La Conciencia es la residencia de nuestra razón. En la conciencia almacenamos nuestro verdadero mundo. Es en ella donde habitan todos nuestros circuitos existenciales y emocionales que nos permiten mostrar lo que somos. Es en sí nuestro verdadero ser. Es nuestro pensamiento para separar lo que es el mal y lo que es el bien y es nuestro corazón para manifestar el instinto, para percibir emociones, para captar presentimientos.
La conciencia es un estado de reflexión profunda que llevamos todos muy adentro y es lo que nos distingue ante los demás tal cual somos. Podemos pretender máscaras y disfraces pero el resultado de nuestros hechos es el que verdaderamente cuenta y su impacto es el que nos califica. Es decir la conciencia es la realización plena de nuestras decisiones y todo acto contrario a ella es la inconsciencia de la cual derivan nuestras fatalidades.
Abordo éste tema porque Doña Rosario Murillo, la Primera Compañera de la Nación decía no hace mucho que la “Revolución está en la Conciencia” de cada quien. Yo estoy plenamente de acuerdo en ello. Porque lo malo aquí no ha sido la revolución, que es fuente de profundas transformaciones, sino la inconsciencia de la contrarrevolución, de ese sistema político que está conduciendo a Nicaragua al retraso y que nos está llevando paulatinamente a un estado de guerra.
Lo de Doña Rosario Murillo son solo sofismas. Medias verdades y medias mentiras que desde la retórica dialéctica quieren decir, pero no dicen nada. Por eso cuando yo oigo hablar desde el planteamiento político que ellos son de izquierda y nosotros de derecha mi conciencia me dice que eso no es cierto. Para mí ser de izquierda es la concreción y no solo la búsqueda de programas sociales dirigidos al pueblo. Ser de izquierda es materializar el bien común para el pueblo y no utilizar al pueblo en el discurso de la demagogia política. Hasta ahora ellos han hecho un mínimo de cosas que se magnifican a través de la propaganda pero el beneficiario no ha sido el pueblo sino exclusivamente su clientela política.
Eso sí mientras desnaturalizan a la izquierda actúan como la derecha más ultra conservadora llenándose los bolsillos a granel, convirtiéndose en los nuevos oligarcas, en la minoría de poder económico que controla y centraliza todo para beneficio único de sus plutócratas. Por eso mismo si tuviéramos que conferir a cada palabra el valor y significado que merecen diría que revolucionarios fueron los gobiernos que sucedieron a la trágica noche oscura y que de izquierda fueron los gobiernos de Violeta Chamorro, Arnoldo Alemán y por su origen liberal hasta el del ingrato de Enrique Bolaños, pues fueron los que llevaron el progreso para todos los nicaragüenses, sin distingos políticos e ideológicos.
Por eso cuando escuché a Doña Rosario Murillo hablar del Himno Nacional, de lo que ella refiere como ésta “Nicaragua Libre”, regocijándose porque contrario al de otros países, donde líricamente se evoca la lucha, la guerra y la defensa de la tierra, el nuestro habla de paz, lo que viene a mi mente es la inconsciencia de quien lo dice porque cuando expresa “que, por razones misteriosas, pero también por razones lógicas, propias de un pueblo y un país que ha sufrido la guerra, nuestro Himno Nacional le canta a la Paz, le canta a la armonía entre hermanos; y es una especie de oración, una jaculatoria, un mantra, como dicen los orientales, que pide todos los días a los hermanos nicaragüenses, a las hermanas nicaragüenses, a las familias, que ratifiquemos nuestro compromiso con la Paz” yo veo una mentira monumental y un insulto para Salomón Ibarra, el autor del más grande de nuestros cantos.
Cual paz, cual armonía, de que país habla? Cita la letra y dice “Brille hermosa la Paz en tu cielo, nada empañe tu gloria inmortal, que el trabajo es tu digno laurel y el honor es tu enseña triunfal”. Lo refiere como un himno hermosísimo y sus palabras señala son un compromiso, cada vez que lo entonamos, de todas y todos los nicaragüenses de trabajar por la Paz, de conservar la Paz, de consolidar los Derechos y la Justicia y sobre todo, hacer del trabajo y de la recuperación de la dignidad personal de todas y todos los nicaragüenses, nuestra enseña triunfal. Todo ese le luce a cualquiera no a ella, ni a su compañero, ni a nadie que represente su muralla de poder.
Los nicaragüense que tenemos el privilegio de hacerlo no trabajamos en paz. Miles y miles de empleados públicos tienen el puesto no por sus capacidades sino por la suscripción al partido en el poder y si de derechos hablamos debo recordar que tras cada intento por movilizarnos y protestar el resultado ha sido el garrote, el insulto, la persecución y la cárcel.
Doña Rosario habla desde su inconsciencia de que ni modo hay que conceder a las tradiciones su importancia pero que todos los días hay que honrar la patria. Si es así me pregunto donde y cuando lo hacen porque lo que dicen los titulares de todos los medios de comunicación es más bien una constante agresión contra el sentido de patria donde el principal segmento martirizado es una juventud desmotivada y cansada de avanzar cinco pasos y retroceder diez. De no encontrar oportunidades efectivas que no sea el ser instrumento de las locuras de un régimen absolutista.
Para Doña Rosario la unidad de Nicaragua es para trabajar por un futuro brillante. Que bonitas palabras para que no se las llevara el viento o se escribieran sobre arena. Los nicaragüenses quisiéramos un compromiso efectivo para sacar adelante a nuestra tierra pero nuestras familias, nuestras comunidades, se estrellan con los intereses de los gobernantes y entonces lo que surge es el hambre, la enfermedad, la falta de educación para demoler todo espíritu emprendedor porque la mentira y la hipocresía desestimula las esperanzas.
Nos habla de soberanía, de independencia como valores permanentes pero de la misma manera que ayer entregaron la patria a Castro, hoy se la regalan a Chávez. Si soberanía es poder de decisión aquí quien decide el es Goribruto dictador de Venezuela, mientras su sirviente nacional, Daniel Ortega, rebaja nuestra dignidad de tal forma que degrada cualquier símbolo de nuestra nacionalidad cuando más allá de nuestras fronteras el presidente hace el triste papel de servil lame botas del más golpista de los golpistas.
Ahora Doña Rosario habla de hacer un acuerdo para hacer patria en términos de planeta y humanidad para cuidar nuestra casa, nuestra madre tierra. ¿Y qué pasa entonces con nuestra principal casa, Nicaragua? ¿Acaso ya le resolvimos sus problemas que estamos pensando en una parte del universo para después continuar con el todo cuando aquí estamos en la nada? Porqué antes de hablar de llevar a todos las cumbres del planeta, la demanda por los derechos de soberanía, autodeterminación e independencia, no comenzamos por respetar la voluntad popular libremente expresada y dejan los nuevos oligarcas y plutócratas de robarse nuestras elecciones? Por qué ir hipócritamente a dictar charlas de patriotismo a otro lado cuando aquí los que se han vestido de patria y obligan a que los tratemos con esa dignidad, nos han robado precisamente nuestra soberanía de decidir el destino y la norma de un gobierno democrático que es nuestra tradición y nuestra preferencia.
Doña Rosario Dice que la primera obligación con la patria es liberarnos de la pobreza y garantizar un proyecto de justicia como el que ellos representan. Esta no es una declaración es una broma de mal gusto. Si hay quienes resolvieron el problema de pobreza fueron ellos. Ahora están más dedicados a solidificar las fortunas que amasaron tras la debacle electoral de 1990. A ellos no les interesa gobernar porque administrar es algo demasiado complejo y difícil para los que siempre han sido buenos para nada. Su principal razón es hacerse justicia; si antes fueron pobres hoy son millonarios; si antes eran uno más del montón hoy son poderosos; Si antes jodían desde abajo hoy joden desde arriba.
Por eso cuando oigo hablar de que la “Revolución se lleva en la Conciencia” no discrepo con quien lo dice pero no creo que quien lo diga, en éste caso Doña Chayo, tenga conciencia de lo que es una revolución. La conciencia de la que habla la Primera Compañera tiene un profundo problema de credibilidad. Esa es una conciencia sin fundamento en la verdad y por lo tanto una inconsciencia que le arrebató a la palabra su sentido específico. Es más es una inconsciencia que asesinó al sentido común. Por eso mismo dicen con una desfachatez impresionante que ellos son revolucionarios, que son la izquierda y que son la patria.
No ellos no son la conciencia de la revolución, son la negación del sentido común. Son los que criminalizan las protestas; Son los que te echan preso si enfrentas a los que te quieren robar lo propio; Son los que llaman víctimas al victimario; Son los que fomentan que los padres le tengan miedo a sus hijos. Son los que hacen de los Diez Mandamiento, las leyes que Dios, un elemento a violarla. Son los que agreden a la iglesia y utilizan a sus pastores para ocultar sus brujerías.
La consciencia habla de la defensa de los espacios democráticos que el pueblo conquistó en la década de los ochenta y cuando hago un repaso de lo que vivimos hoy, no puedo menos que traspolarme al pasado y ver que todo éste martirio tiene su orígene en la década de los ochenta donde imperaba la dictadura lanzada contra cualquier espacio de libertad. Pero la inconsciencia no paró ahí sino que la Primera Compañera dijo que lo que sucedió en los 16 años posteriores a la debacle electoral que sufrieron en 1990 fue una defensa contra el modelo neo liberal que pretendió desaparecer Revolución Popular Sandinista.
¿Cuál revolución? ¿Cuáles espacios democráticos en la década de los ochenta? ¿De qué transformaciones habla? Dónde está esa consciencia, dónde se compra o se vende?
La inconsciencia se lamenta porque nunca ve en los que ella denomina como voceros de siempre o voceros recientes, de las derechas, rostros satisfechos, contentos o realizados sino que por el contrario rostros amargados y frustrados, que están reclamando porque hay un Modelo que da derechos al Pueblo. Que elasticidad anatómica la de la “compañera” Rosario que se engulle un elefante y se queda a la espera de otro. Cada nicaragüense es efectivamente un vocero de sus tragedias pero ¿Cómo es posible que espere en los escarmentados ganas de reír una felicidad que no sienten? Se necesita tener arrebatada el alma o nunca haberla tenido para empinarse sobre un tumulto o una montaña de mentiras y pensar que nos tragamos la píldora o la dosis de la anti-revolución inconsciente que sigue promoviendo en un pueblo sin derechos llanto, dolor y sufrimiento.
No cabe duda estamos frente a la mentira más grande de todas las mentiras. Aquí se impone como lo he dicho tantas veces la conciencia de la credibilidad lo demás es pura ilusión.
POR NICARAGUA CUESTE LO QUE CUESTE ASI PENSAMOS EN EL MOMENTO.
· Este editorial se transmite de 8 a 9 de la mañana de lunes a viernes través de la Soberana del Dial, Radio Poderosa en los 700 AM o por su página Web www.lapoderosa700.com
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