1. Lo que llamamos amor es en realidad necesidad. La necesidad solo tiene que ver cómo la otra persona te hace sentir. El amor es la ocupación sin condiciones, el cuidado y esfuerzo que hacemos para satisfacer las necesidades físicas y espirituales de la otra persona.
2. Cada noche al acostarnos, si buscamos y encontramos nuestras fallas y las reacciones negativas del día y sinceramente le pedimos ayuda a la Luz y escaneamos el Zóhar para transformar esos rasgos, no necesitaríamos de Rosh Hashanah el año siguiente.
3. Quédate callado cuando desesperadamente quieras decir lo que piensas. Di lo que piensas cuando estas asustado y te mantienes en silencio, cuando tienes miedo de confrontar. Nunca es la acción. Es la conciencia detrás de nuestras acciones.
4. Nunca enseñes o le digas a alguien una sabiduría espiritual si primero no sientes amor y cariño por ellos.
5. Si ves algo malo en alguien, o si te hieren, despierta el amor primero antes de reclamarles. Y preguntáte a ti mismo: ¿Quieres reclamarles porque derivas cierto placer al hacerlo? ¿O vienes de un lugar de amor incondicional? Está bien no ser perfectos, pero por lo menos esfuérzate por ella y reconoce que una parte de tí está recibiendo placer para tu ego. Si tus ojos tienen a tu ego bajo la mirilla mientras conversas con la otra persona y tienes cautela con cada palabra, no se considera ego.
6. Nunca nos derrumbamos. Solo nos caemos hacia arriba – hacia el próximo peldaño en la escalera espiritual que nos lleva a una mayor conexión con la Luz y a la fuente de los milagros. Solo vamos hacia abajo si permitimos que el sentimiento de culpa entre en nosotros.
7. Cuando alguien te critica porque te ama o porque está enojado, quédate callado. Siempre hay un mensaje. Aun si el mensajero es totalmente reactivo, grosero y está equivocado con esta situación en particular. Se te está pagando con la misma moneda y hay un mensaje para ti, relacionado a un incidente anterior.
8. Cuando tus hijos están dormidos a media noche, susurra en sus oidos palabras maravillosas de aliento, sabiduría profunda y verdades simples.
9. La inteligencia no es conciencia. La inteligencia se refiere a la cantidad de información que posees. La conciencia se refiere a la calidad de tu alma, tu pureza y habilidad de amar a otros sin condiciones. Puedes ser brillante intelectualmente y poseer un nivel extremadamente bajo de conciencia. Y viceversa.
10. Si no puedes orar adecuadamente o leer en hebreo o en arameo, si apenas entiendes la traducción al español del Zóhar, debes saber que si silbas desde lo más profundo de tu ser o recitas el abecedario del alfabeto desde el alma o derramas una lágrima hacia los cielos suplicando por el poder para cambiarte a ti mismo, tu oración será contestada.
11. Si estás apresurado para llegar a tu lugar de oración y te detienes a ayudar un animal herido y esto causa que faltes completamente el servicio de oraciones, debes saber con certeza: habrás más que finalizado tus conexiones por ese dia. Pusiste una sonrisa en la cara de Dios e hiciste que los ángeles en el cielo bailaran de alegría. El orar es un medio para un fin. Ese fin es la bondad.
12. En realidad no existe el bien y el mal. La Luz es infinita, así que ambos lados de un debate son parte de la Luz. Solo existe la conexión y la desconexión. Uno puede estar en lo correcto y ser miserable. O puede estar equivocado y ser feliz. En vez de intentar estar en lo correcto, intenta conectarte a la Luz. Lo logramos a través de un poco de tolerancia y de intentar mantener la unidad con ésos que presionan nuestros “botones”.
13. El amor nunca es la causa de un matrimonio. El amor verdadero es el efecto de un matrimonio; un matrimonio que ha soportado largos años de crecimiento, trabajo duro, diversión, peleas y genuina transformación espiritual. Se necesita toda una vida para que el amor auténtico florezca entre dos personas. El amor verdadero solo florecerá si la relación está basada en un cimiento espiritual que incluya tiempo para contribuir tus talentos y dones para mejorar el mundo.
14. Nuestras lágrimas abren las puertas del cielo. Nuestras lágrimas mantienen cerradas las puertas del cielo. ¿Cómo es posible que ambas declaraciones sean ciertas? Las lágrimas que derramamos en nombre de otros, estas lágrimas abren las puertas de par en par. Las lágrimas que derramamos por nosotros mismos, por todo lo que no tenemos, estas lágrimas mantienen cerradas las puertas del cielo.
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