sábado, julio 17, 2010

31 AÑOS DESPUÉS


Me permito compartir con ustedes el archivo adjunto en mp3, una producción musical de Enrique Castillo, dedicada al 19 de Julio y lo que un día significó.

Por: Moisés Absalón Pastora.

31 AÑOS DESPUES.

Este lunes es 19 de Julio. Esa simbología representa 31 años después de aquella revolución y el tercer 19 desde la retoma del poder. Este lunes es un día que supone, al tenor del feriado que obliga la constitución y que será extendido hasta el próximo martes, ser una fiesta de carácter nacional, pero, ¿realmente lo es? El 19 de Julio debería ser para los nicaragüenses un tributo, un homenaje monumental a la libertad porque para alcanzarla hace 31 años 50 mil de nuestros compatriotas tuvieron literalmente que teñir con su sangre el suelo nacional.

19 de Julio significaba despertar en el encuentro de una nueva luz, de una nueva vida. 19 de Julio era la pureza del hombre nuevo constructor de esperanzas. Era aquello el romance de todo un planeta embriagado por un acontecimiento de naturaleza épica que conmovió las fibras solidarias de todo el mundo. Era una emoción desbordada que nos unió alrededor de un factor común y que nos llevó a celebrar con el sentimiento de aquellos nuestros que en 1821 fueron realizadores de la independencia o de aquellos que en la hacienda San Jacinto escenificaron lo que para Nicaragua será la batalla de los siglos.

Aquello fue una explosiva fiesta patriótica pero también la primera gran confiscación al pueblo por parte de comandantes, que no comandaron nada. De ahí que ésta fecha no es más que una simbología partidaria que 31 años después nos lleva a concluir que hubiera sido mejor no sucediera pues a partir de ese 19 de Julio el proceso que inició con eso que llaman revolución, fue una máquina trituradora de esperanzas que cambio la vida a todos trayendo a ésta tierra una vorágine de odio insospechada que nos dividió y destruyó el núcleo principal de la sociedad como es la familia.

No, de aquella fecha patriótica no hay nada que celebrar porque de ella nada queda y si alguna referencia existe es solo la de ellos que se quedaron con todo, con todo lo que tenían los demás, pues los ricos de hoy, que eran los revolucionarios de ayer, que llegaron sin tener donde caer muertos hoy nadan en la abundancia y el pueblo en la miseria sin que en el horizonte cercano haya una luz que le indique, aunque sea tenuemente, que tendrá un espacio para la paz en un país sumergido en la violencia del chantaje, la extorsión y la amenaza a pesar que con el crucifijo en el pecho hablaban de reconciliación, paz y amor.

Los que llegaron como libertadores se jactaron durante sus primeros diez años en el poder, hasta 1990, de haber tumbado a Somoza y la verdad es que eso fue posible no por ellos, sino por el pueblo mismo y si algo les pertenece de lo que fue aquel 19 de Julio es únicamente la certificación de que el pueblo sí boto a Somoza, pero ellos se quedaron con los vicios del somocismo y de ahí que en lo que fue la gran noche oscura multiplicaran por nueve al depuesto general que a la luz de los acontecimientos se quedó francamente como niño de teta a la par de la llamada Dirección Nacional.

Ellos se quedaron con el vicio de robar, de matar, de torturar, de perseguir a la juventud, de mandar al exilio a miles y miles de compatriotas, de haber hecho de Nicaragua un enorme cuartel o mejor diríamos una enorme base cubana donde el internacionalismo de un montón de pacuzos y chancletudos vinieron a sustituir los privilegios del nacional, vinieron a mandarnos, a quitarnos nuestros trabajos, a vivir mejor que nosotros, a sacarnos de nuestras casas y hasta en muchísimos de los casos a quedarse con nuestras mujeres. Desde aquel entonces no han hecho otra cosa que mantener vivo el somocismo.

Nicaragua en 1979 era el granero de Centro América, alcanzaba por ese año su mayor nivel de exportaciones, su deuda externa no era mayor de los 1,400 millones de dólares, el comercio era boyante, la construcción estaba en su apogeo levantando lo que el terremoto del 72 había dejado en ruinas, pero en 1990 cuando los comandantes abandonaron el poder Nicaragua no era la misma. Exportaba apenas 200 millones de dólares, su deuda externa era de 14,500 millones de dólares, no había comercio, no había construcción, no había calles, ni carreteras, no había nada.

Ellos trajeron a Nicaragua y centroamericana, el conflicto Este-Oeste. Sustituyeron los desvencijados Sherman por los símbolos del poder soviético, los T-55. Sustituyeron nuestras escuelas por cuarteles, nuestros maestros por soldados, nuestros estudiantes por cachorros y todo para iniciar una guerra cruenta entre hermanos nicaragüenses; Una guerra entre los que deseábamos otra vez recobrar la libertad perdida y entre los que se embriagaron con las mieles del poder para sojuzgarnos a nombre de un Sandino mil veces traicionado y de los obreros y campesinos que nunca llegaron al poder.

Daniel Ortega hablará éste 19 en la remodelada plaza. Evocará la paz, la justicia y la redención de los pobres. Nos dará cátedra de democracia y de derechos humanos para después acusar y amenazar a todos de cualquier cosa. Invocará a los héroes y mártires que nunca se dieron cuenta por lo que murieron y se presentará ante los suyos con su ahora esposa, la compañera Chayo, para hacer una presentación paternal de lo que no es ante los fundamentalistas que lo avivaran, en su mayoría pirucas, pandilleros, pone bombas, homosexuales y lesbianas, para venderse como un hombre de familia.

Dicen que las memorias de la historia son imperecederas. Dicen que las letras que la escriben puedan sin duda ser sujetas de la manipulación del hombre, dicen que sus referencias se ven desde los diferentes cristales con que se lee, pero cuando recordamos todo lo vivido desde 1979 hasta 1990 y observamos el comportamiento político del FSLN hasta nuestros días lo primero que tenemos que reconocer, con absoluta e innegable verdad, es que la revolución fue asesinada atrozmente por la mano de ellos mismos.

POR NICARAGUA CUESTE LO QUE CUESTE ASI PENSAMOS EN EL MOMENTO.

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