Lo primero que hay que recordar acerca de la meditación es que no hay nada que no se pueda hacer. En todo el mundo la gente tiene la idea de que meditación significa hacer algo. No es un hacer, no es un acto, es algo que ocurre. No es que tú vayas a ella; ella viene a ti y te penetra. En un sentido te destruye y en otro te vuelve a crear. Es algo tan vital y tan infinito que no puede ser una parte de tu hacer.
¿Entonces qué hay que hacer? Tú sólo puedes crear la situación en la que ocurre. Lo único que puedes hacer es ser vulnerable y estar abierto a la existencia por todas las partes.
Normalmente somos como prisiones: estamos cerrados dentro de nosotros mismos sin ninguna apertura. En cierto sentido estamos muertos. Se podría decir que nos hemos vuelto «a prueba de vida»: la vida no puede llegar hasta nosotros. Hemos creado barreras y obstáculos a la vida porque puede ser peligrosa, incontrolable; la vida es algo que no está en nuestras manos. Nos hemos creado una existencia cerrada para nosotros mismos en la que podemos sentirnos seguros, en la que podemos sentirnos cómodos. Esa existencia cerrada es práctica pero al mismo tiempo mortecina. Cuanto más nos cerramos, menos vivos estamos. Cuanto más nos abrimos, más vivos estamos.
La meditación es una apertura a todas las dimensiones, una apertura a todas las cosas. Pero estar abierto a todas las cosas es peligroso, estar abierto a todas las cosas incondicionalmente nos hace sentir inseguros. No puede ser cómodo porque puede ocurrir cualquier cosa. Una mente que anhela la seguridad, que anhela la comodidad, que anhela la certeza, no puede ser una mente meditativa. Sólo una mente que esté abierta a lo que sea que la vida ofrezca, que de la bienvenida a lo que sea que ocurra, aunque sea la muerte, puede crear una situación en la que ocurre la meditación.
Así que lo único que tú puedes hacer es ser receptivo a la meditación, ser totalmente receptivo; no a un suceso en particular sino a lo que sea que venga.
La meditación no es una determinada dimensión, es una existencia sin dimensiones, una existencia que está abierta a todas y cada una de las dimensiones sin ninguna condición, sin ningún anhelo, sin expectaciones. Si hay alguna expectación, la apertura no será total. Si hay alguna condición, algún anhelo, si hay algún «si», entonces la apertura no puede ser total. Ninguna parte de ti debería permanecer cerrada. Si no estás completamente abierto, no podrás recibir ningún suceso vital, vigoroso, infinito. Ni él podrá ser tu invitado ni tú podrás ser su anfitrión.
La meditación es sencillamente la creación de una situación receptiva en la cual algo puede suceder y lo único que tú puedes hacer es esperar.
La mente que espera está esperando a lo desconocido, porque lo que va a ocurrir no se puede conocer de antemano; no puedes ni imaginártelo. Puede que hayas oído algo acerca de ello, pero no es un conocimiento tuyo; sigue siendo algo desconocido. La mente que espera lo desconocido es una mente meditativa.
viernes, agosto 20, 2010
SOBRE MEDITAR. Moisés Absalón Pastora
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