Me decía un estimado y querido amigo éste fin de semana, a su retorno de un verdadero foro regional de lucha contra el hambre en San Salvador, que siendo nacional de nuestro país le fue inevitable que le abordarán nuestra crisis como un elemento conflictivo en el istmo y que alguien de altísimo nivel de estado de aquella nación había referido que aquí nos hacían falta aquello que nos cuelga para solucionar nuestros problemas.
Usar aquello que nos cuelga ha sido en realidad siempre nuestra única opción. Si hacemos una revisión histórica del cómo han sido solucionados los problemas en que nos meten nuestros políticos concluiremos en que tenemos 189 años de vida independiente y 189 de guerras fratricidas y de que sí, no son pocos los que piensan que en la actual coyuntura la guerra es una opción y que también hay conciencia de que ésta no será convencional, ni guerrillera, pero ya se oye por todos lados y se lee en las paredes de nuestros barrios, que podrían convertirse otra vez en periódicos, de que “Rigoberto Vuelve” y para sus efectos ya hay grupos armados con marcado acento político.
Cada situación, de carácter político que se da en Nicaragua como consecuencia de la irresponsabilidad propia de la dictadura que tenemos va en ascenso. Así las cosas lo que ayer se hizo deja chiquito a lo que hoy se hace.
En lo que a nosotros respecta debemos reconocer conscientemente que sin unidad no hay oposición. En ese sentido la dictadura está haciendo lo que quiere y ante eso creo que necesitamos imaginación; Descubrir desde el análisis, en el diseño de la resistencia que queremos hacer, lo que la historia nos dice; Por ejemplo qué acciones efectivas del pasado pueden reeditarse para evitar un baño de sangre innecesario como el de los años ochenta, cuando nadie quiso imaginar o calcular no solo cómo afectó a los nicaragüenses, sino cómo terminó demoliendo la paz de toda Centroamérica a la que la arrogancia de la llamada “Dirección Nacional” intoxico con la expansión revolucionaria de un proyecto que nunca tuvo vida y hoy por hoy sigue muerto.
Yo digo que la crisis de Nicaragua está más allá de nosotros los nicaragüenses porque ya esto es un asunto de consecuencias externas. En Nicaragua los nicaragüenses sufrimos las embestidas de la fuerza mortal que nos representa estar en el ojo del huracán pero el tamaño de éste fenómeno afecta también al resto de los centroamericanos como en la década de los ochenta afectó a toda la región cuando los rojo y negros de aquí introdujeron en la región en conflicto Este-Oeste lo que por supuesto desató un enfrentamiento ideológico que solo en nuestro país dejó, conservadoramente hablando, 50 mil muertos.
Por aquellos tiempos el destape absoluto de lo que los bandoleros querían tomó tres años y medio en descubrirse y ya en 1982 habíamos guerrilleros en el norte y sur de Nicaragua entrenándonos para la guerra, para irnos a matar, para desbaratarnos el cuerpo a balazos y estancar el progreso de nuestras naciones por décadas en términos de desarrollo. Lo más grave es que los nicaragüenses nos comenzamos a matar pero también los guatemaltecos tenían su propia guerrita con sus propios subversivos, los Salvadoreños con los del FMLN, los Hondureños con los morazánicos, además de tener por el sur a los contras y los costarricenses a ARDE por el norte.
Centro América sufría y padecía todo lo que se originaba desde Managua, la capital de la subversión. Era así porque la visión del revolucionarismo oportunista y demencial de la mal llamada “Dirección Nacional” era nazista. Para los lagartos uniformados del FSLN, que se disfrazaron de salvadores siendo en realidad bandoleros, Nicaragua no les era suficiente en términos de conquista y fue así que se lanzaron a la toma del istmo porque los sueños de Fidel Castro eran consolidar una gran playa de desembarco para extender e imponer su liderazgo ideológico y así antagonizar con Estados Unidos al que había que arrebatar sus influencias sobre la América hispano parlante y creo que de alguna manera lo logró si hacemos un repaso de lo que sucede hoy en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Paraguay, Nicaragua y lo que pudo haber sucedido en Honduras si estos hubieran repetido el tonto que otros hemos hecho.
José Napoleón Duarte, ex-presidente salvadoreño q.e.p.d, fue el primero en verse en el peligroso espejo de lo que reflejaba Nicaragua para su país. Era el que más sufría la injerencia expansionista de la robolución originada desde Managua que descaradamente armaba al FMLN frente a las narices de la fracasada OEA, cuyas siglas siempre han significado Olvidemos Este Asunto. Por su parte Vinicio Cerezo enfrentaba lo propio con el ORPA cuya comandancia general estaba igualmente en Managua y así cada país Centroamericano recibía de nuestro país o de la “Dirección Nacional” la pedrada que le correspondía.
La guerra como tal desde el manejo geopolítico de Estados Unidos y la Unión Soviética nunca fue realmente una opción en aquellos días. Estos dos elefantes siempre estuvieron negociándonos en Manzanillo, en Contadora y en todo foro posible y nosotros, las hormigas en medio de la grama, éramos los aplastados en el centro de un descarado intervencionismo que a la vuelta de los años y ubicándonos en el hoy no ha sacado para nada sus manos y de ahí que diga que la actual solución de la crisis en Nicaragua está más allá de los nicaragüenses.
Cuando en la década de los ochenta los presidentes centroamericanos se unieron para sentar al dictador Daniel Ortega los muertos en la región se contaban por cienes de miles; la infraestructura de cada país había sido arrasada; las sociedades sufrieron tal polarización y desintegración familiar que los procesos de reconciliación desde el punto de vista ideológico todavía son distantes y económicamente ni hablar porque estamos atrasados, fundamentalmente en Nicaragua, quien sabe cuantas décadas.
Quiero decir con todo esto que si de aquellos colgados que tenemos los nicaragüenses se tratase aquí perfectamente bien podemos resolver los problemas y seguramente al más refinado estilo de Rigoberto López Pérez. Sin embargo eso tendría un costo inimaginable porque podría abrir las puertas del infierno liberando a todos sus demonios porque Satán habría sido ajusticiado de la misma manera que lo fue el fundador de la dinastía somocista, que ahora frente a la dictadura roja y negra, se quedó como niña de teta ante el vitalicio y sempiterno secretario general del FSLN.
Para no dejar correr la sangre otra vez. Para evitar que nuestros países se hunda y desciendan a los niveles de pobreza más extremos. Para que esas heridas ensangrentadas puedan cerrarse y asegurarnos así un futuro seguro regentado por el respeto a las leyes y no por las interpretaciones estúpidas que algunos hacen de ellas para seguir inmoralmente mamando tetas que podrían comenzar a dar sangre y no leche, creo conveniente reabrir Esquipulas II y hacer una revisión de los compromisos suscritos alrededor de la vigencia de la democracia que hoy muere en Nicaragua y que es la manzana podrida que afecta las relaciones políticas y económicas entre nuestras naciones.
En Guatemala hay prácticamente una situación de quiebra como producto de la incapacidad de un izquierdoso que estimulado por sus camaradas en Nicaragua está más preocupado por una imagen personal, que ya le colapsó, que por las respuestas que requieren sus ciudadanos.
El Salvador ha caído en su crecimiento económico porque sus vastas inversiones comerciales en Nicaragua, por la crisis política que vivimos aquí, se vivieron a pique. Recordemos que siendo un país tan pequeño sus capitales, en busca de espacio vital, han sido colocados fuera de sus fronteras y nosotros somos receptores de ellos pero ya no les son tan rentables porque no les producen como en otros tiempos. Además desde el punto de vista político hay fricciones que se estimulan desde Managua por la separación política y gubernamental que el presidente Funes mantiene con el FMLN, quien llora la pérdida del poder real.
Honduras aun no supera su crisis política porque como dijo el Presidente Lobo, Daniel Ortega, “Muy en el fondo tiene interés por la unión Centroamericana”. Los hondureños estuvieron a punto de la guerra civil que claramente fue estimulada desde Managua porque esa era la voluntad de Hugo Chávez quien ordenó a Ortega quedarse en Nicaragua y no asistir a la última cumbre de presidentes de Centroamérica porque ahí se decidiría, como en efecto sucedió, el reintegro catracho al SICA. Esa voluntad de obstaculizar y no aportar contrasta sin embargo con el trato hipócrita y zalamero que Ortega le dio a Lobo recientemente aquí en nuestro país.
Si de Costa Rica se trata la diáspora nicaragüense hacia el sur continúa. El cruce verbal entre las cancillerías por asuntos limítrofes está vigente y así cada uno de los países del área tiene algo que contar en cuanto a diferencias se refiere con nosotros y plenamente conscientes de lo que geográficamente Nicaragua representa pues por aquí el comercio viene y va y no ha sido uno el cierre de fronteras que la dictadura de Ortega ha ordenado por una u otra razón afectado y conduciendo a pérdidas millonarias a gobiernos y particulares en el istmo.
Si tuviéramos oposición u opositores en Nicaragua la imaginación podría diseñar una resistencia diplomática que permita a los presidentes centroamericanos tomar conciencia de lo que el conflicto en nuestro país puede representar para ellos en sus naciones. Pero aquí mientras la dictadura le arranca la cabeza a los opositores y la división sigue siendo alentada y promovida por los operadores al servicio de Ortega, lo que se terminará imponiendo es la misma solución de los últimos 189 años, la solución que viene de aquellos que tenemos colgados que es la más bruta, la menos correcta, la menos humana y la menos cristiana, pero la única que a través de la historia de la humanidad es la que han entendido los tiranos y cobardes.
POR NICARAGUA CUESTE LO QUE CUESTE ASI PENSAMOS EN EL MOMENTO.
Soy Moisés Absalón Pastora y con su voto amigo demócrata quiero ser diputado.
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