Yo quisiera abordar temas que representen para el país propuestas que lo impulsen hacia su beneficio y su desarrollo. Recomendar por ejemplo que el gobierno se acerque a los ciudadanos para preguntar por lo que padecen y así tenga capacidad para responder. Yo quisiera que mis mensajes editoriales fueran entendidos como sugerencias para los gobernantes porque esa línea en el periodismo lo que busca es el bien común pero lamentablemente siento que el propósito se pierde en la sordera del poder.
Nicaragua tiene abundantes temas que son más elevados que la política misma. Hay tanta pobreza en el país, tantos problemas en el agro y la ganadería, tanta disparidad en los precios de consumo básico en relación con los salarios de la gente que hay una situación de sobrevivencia que ya es insostenible y que pone en riesgo la seguridad de las familias y quisiera que estos temas colmaran la agenda editorial no solo de los “Detalles del Momento” sino de todos los medios de comunicación.
Desgraciadamente toda nuestra prédica cae en saco roto porque lo que es importante para los gobernados no lo es para los gobernantes y es ahí cuando entramos en el terreno de la franca discrepancia porque mientras los que están arriba piensan en las marrullas para prolongar y consolidar su poder, los que estamos en la llanura, en legítima defensa, lo que hacemos es buscar cómo bajarlos porque el orteguismo sigue evidenciando que ha pasado del desastre administrativo a la demencia y locura absoluta.
El FSLN con Daniel Ortega como único candidato perdió en 1990, perdió en 1996 y perdió en el 2001 y solo pudo imponerse con el mínimo -sobre lo que hay todavía una gran discusión- en el 2006, pero gracias a la absurda división del liberalismo que se venció a sí mismo. Todas estas derrotas, incluyo la del 2006, porque de todas formas siempre fueron menos que el liberalismo, las municipales del 2008 que tuvieron que robárselas y las regionales del 2010 a las que también les pasaron la cuenta, son derrotas producto de sus estupideces, de su vocación por la maldad, de esa arrogancia de creerse dueños de todo, de esa forma altanera y pendenciera de hablar y de imponer.
El orteguismo nunca ha ganado nada. Todo lo que ellos representan en realidad ha sido arrebatado, ha sido producto del asalto y jamás han conocido la decencia como principio de convivencia ni con personas ni con la sociedad. Por eso mismo debo referirme al garrobo lapo de siete corronchas de Daniel Ortega que se traga un buey y no lo arroja porque tiene más concha que una tortuga al decir que no solo no autoriza el ingreso de Roberto Michelleti, sino que además en el caso que se atreviera éste sería detenido.
Me pregunto: ¿Qué delito ha cometido en Nicaragua el ex presidente de Honduras? Si a lo que se refiere Daniel Ortega es al llamado golpe, en realidad una sucesión para poner en su lugar a otro cascarudo que violó la constitución catracha, eso sucedió en nuestra vecina del norte y allá aplauden al que salvó la democracia que aquí hemos perdido. Si esto es así y el loco de Daniel Ortega sueña con meter preso a Roberto Michelleti, por suceder al vago de Manuel Zelaya, a través de un mecanismo constitucional, entonces qué deberíamos hacer los nicaragüense contra nuestro flamante presidente que tiene un expediente histórico de delitos que mantienen postrado a un país que como el nuestro llora como una maldición lo que en la década de los ochenta fue la noche oscura, lo que del 90 al 2006 fue una oposición criminal y lo que del 2006 a ésta parte es la pretensión dictatorial de lo que ellos creen será para siempre su mal llamada rev0lución milenaria.
Todo lo anterior nos lleva indudablemente a afirmar que las víboras -aquellas que Miguel Obando nos advertía no calentar porque nos morderían- padecen de un resentimiento colectivo. Estos son individuos que en sus tiempos de juventud, motivados más por la vagancia que por el patriotismo, pues ninguno de ellos tiene credenciales profesionales, se relacionaron con la gente y menos que hayan tenido una comunión familiar que los orientara pues vivían como ermitaños en las montañas o en la clandestinidad de una casa, la mayoría del tiempo huyendo de la Guardia Nacional, no porque los iban a reprimir, sino porque los buscaban como lo que eran, asaltantes de bancos o criminales que a nombre de la revolución, que fue el más grande fracaso, optaban por tomar la ley en sus manos para acabar con quien sabe cuánta gente inocente.
Por esas mismas razones pienso que la insensibilidad de estos individuos no les permitió nunca, bloqueados indudablemente por su maldad, cultivar en toda su historia política algún sentimiento altruista, nunca les hemos observado interés por invocar a Dios, antes bien, los medios de comunicación que mal hubieron y siguen mal habiendo, despliegan grandes espacios para la sodomía o los reportajes de carácter satánicos o hechiceros, nunca les hemos escuchado hablar del respeto a los padres, sino que por el contrario en su oportunidad fomentaron que los hijos denunciaran a sus progenitores.
Ellos jamás fueron capaces de fomentar y promocionar la unidad familiar. En ese sentido, como magníficos bárbaros, que es lo único bueno que pueden ser, destruyeron miles y miles de hogares obligando a los nicaragüenses a un exilio y diáspora nunca antes vista en nuestra historia y es por eso categóricamente ellos son ciertamente malos y como no serlo si volviendo a la homilía de la “víbora” sabemos perfectamente que ninguna serpiente es buena menos el Coral rojo y negro, uno de los bichos rastreros más venenosos y mortales de la especie animal.
No pueden ser buenos quienes matan la libertad de sus semejantes. En ésta materia los profetas de la esclavitud hoy por hoy, desde la frustración de sus múltiples derrotas, están queriendo confiscarnos la libertad, el destino que quisimos para Nicaragua lo que me lleva a referir lo que Miguel de Cervantes puso en boca de “Don Quijote”: La libertad Sancho, es uno de los dones más preciosos que nos otorgaron los cielos. Con ella no pueden compararse todos los tesoros que la tierra encierra y la mar cubre. Por ella se puede y se debe sacrificar la vida.
Nicaragua hizo propio el verbo de Cervantes. Los malos, que todavía pretenden no saber porque el pueblo les considera hijos de la maldad, obligaron al nicaragüense a morir por su libertad. Ellos que hasta fingen sentirse incómodos porque les decimos malos, cosa que en el fondo parece gustarles, nos obligaron a luchar por la libertad para combatir la esclavitud, esa maldita condición de someternos plenamente y contra nuestra naturaleza a la voluntad de quienes han llegado a creerse dioses del Olimpo y tiempos aquellos en que éramos cosas y no gentes, animales no personas.
Ellos son los que nos arrebatan el derecho para que nos arrodilláramos a la voluntad caprichosa e insolente de los que se dicen dueños de Nicaragua y de los nicaragüenses, de nuestras mujeres, de nuestros hijos y de nuestras vidas.
Ellos son malos porque odian la posibilidad de alcanzar la paz. Ellos son malos porque aman la guerra. Ellos como buenos malos revientan de felicidad cuando aplican la sicología del terror para tratar de imponer chantajes. Referencias al respecto sobran y todo esto lo hacen porque se creen intocables, porque para ellos solo existe el derecho de violentar las leyes y no el deber de respetarlas y todo porque hasta hoy la institucionalidad en éste país ha sido irrespetada y dejada sin autoridad y así cualquiera de esos malos que hemos referido hoy pega cuatro gritos y todo policía y soldado debe callarse porque esa es la base de la reconciliación que les enseñó éste gobierno.
Qué cómico, qué patético escuchar l conchudo de Daniel Ortega decir que ha ordenado a su doméstica policía meter preso a Roberto Michelleti. Si esto es así entonces qué tendríamos que hacer los nicaragüenses con Daniel Ortega? Fusilarlo; Meterlo en una trituradora gigante; Rostizarlo a fuego lento; Lapidarlo como en tiempos antiguos; Bebernos su sangre en pajilla; Lanzarlo a una pila de cocodrilos para que se lo harten o tirarlo en medio de una manifestación de demócratas que representen a ese 62% de nicaragüenses que no lo queremos ver ni en pintura?
No serían pocos los nicaragüenses que optarían por esos métodos que son propios de los verdugos, de los dictadores y de los criminales. Sin embargo las gentes nobles que amamos a Dios nunca podríamos hacer eso porque descenderíamos al mismo nivel de aquellos que en la práctica nos lo hacen a nosotros en cada día que transcurren en el poder. Dios sabe quién es el verdugo, su saña y cinismo, cual es su nivel de maldad y hasta donde son capaces de llegar. A nosotros nos corresponde unirnos, nunca dejar de denunciarlos, ponernos en las manos del Creador y esperar pacientemente que por nuestra casa pase el cadáver de nuestro enemigo.
POR NICARAGUA CUESTE LO QUE CUESTE ASI PENSAMOS EN EL MOMENTO.
·Este editorial se transmite de lunes a viernes de 8:00 a 9:00 de la mañana a través de Radio Poderosa en los 700 de Amplitud Modulada y de sus 30 mil vatios de potencia cubriendo Nicaragua y más allá. También puede sintonizarnos en la página Web de la “soberana del dial” www.lapoderosa700.com
martes, marzo 16, 2010
Por: Moisés Absalón Pastora. DETALLES DEL MOMENTO: DANIEL EL CONCHUDO.
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