Agencias VIDA
La rutina, contra lo que se piensa, no es el mayor enemigo del matrimonio. Lo es, aunque solo se sospeche, una mala calidad de comunicación, que no equivale a la pérdida de toda privacidad personal o a una mal entendida franqueza.
La gran mayoría de la gente cree que negociando y con buena comunicación cualquier conflicto dentro del matrimonio se puede resolver. ¡Grave error! No es tan sencillo solucionar los problemas simplemente con negociar, saber comunicarse adecuadamente es de lo más complicado y requiere un entrenamiento previo que muy pocas personas conocen. “La mayoría de las veces nos comunicamos regañando, dando sermones o haciendo shows de víctima. Comunicarse es todo un arte, no es solo decirle de frente a tu pareja todo lo que te gusta y lo que no te gusta, sino que más bien tienes que ponerte en los zapatos de la otra persona, ver el punto de vista de ambos y tratar de ser propositivo”, expresó la doctora Lucy Serrano.
El error más común en el que caen muchos matrimonios es que ambos miembros de la pareja tienen expectativas muy diferentes sobre lo que significa estar casados. “No tiene nada que ver con la conducta de la pareja, sino con lo que vos esperás del matrimonio y con ideas o planes poco realistas de lo que implica vivir en pareja”, dijo Serrano.
El segundo gran error afecta en especial a las mujeres y consiste en poner todas las esperanzas de realización dentro del matrimonio. Estas mujeres no caen en la cuenta de que la realización personal no puede basarse solo en vivir con otra persona y formar una familia, sino que también implica otros proyectos de vida como son los estudios, el trabajo, la convivencia con los parientes y las amistades, el cumplimiento de ciertos objetivos y metas personales, etc.
Otro error fundamental consiste en casarse con el propósito de compensar las carencias emocionales que tuvimos en la infancia. Mucha gente se une en matrimonio creyendo que todo el amor, el apoyo o la aceptación que no recibieron de sus padres, la pareja lo va a proporcionar, y esto implica echar sobre el cónyuge una enorme carga de responsabilidad que difícilmente va a poder satisfacer. Un matrimonio jamás va a servir como terapia para resolver problemas emocionales y afectivos.
Una pareja antes de casarse tiene que conocer con amplitud y profundidad cuáles son las expectativas que tienen para cuando vivan en matrimonio, esto significa preguntar y responder con toda honestidad qué concepto tiene cada uno de lo que es ser pareja, dijo la doctora.
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