La dictadura mediática es una frase acuñada por los socialistas del siglo XXI. La repiten con frecuencia Hugo Chávez y sus muchachos para referir las incomodidades que sienten por las críticas que reciben en los medios de comunicación. Aquí en Nicaragua Daniel Ortega lo está haciendo con más frecuencia y eso significa que andamos en noches mucho más tormentosas que las vividas en los últimos tiempos porque cada vez son más los escándalos de corrupción que aparecen en primera plana denunciando el abuso de la oligarquía revolucionaria contra el pauperismo proletario en el que hemos caído todos aquellos nicaragüenses que estamos en la llanura.
Antes fue difícil que gobiernos como el de Doña Violeta Barrios, Arnoldo Alemán y del ingrato de Enrique Bolaños armonizaran con los medios de comunicación pero con Daniel Ortega pasamos de lo difícil a lo imposible. Hoy lo fundamental para quienes desgobiernan es alejarse totalmente de la prensa y establecer como política oficial el estímulo de toda agresión fiscal, verbal y hasta física de sus funcionarios contra el periodismo independiente. Los resultados de ésta decisión están a la vista de todos si tomamos en cuenta que radios, canales de televisión y prensa escrita trabajan en función del presente que viven porque no saben si mañana van a poder sobrevivir.
No hay duda que los medios de comunicación independientes somos una piedra demasiado grande en los caites de nuestro flamante señor presidente. Frente a su evidente derrota hoy nos llama “Dictadura Mediática” y recurre a respuestas vacías y desesperadas como la creación de fuerzas de choque -los “periodistas sandinistas”- que cargados con una profunda dosis ideológica de odio pretenden imponerse frente a sus otros colegas que no están en el oficialismo como los salvadores de la deteriorada imagen de Don Daniel, de su compañera Chayo, del gobierno y de sus funcionarios.
Los periodistas sandinistas o el periodismo oficialista enfrentado y lanzado contra el periodismo democrático o el periodismo independiente nada podrán cambiar frente a las evidencias masivas del abuso gubernamental en todas las esferas de la vida nacional.
El gobierno y el dueño del partido tienen recursos económicos, canales de televisión, radios, medios gráficos y propaganda excesiva para según ellos contrarrestar los altos niveles de impopularidad que refleja la inoperancia e incapacidad administrativa del régimen, pero les falta lo fundamental, la verdad. En pocas palabras disparan a zopilotes con tiradores de pésima puntería que podrán estar bien pagados y avituallados pero no tienen a su favor el elemento vital, la credibilidad.
Habemos muchos que no siempre compartimos lo que los grandes medios refieren informativamente sobre algunos aspectos pero los toleramos porque esa es la medida de la convivencia. Sin embargo la naturaleza autoritaria resiente la crítica negativa porque prefiere acomodarse con el halago y eso exactamente es lo que pasa con Daniel Ortega. Éste que es criticado por moros y cristianos y como nunca pega una de todas las que hace, siente como bálsamo todo acto de sapería proveniente de sus más rastreros y serviles aduladores al extremo de creer vehemente que él es más divino y poderoso que Dios y por tanto puede hacer todo lo que se le venga en gana.
Los medios de comunicación independientes y opositores, que obedecemos más que a filosofías a libertades generales, nos damos cuenta que frente a nosotros lo que hay es a un dictador de horca y cuchillo cuya personalidad arbitraria jamás acepta un “NO” respuesta. En ese sentido entendemos claramente que nos enfrentamos a la voluntad cínica de quien actúa como un perdedor que da vueltas y vueltas y no resuelve los problemas; un perdedor que no acepta errores y por el contrario los endosa a otros; un perdedor que vive de las promesas y no de los compromisos; un acomplejado que solo vive viendo en los que son superiores a él defectos y deformidades que solo están en su cabeza.
Eso de la “Dictadura Mediática” es lo mismo de la década de los ochenta cuando al robo le decían recupere, cuando al asesinato le llamaban ajusticiamiento. Es decir una vez más estamos asistiendo al entierro del sentido común porque en Nicaragua lo inverosímil se volvió tan ordinario que cada ciudadano aquí es “Presidente”, cada loco en el gobierno dice y hace cualquier cosa y no debe pasar nada. No importan las consecuencias originadas por las irresponsabilidades, aquí según ellos, nuestra respuesta debe ser el silencio o el acomodo al nuevo estilo de convivencia que son los cañonazos a cambio de la domesticación.
La Prensa independiente no puede ignorar, desde ningún punto de vista que Nicaragua dejó de ser lo que pudo seguir siendo hasta el 10 de Enero del 2007. A partir de entonces volvimos al pasado. A la misma noche oscura que le negó a Daniel Ortega la presidencia en el 90, en el 96 y en el 2001 y si en el 2006 la pegó fue por efecto de la división entre los liberales y no porque la mayoría haya votado por él. Al contrario el 62% de los nicaragüenses dijimos no a sus propósitos autoritarios y dictatoriales y eso es tan cierto como la insistencia en proyectos fracasados, que bajo otras caretas, es exactamente igual al que nos condujo a la miseria, a la negación de nuestras libertades, a la guerra, a la división de nuestras familias y al retroceso del país 40 años atrás pero sin los beneficios de una economía sólida como la de aquellos tiempos.
El emperador, el dueño de horca, cuchillo y hacienda de los nicaragüenses llama “Dictadura Mediática” a los que defendemos el derecho de pensar, sentir, expresar y elegir libremente. Llama “Dictadura mediática” a los que buscamos lo que necesitamos para no esperar lo que otros desde el poder nos quieran dar como “bondad” de sus caprichos. La sensación de libertad, como cualquier otra, es intransferible y bajo éste régimen no la sentimos. A veces, por las razones que sean, no podemos elegir lo que nos pasa, pero podemos elegir qué hacemos con eso y de ahí que seamos críticos de tantos desaciertos.
Hay un objetivo que está bien pintado y es que Daniel Ortega quiere matar nuestra legítima persistencia. Hasta hoy la política de exterminio de la dictadura orteguista ha logrado que periodistas se hayan ido al exilio, que periodistas hayan cerrados sus espacios informativos en algunas emisoras, que periodistas hayan sido desempleados por el ahogo económico en los grandes medios, que periodistas que aun sobrevivimos seamos amenazados de muerte pero hasta ahora no han logrado doblegarnos porque en la sociedad está planteada una batalla entre la libertad y la esclavitud y entre esos polos la persistencia nos asiste.
El periodismo independiente siente legítimo lo que hace porque tiene a la realidad de su parte, porque sabe que lo que dice es la verdad que el pueblo repite y es que desde nuestro punto de vista unos piratas llegaron al poder y nos arrebataron todos nuestros tesoros y hoy nos corresponde recuperarlos confiados y convencidos en nuestra perseverancia por alcanzar lo que siempre ha sido nuestro intrínsecamente hablando.
No hay nada en este mundo, ni siquiera el talento, el genio y los estudios, que pueda superar la persistencia. Ciertamente el estado represor que nos desgobierna tiene a su favor las gavetas para sobornar y los instrumentos coercitivos para someternos pero no lo ha logrado. Por el contrario el hecho que nos llame “Dictadura Mediática” es la prueba que demuestra que entre más se mueve más se hunde y que entre más habla más anticuerpos se granjea.
Nosotros aprendimos a ver para atrás para no cometer los errores que ya superamos pero Daniel Ortega lo hace para repetirlos. Cuando estos problemas reaparecen y nosotros decimos estamos volviendo al pasado para negarnos el presente o confiscarnos el futuro el dictador entonces nos fustiga y nos advierte no para corregir sino para agravar y en realidad quien se flagela es él. Daniel no solo nos censura con la secretividad de su régimen sino que además es cruel. Daniel no solo nos atropella, sino que además nos pasa encima porque no perdona que los nicaragüenses veamos las cosas con su mismo cristal.
El periodismo independiente no puede ver bonanza, bondad y virtud donde no hay. Por el contrario está a vista la miseria, el odio y la maldad por doquier. Pablo Neruda dijo; “Muere lentamente quien destruye su amor propio, quien no se deja ayudar. Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito repitiendo todos los días los mismos trayectos. Quien no cambia de marca, no se atreve a cambiar el color de su vestimenta”.
Nosotros, los periodistas independientes somos el termómetro real de lo que hace éste o cualquier otro gobierno y aunque no le guste a quien nos llama la “Dictadura Mediática” la medición que hemos hecho de eso a lo que él llama gobierno está basada en la felicidad y tristeza que genera a los ciudadanos; en los compromisos cumplidos y las promesas y confianzas traicionadas; en lo que siembra, riega y cultiva; en la capacidad para alimentar o matar de hambre el espíritu de sus connacionales y si así son las cosas aquí hay planteada una lucha entre el bien y el mal y si por sus frutos los conoceréis entonces es fácil darnos cuenta que si nosotros somos “Dictadura Mediática” él Daniel Ortega es “La Dictadura Fanática”.
POR NICARAGUA CUESTE LO QUE CUESTE ASÍ PENSAMOS EN EL MOMENTO.
Este editorial se transmite en la “soberana del dial” Radio Poderosa a través de sus 30 mil vatios de potencia en horario de 8 a 9 de la mañana de lunes a viernes. Igualmente puede sintonizarnos en la página Web www.lapoderosa700.com
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