Cuba rechazó enérgicamente las críticas de Estados Unidos, España y la Unión Europea (UE) por la muerte del preso político Wilmar Villar, a la vez que la disidencia denunció que medio centenar de opositores fueron detenidos para impedir su asistencia al funeral.
Las declaraciones del Departamento de Estado y la Casa Blanca “impresionan por su hipocresía y doble rasero” y son “un acto de cinismo colosal”, dijo la directora de América del Norte de la cancillería cubana, Josefina Vidal.
La muerte de Villar, un opositor de 31 años, el jueves, tras 50 días de huelga de hambre en una prisión de Santiago de Cuba, disparó críticas al gobierno de Raúl Castro de parte de Washington, Madrid, Bruselas, Chile y la organización Human Rights Watch.
Un comunicado de la Casa Blanca emitido el viernes señaló que “el fallecimiento innecesario de Villar resalta la represión permanente del pueblo cubano y los infortunios que encaran los individuos valientes que defienden los derechos universales de todos los cubanos”.
Maritza Pelegrino, la viuda de Villar y madre de sus dos hijas, calificó de “manipulación” y “engaño” la versión del Gobierno que negó su ayuno y que fuera un disidente. La versión oficial del gobierno del presidente Raúl Castro es “un cuento de la policía política” que intenta “manchar su imagen después de muerto”.
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