(EDITORIAL DEL DIARIO LA PRENSA DE HOY MIÉRCOLES 21 DE NOVIEMBRE DE 2007.
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Cincuenta y dos diputados democráticos de la Asamblea Nacional, pertenecientes al Partido Liberal Constitucionalista (PLC), a la Alianza Liberal Nicaragüense (ALN), a la Alianza MRS y al grupo de los independientes, escribieron ayer una página memorable en la historia de la lucha por la defensa de la libertad y la democracia en Nicaragua.
Ciertamente, al rechazar el veto del presidente Daniel Ortega a la ley que deroga la arbitraria e inconstitucional facultad del Poder Ejecutivo, de crear por decreto los llamados Consejos de Participación Ciudadana (CPC) y atribuirles funciones de órganos de Gobierno, los diputados democráticos le cumplieron al pueblo. Con ese voto, los diputados democráticos le han devuelto a los ciudadanos la confianza en ellos mismos y la fe en la posibilidad real de frenar las pretensiones dictatoriales de Daniel Ortega, y por lo tanto de preservar las instituciones democráticas y defender los espacios de libertad.
En repetidas ocasiones hemos dicho que Daniel Ortega y Rosario Murillo llegarán en sus pretensiones dictatoriales, sólo hasta donde las fuerzas democráticas les permitan llegar. Al respecto hemos hecho ver que los nicaragüenses tenemos ventaja sobre los venezolanos, bolivianos y ecuatorianos, porque aquí el pretendiente a dictador no tiene la mayoría del pueblo a su favor, como lamentablemente la tienen Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador. Y la razón es muy sencilla: los pueblos venezolano, boliviano y ecuatoriano han creído en las promesas demagógicas de Chávez, Morales y Correa, porque no han conocido el infierno a donde son conducidos por esos líderes mesiánicos que les ofrecen el paraíso en la tierra. En cambio el pueblo nicaragüense ya conoció y sufrió en carne propia el sistema de esclavitud moderna, de represión y de miseria material y espiritual, que a sangre y fuego impuso Daniel Ortega durante los aciagos años ochenta y que ahora pretende imponer de nuevo por vías legales. Sin embargo es evidente que el pueblo nicaragüense no está dispuesto a permitir que le impongan otra vez el mismo yugo, ni ninguno otro.
Ahora bien, tener la mayoría no es suficiente para derrotar la ofensiva dictatorial de Daniel Ortega y Rosario Murillo. La mayoría no sirve de mucho si está dispersa en distintos partidos y grupos políticos que por cualquier motivo, razonable o no, se pelean entre ellos mismos. En una situación de normalidad democrática y estabilidad institucional, es positivo que haya libre competencia entre diversos partidos y grupos políticos democráticos. Pero cuando hay un enemigo insidioso que conspira contra la libertad y atenta contra la democracia, y que quiere sustituirlas con un sistema dictatorial, autoritario y totalitario, los partidos y grupos democráticos deben dejar a un lado sus diferencias e intereses competitivos, sobre todo las mezquinas ambiciones particulares y unirse en una sola fuerza contra el enemigo común.
Tal es la gran lección que ha dejado la votación democrática de ayer en la Asamblea Nacional, contra el veto de Daniel Ortega a la ley que derogó su pretendida facultad inconstitucional de crear los CPC mediante decreto, como órganos de funciones gubernamentales e instrumentos de control y represión estatal. Como hemos dicho anteriormente, Daniel Ortega, Rosario Murillo y el FSLN tienen derecho de formar sus CPC, pero como organismos de partido; o como patrimonio personal, conyugal y familiar si así lo prefieren. Nadie les niega ese derecho ni se los pretende quitar. Lo que Ortega y Murillo no pueden hacer es crear los CPC por decreto del Ejecutivo, ni darles funciones gubernamentales, ni imponerlos a toda la población.
Pero la lucha por la defensa de la libertad y la democracia no se termina con el rechazo al veto de Daniel Ortega en la Asamblea Nacional. Es una lucha que apenas está comenzando y que tiene y tendrá muchos frentes. En el caso específico de los CPC, sin duda que Ortega y Murillo ahora tratarán de imponerlos por medio de un recurso por inconstitucionalidad que les falle favorablemente la Corte Suprema de Justicia. De manera que los partidos políticos democráticos, las organizaciones cívicas e independientes de la sociedad civil, todos los nicaragüenses que aman la libertad y la democracia, tienen que hacerle ver a los magistrados de la Corte Suprema que deben respetar la legalidad, la justicia y los sentimientos democráticos de la población. Además, no sería prudente que la Corte pase por encima de la voluntad del Poder Legislativo, que ha rechazado dos veces la pretensión de hacer de los CPC órganos del Gobierno e instrumentos de represión estatal.".
COMENTARIO DE HANTOFE:
"Frances, me alegro por ti y por todos los nicaragüenses, pero ojo con las pretensiones del borracho violador Ortega.
Nicaragua tiene derecho a defender su democracia y espero que se mantenga alerta.
También deseo que la Pelos encuentre un diseñador mejor para que cambie su imagen extravagante y ridícula."
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