada al Gobierno y carecen del poder necesario para cambiar el estado de cosas que se critica. Sin embargo, expertos en el tema aseguran lo contrario. Por ejemplo, en el XXIV Congreso Internacional de la Asociación de Estudios Latinoamericanos, una de las ponentes, la investigadora venezolana Rosa Amelia González de Pacheco, aseguró que: “La Sociedad Civil organizada en América Latina se ha convertido en un nuevo e influyente actor político, sobre todo en aquellos países donde existe un proceso de transición a la democracia”. Es cierto. Las organizaciones cívicas combaten la apatía y el pasivismo — actitudes que de hecho son cómplices de los regímenes dictatoriales— y ofrecen a los ciudadanos la opción de convertirse en actores responsables de su propio destino. Las personas que se niegan a participar en el acontecer político de su país no tienen razón de reclamar después, cuando ya es demasiado tarde.

La marcha cívica de mañana en Masaya es en defensa de la democracia, que ha costado mucho dolor y sangre al pueblo nicaragüense. Por eso, más que el ejercicio del derecho constitucional a la movilización pacífica, la participación en esa marcha es una obligación moral de quienes quieren vivir en libertad y ser gobernados democráticamente. Y el Gobierno tiene que oír su justo clamor.

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