Pedro Belli.
El autor es economista.
Daniel prometió ocho ceros en su programa de gobierno: cero analfabetismo, cero desempleo, cero hambre, cero corrupción y latrocinio, cero confiscaciones, cero expropiaciones, cero ocupaciones, cero extrema pobreza. Sería maravilloso que Daniel lograra estas metas en cinco años.
¿Son logrables? En el caso de las confiscaciones y de las expropiaciones, “sí”. Lo único que tendría que hacer es abstenerse de confiscar y expropiar. En el caso de las ocupaciones, Daniel podrá cumplir si en el momento que ocurra la primera ocupación, él envía una clara señal y desaloja a los infractores. Si permite que ocurra una sola ocupación, se le vendrá la avalancha y pondrá la inversión privada en alerta, comprometiendo el resto de su programa.
Cero corrupción y latrocinio no es meta alcanzable. No somos santos y más de alguien meterá mano donde no debe. Daniel debería modificar su meta y prometer que no habrá corrupción ni latrocinio sin castigo. El problema de Nicaragua ha sido la falta de consecuencias. Hay robos y abusos porque no hay castigo. Como dice el dicho popular: en arca abierta hasta los justos pecan. Si Daniel quiere reducir la corrupción, tendrá que restringir la inmunidad de los funcionarios públicos para que la ley los ampare en el desempeño de sus funciones únicamente, y castigar a los transgresores.
Las metas sociales no son logrables. Cero desempleo es imposible. Siempre habrá alguien buscando trabajo, sea porque dejó su último empleo, o porque se está uniendo a la fuerza laboral por primera vez. Daniel haría una gran labor si mantiene las tasas actuales de desempleo, que rondan por el 5.6 por ciento. Medio millón de personas, aproximadamente, se unirán a la fuerza laboral durante los próximos cinco años. Crear medio millón de empleos requerirá alrededor de 7.5 mil millones de dólares en inversión. Para mantener las tasas actuales de desempleo, Daniel tendrá que crear las condiciones para atraer esos montos de inversión: confianza en el futuro, absoluto respeto a la propiedad privada, mejor clima de negocios, mejor infraestructura, estabilidad macroeconómica, ampliación de mercados (Cafta se queda), energía barata y cero apagones.
Cero hambre y cero extrema pobreza (personas que gastan menos de US$ 1 diario) son metas nobles, pero imposibles de cumplir en cinco años. Lograr una de las metas del milenio —reducir el porcentaje de personas viviendo en extrema pobreza a 9.7 para el año 2015— requiere una tasa de crecimiento del PIB de por lo menos 5.5 por ciento por año. Difícil, pero lograble. La meta de Daniel requeriría una tasa anual de 15 por ciento, lo cual no ha sucedido en ninguna parte del mundo.
Para alcanzar la meta del milenio antes de 2015, tendrá que crear las condiciones que estimulen un crecimiento económico de más de 5.5 por ciento por año. Daniel debería seguir el ejemplo de la China y no los de Castro, Chávez o Morales. Cuando Daniel subió al poder en 1980, la China estaba comenzando sus reformas económicas. En 1978, Deng Xiaoping señaló el camino: “Tenemos que aprender a manejar la economía con herramientas apropiadas. Si las desconocemos, debemos aprender de los que saben”. A continuación, abrió la economía al comercio internacional para atraer inversión extranjera y tecnología y así modernizar la economía. China comenzó a crecer más rápido que cualquier otro país en la historia. Daniel perdió la oportunidad de seguir los pasos de los chinos durante la década de los ochenta. Que no la pierda ahora.
Preocupa la insistencia en usar fondos públicos para proyectos comercialmente viables. En su plan, Daniel anuncia coinversión en energía, un canal interoceánico y tres bancos estatales. Dudo que haya suficientes fondos públicos para construir un canal interoceánico, coinvertir en energía, fundar tres bancos y además educar a todos los niños, mejorar la salud, pavimentar carreteras y caminos, aumentar el presupuesto de la Policía y entregar el 6 por ciento a las universidades “sin titubeos, automáticamente, a tiempo y todos los años”.
Es bonito soñar, pero a partir del 10 de enero, Daniel va a tener que decidir qué debe y qué no debe hacer. Mi consejo es que le deje al sector privado los proyectos comercialmente viables y dedique los impuestos a mejorar la educación, la salud, la infraestructura y el clima de negocios. En vez de coinvertir, Daniel debe reformar las leyes que dificultan la inversión privada en fuentes generadoras de energía, como nuestros ríos, lagos, vientos y volcanes.
La medida del éxito social y económico del segundo período de Daniel será el aumento en el ingreso per cápita y el grado de cumplimiento con las metas del milenio. Le aconsejo que deje a un lado la ideología y adopte soluciones cuya eficacia ha sido demostrada. Daniel controla el Ejecutivo, el Judicial, el CSE y tiene mayoría calificada en la Asamblea. No hay guerra, no hay boicot y tanto las instituciones internacionales como el sector privado están dispuestos a trabajar con él. Si falla, no tendrá excusas.
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