Era la noche de Navidad. Un ángel se le apareció a Josefina, una señora de familia adinerada, y le dijo…
Te traigo una buena noticia: esta noche el Señor Jesús vendrá a tu casa.
Josefina quedó entusiasmada, nunca había imaginado que fuera posible un milagro tan extraordinario. Llamó por teléfono a sus familiares, comunicándoles la buena noticia, y se dispuso a preparar una exquisita cena para recibir a Jesús.
Cuando estaba muy afanada con sus preparativos sonó el timbre. Se dirigió a la puerta y allí estaba una mujer mal vestida, de manos y rostro arrugados por el trabajo y el frío, y su vientre mostraba un embarazo muy adelantado.
Señora, ¿no podría ayudarme de alguna manera? No le pido limosna, sino trabajo, muy pronto daré a luz y necesito con urgencia el trabajo.
Dijo Josefina: Estas no son horas de venir a molestar en busca de trabajo. Es Noche Buena ¿acaso no lo sabe? Vuelva otro día y veremos qué puedo hacer por usted. Ahora disculpe, estoy muy ocupada preparando la cena para recibir una visita muy importante.
Y cerrando la puerta continuó colocando el mantel, las servilletas...
Poco después, mientras Josefina limpiaba las copas de cristal, llamó a la puerta un hombre con sus ropas sucias de grasa. Ella un poco impaciente abrió la puerta y...
Disculpe señora, mi camión se ha descompuesto aquí frente a su casa. ¿No tendría acaso algunas herramientas que me preste?"
Josefina como estaba tan atareada se irritó muchísimo.
¿Acaso piensa usted que mi casa es un taller mecánico? ¿Cómo puede haber personas tan inoportunas y descaradas? No, no tengo ninguna herramienta para prestarle y mejor se va pronto porque con esos pies tan sucios me está manchando la vereda.
Josefina siguió con los preparativos, puso a enfriar la champaña, colocó las copas sobre la mesa, sin duda no tardaría en llegar el buen Jesús... Por eso cuando volvió a escuchar el timbre su corazón saltó de emoción. Pero al abrir la puerta... no era Jesús. Era un niño de la calle pidiéndole un plato de comida.
¿Cómo te voy a dar comida si todavía no hemos cenado? Vuelve mañana y te daré lo que haya sobrado, si es que sobra algo, pues todo lo que he preparado está exquisito y tengo una visita muy especial esta noche.
Y cerró la puerta con desprecio.
De a poco fueron llegando los hijos de Josefina con sus nietos, la hermana menor, y el tío Enrique con la tía Adelina, todo parecía estar listo, solo faltaba el invitado especial. Ya, sentados a la mesa todos esperaban con mucho nerviosismo la llegada de Jesús.
Fueron pasando las horas y Jesús no aparecía. Cansados de esperar decepcionados y pensando, pero sin atreverse a decirlo, que todo había sido una habladuría de Doña Josefina que de tanto rezar andaba inventando visiones de ángeles y cosas absurdas, empezaron a comer los deliciosos manjares, descorcharon las botellas, devoraron los postres, los licores...
Después les llegó el sueño y se fueron yendo cada uno para su casa a descansar, despidiéndose de Josefina con una palmadita que podía expresar cualquier cosa.
Josefina se quedó sola llorando de desilusión. Se había dado cuenta de que algunos durante la cena habían sonreído con cruces de miradas, queriendo decir que ella estaba medio loca. Pero ella estaba segura de haber visto al ángel y de haber escuchado sus palabras. No podía darse cuenta qué había pasado, si los ángeles no mienten, algo muy serio le habría sucedido a Jesús, para no presentarse en su casa como lo había anunciado su mensajero el ángel.
Tras llorar un buen rato y convencerse de que ella no había fallado en nada, se quedó dormida sobre el sofá de la sala. Cuando despertó vio al ángel junto a ella.
¿Por qué me engañaste?, dijo indignada Josefina. Preparé todo con esmero, esperé toda la noche y Jesús no apareció. ¿Por qué me hicieron esta broma frente a toda mi familia?
No fui yo quien mintió, dijo el ángel, fue usted la que no tuvo ojos para ver. Jesús vino tres veces: él era la mujer embarazada que le pidió trabajo, el camionero sucio de grasa, el niño hambriento que le pidió comida. Pero usted, Josefina, no fue capaz de reconocerlo, ni de recibirlo.
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Aunque nosotros sabemos que Jesús no nació un 25 de diciembre, lo que si sabemos es que sí Nació. Por lo tanto, la Navidad es cuando Jesús nace en nuestros corazones...
Este cuento es muy edificante, que Dios nos de los ojos de Jesús y para ver como Jesús miraría al que está perdido en las drogas y el vicio, en el necesitado, en el niño desamparado, en la viuda…
En ésta época nos afanamos más de las fiestas en la que en vez de celebrar la verdadera llegada de Jesús a nuestras vidas, se le presta más atención a todo, menos a Jesús.
Jesús no desprecio a nadie solo sonrió y sirvió con amor, pero amor de verdad y su corazón siempre estaba lleno de misericordia. Debemos ser sensibles ante el dolor de los demás.
Dios siempre nos provee de lo necesario para poder darle a quien lo necesita y Jesús ha puesto amor en nosotros para compartirlo con nuestro prójimo, no solo de palabras sino con hechos. Jesús nos a mostrado como ser verdaderos discípulos de el, debemos ser hacedores de su palabra y no tan solo oidores.
No debemos afanarnos en las cosas materiales que nos ciegan y no nos permiten ver la necesidad que hay en nuestro alrededor y que al tender una mano o ayudar en la medida que podamos de acuerdo a nuestras posibilidades, alegramos el corazón de Jesús y no lo hacemos volver a sufrir lo que padeció en la cruz por nosotros.
Bendiciones para todos y que pasen una FELIZ NAVIDAD y que Dios les conceda todos sus deseos en este nuevo año que esta por comenzar.
Gloria
martes, diciembre 06, 2011
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