Ser honesto es un acto de valentía para expresar sin temores lo que sentimos ó pensamos. A veces vemos cosas que nos afectan personal y colectivamente y por temor al qué dirán nos dejamos arrastrar por la omisión de los hechos a pesar de que estos pueden tener una incidencia fatal sobre el estado ideal que perseguimos.
Ser honestos significa nunca perder de vista la verdad. Desgraciadamente, lo vemos con mucha frecuencia, el fanatismo cierra los ojos ante la evidencia. La construcción de una mentira puede ser gigantesca pero el que no la quiere ver actúa contra corriente y en detrimento de la razón y entonces los que son juzgados no son quienes denuncian la ilegitimidad o ilegalidad sino quienes defienden el bochorno y el fraude.
Ser honestos es cumplir promesas. Desgraciadamente en nuestro paisito hay quienes ante un reclamo del peso específico de la verdad o de la palabra te responden “y es que además que te prometo quieres que te cumpla”. En lo personal conozco a muchos que creen que sus guasonerías son respuestas hábiles pero que mal lucen, que mal parado quedan y cómo pierden el respeto que en algún momento se les tuvo.
La persona honesta debe cumplir sus promesas porque juega con ilusiones prestadas que cuando no se cumplen pueden dejarnos caer en el abismo para mandarnos a una estadía al infierno o cuando las hacen realidad se enviarnos a un viaje a las estrellas para elevarnos placenteramente al cielo. Por eso la mejor forma de cumplir con la palabra empeñada es no darla jamás.
Ser honestos es jugar limpio. La vida es un juego permanente. Nos manejamos entre riesgos y posibilidades que nos conducen al éxito o al fracaso. Cuando alguien miente, roba, engaña ó hace trampa, su espíritu entra en conflicto, la paz interior desaparece y esto es algo que los demás perciben porque no es fácil de ocultar.
Moisés Absalón Pastora
martes, enero 31, 2012
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