La Nicaragua posible que todos quisiéramos se complica en un ciclo interminable de circunstancias que denotan la existencia de una voluntad criminal para acelerar un proceso malévolo y perverso que conduce a patadas al cementerio un enorme ataúd redondo en el que han metido en condición de cadáver todas nuestras esperanzas.
Es inverosímil observar en cadena las aberraciones abominables que se ejecutan desde cualquier ámbito del estado para satisfacer las demencias continuistas de nuestro desequilibrado presidente que lo quiere todo a la medida de sus caprichos sin que medien escrúpulos o sentimientos de vergüenza que limiten la voracidad insaciable que tiene por el poder.
Si paso a paso hiciéramos un cronológico detallado de las mil y una estupidez aplicada en la ejecutoria de “hacer lo que se tenga que hacer para no perder el poder”, tal como lo sugirió el tristemente célebre Tomas Borge M, fácilmente nos daríamos cuenta que las condiciones para una guerra en Nicaragua se sobrepasaron y que si la fecha no hay evidencia de la misma más tempano que tarde iremos hacia ella.
El orteguismo juega con fuego. Las actitudes de hecho y no de derecho hoy son moneda corriente en el establecimiento pleno de la dictadura. La constitución -pobre constitución- es el blanco de los francotiradores que con mampuesta la asesinan todos los días haciendo de su letra un vulgar manoseo a los parámetros por los cuales la nación se regía y que ahora se utilizan para someterla y degradarla creando las condiciones para encadenar y esclavizar a sus ciudadanos.
Todas las cosas que se hacen desde el abuso del poder se dictan desde el primitivo criterio que aquí inexorablemente el tiempo avanzará y que no habrá día en el mañana en el que no resplandezca la justicia para castigar a tantos delincuentes comunes y corrientes que insisten en robarle la tranquilidad, la paz y las esperanzas a los nicaragüenses. Es impresionante la arrogancia de Ortega, la de sus funcionarios de gobierno y de otros personeros en las estructuras del estado por comportarse y actuar como lo hacen porque abandonaron el rol de servidores públicos para convertirse en capataces de hacienda frente a nosotros los nicaragüenses.
El último golpe del hampa contra la institucionalidad -cada vez más apagada en Nicaragua- es el conejo sacado del sombrero mágico del Presidente de la Asamblea Nacional para habilitar, supuestamente por la “vía constitucional”, a través de la transitoria ley 201, la prolongación en sus cargos de todos esos sinvergüenzas, mercenarios, perros hambrientos o como usted les quiera llamar, que sirviendo a la causa del crimen y que habiendo sido propuestos por Daniel Ortega para que continúen delinquiendo junto con él, se mantengan donde están en contra de la voluntad sobradamente expresada de los nicaragüenses que sabemos de la baja calidad moral de gentes cuyos nombres son una conexión inmediata con la asquerosidad y la vulgaridad.
Yo me pregunto que resolvió en beneficio del país la orden de Daniel Ortega para que Roberto Rivas nos robara las elecciones municipales del 2008?
Yo me pregunto qué se resolvió políticamente hablando cuando los magistrados orteguistas en la Corte Suprema de Justicia decidieron convertirse en asambleístas y someter la constitución a sus caprichosas interpretaciones y habilitar inauditamente a Daniel Ortega a una candidatura presidencial que le está prohibida, que literal y textualmente le dice que no puede ser?
Yo me pregunto qué favor le hace a su gobierno Daniel Ortega cuando en un acto más de soberbia que de reconocimiento a méritos inexistentes se le ocurre proponer como magistrados a los zánganos de Roberto Rivas, René Herrera y José Marenco sí lo único que tienen estos acumulado en sus expedientes son pruebas irrefutables y al por mayor de que sus lugares están en las cárceles y jamás en el Consejo Supremo Electoral?
Yo me pregunto qué provecho sacó Daniel Ortega cuando sus asesores lo embarcaron con el primer intento para dejar donde están a sus sinvergüenzas y solo para salir ahora con lo de la ley transitoria 201 que jamás fue invocada en el “decretazo” lo que significa la conciencia que tienen de la metida de pata que hicieron y que como siempre quisieron subsanar con otro acto de mayor bestialidad.
Yo me pregunto todo este escenario dantesco que han montado para imponernos que aquí las cosas se hacen a su manera y por sus pistolas resolverán la crisis institucional y particularmente el pegadero que hay en la Asamblea Nacional?
Ninguna de estas cosas resuelve los problemas de Nicaragua. Por el contrario los insumos que estimulan los valores que nos fundamentan, para ejercer los plenos derechos que tenemos los nicaragüenses, se incorporan legítimamente al expediente acusatorio que en su momento hemos de presentar cuando tengamos al orteguismo ante inequívoco juez, el pueblo, en calidad de reo frente a la historia que ya lo juzgó y lo condenó.
El látigo del desprecio y el chuzo de la indiferencia, que en la ilusión revienta el lomo y el cuero del tan abundante oportunismo que camina campantemente en plaza pública, está en la mano de todo ciudadano que se asquea todos los días por la impunidad descarnada reclamando el derecho a la vindicta. Hay en el ambiente una atmósfera pesada que nos hace respirar un aire rancio que contamina la paz y tranquilidad que nos arrebatan esos aberrados que desde la orgia de la cosa pública han hecho de cada institución un burdel, un prostíbulo o una cantina donde el desenfreno de sus carnes no tiene límite cuando de descarrilar la nación se trata.
A qué se atienen para creer que son intocables y que la ley nunca les alcanzará. Dueños de qué o de quienes se creen ahora que uno de los magistrados orteguistas, que va de salida, se atrevió a decir que lo mejor en las actuales circunstancias es que el Ejército Nacional se ponga en guardia y en alerta. Qué mensaje es ese? Hacia donde perfila ese golpe de estado? Políticamente la Asamblea Nacional ya recibió varios de esos golpes o es que ahora van por su desaparición física pues al fin y al cabo Daniel Ortega se siente más cómodo dictando por decretos?
Nicaragua es conducida desde el 2007 por el mal camino. Esa ruta hacia el despeñadero político, social y económico ha sido denunciada hasta la saciedad todos los días, a cada hora y en todo momento pero la estupidez es sorda y la imbecilidad en la medida de sus desenfrenos ciega. Han sido tan obtusos que jamás se dieron cuenta de la nobleza de todos aquellos que pese a nuestros escepticismos estuvimos dispuestos a sobre aquella oportunidad que Daniel Ortega nos pidió para gobernar en una etapa de paz. Esa deferencia que jamás nos fue agradecida habló mucho de nuestro interés por el país a través de la construcción sostenida que en el hicimos desde que lo rescatamos en 1990 de las manos de nueve bárbaros que ahora dispersos, unos aquí, otros allá, pero al final “zorros del mismo piñal” nos quieren dar cátedra de democracia, de honestidad, de transparencia y de dignidad.
Así nos quieren plantear las cosas aquellos que tienen el cerebro tan estercolerizado que nos están llevando a las trompadas como medio para dirimir los problemas.
Es decir el papel higiénico que han hecho de la constitución y de las instituciones para limpiarse el trasero no establece, como pretenden, que el de ellos sea un régimen de izquierda y menos aun esa locura de solidario, socialista y cristiano. Frente a nuestro ojos hay un estado botín bajo el asedio permanente de Daniel Ortega en el papel de Alí Baba y sus cuarenta ladrones entre los que están los que robaron las elecciones y que producen nauseas cada vez que los citamos.
Cada vez que planteo la posibilidad de la guerra como respuesta a los espacios que todos los días se cierran, a los que creemos en la civilización y en sus medios pacíficos, el oficialismo rastrero brinca y te señala inmediatamente con el dedo acusador porque según ellos son los únicos que la conocen y que nosotros, los que estamos del otro lado de su acera, de lo único que somos capaces es de poner la otra mejía para soportar los pencazos que las turbas nos quieran dar. Tanto va el cántaro al agua que al fin se rompe y siempre habrá la gota de agua que derrame el barril. Ellos juegan con fuego y se terminarán quemando porque el elemento fundamental está de nuestra parte. Casi el 70% de los nicaragüenses está convencido que Daniel Ortega y lo que está después de él sirve para nada. Las iglesias, la empresa privada y la sociedad civil han sido categóricos en calificar como desastre a este gobierno desbocado hacia la dictadura. La comunidad internacional tiene certeramente definido con que acémilas tratan en Nicaragua y mientras aquí la ignorancia ha llegado a creer que le bajaron el gas a los países libres del mundo estos últimos hilan fino para hacer lo propio en defensa de la democracia, democracia que representamos los hombres libres y nunca aquellos que le pusieron grilletes a la libertad.
POR NICARAGUA CUESTE LO QUE CUESTE ASÍ PENSAMOS EN EL MOMENTO.
Soy Moisés Absalón Pastora y con su voto amigo quiero ser diputado.
lunes, agosto 30, 2010
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