miércoles, julio 22, 2009

UN ESPACIO PARA LA INGENUIDAD



por Carlos de Buen

Una buena noticia: el 5 de julio perdió el PAN, el partido que desaprovechó la oportunidad de enderezar a México; el que aún tras su lamentable primer gobierno, pudo enmendar la plana y demostrar que los errores del advenedizo no se repetirían con un presidente que se formó en el PAN tradicional, que lo presidió, que ganó su candidatura a pulso y que venció a un candidato de la izquierda que parecía el inminente ganador, cuya soberbia lo hizo perder una amplia ventaja. Sin embargo, tras los pésimos resultados que hasta ahora obtuvo su segundo gobierno, el partido recibió un merecido castigo, al alcanzar si acaso 28% de los votos para diputados federales.

Una mala noticia: ganó el PRI con 37% de los votos, el mismo que dejó al país en el lamentable estado en el que lo encontró el PAN, el que lo destrozó durante siete décadas a base de arreglos corporativos que siempre pusieron por delante los intereses del partido, con una corrupción eficaz, que algunos añoran después de que los otros, igual de corruptos pero menos hábiles, no pudieron siquiera armar un discurso razonablemente coherente, para encubrir su ineptitud. En esta reedición de su alianza con el PVEM, en la que las grandes televisoras serán protagonistas fundamentales, ambos partidos tendrán la mayoría absoluta en la Cámara y nada hace pensar que “el nuevo PRI” será distinto del de siempre.

Otra mala: la izquierda mexicana está peor que nunca. Después de desaprovechar la gran oportunidad para alcanzar la presidencia, López Obrador organizó protestas aparatosas, de poca efectividad para su causa y grandes costos para la ciudadanía, que unas semanas antes se pronunciaba mayoritariamente en su favor y que quizás lo haya hecho todavía el 2 de julio de 2006. El PRD apenas obtuvo 12% de los votos, en tanto que el PT y Convergencia sumaron poco más de 6%.

Después de no haber podido imponer a su candidato en la dirigencia del PRD, López Obrador se volvió un protagonista heterodoxo que conservó, a título estrictamente personal, la alianza con el PT y Convergencia, que lo había postulado tres años atrás y dividió sus apoyos entre los candidatos de los tres partidos, pero no en la unidad sino en la contienda, demostrando que más allá de las siglas la suerte de los aspirantes dependería de su padrinazgo, hasta organizar ese maravilloso sainete en Iztapalapa, con la puesta en escena de la surrealista comedia de enredos: “No votes por Clara, sino por Juanito, para que no gane Silvia sino Clara”, que a pesar de todo derrotó a la dirigencia del PRD, con todo y el apoyo del Tribunal Electoral. Y el medroso partido ni siquiera se atrevió a sancionar al ubicuo caudillo.

El PSD, ese otro pedazo de la izquierda, cuyo discurso no logra convocar a los electores necesarios para conservar su registro, volvió a perderlo con sólo 1% de los votos. Tendrá que devolver los trastes viejos, buscar un nuevo alias y comenzar de nuevo a recabar firmas para su próxima aventura.

Una mala más: Nueva Alianza obtuvo un cómodo 3.4% que lo mantiene en el negocio.
Una pésima: el PVEM, la derecha extrema y depredadora, con su campaña en favor de la pena de muerte, alcanzó 6.5%, que le dará los diputados suficientes para vender al PRI los votos necesarios para hacer lo que le plazca en el Congreso.

Merece una especial mención el 5.4% de votos anulados, que rebasó por mucho al promedio de 3% de las últimas seis elecciones para diputados federales, e inclusive al de 3.6% de las tres últimas elecciones intermedias, que es una clara muestra de la frustración ciudadana. Creo que buena parte de la izquierda optó por anular su voto, lo que parece confirmar el hecho de que en el Distrito Federal los nulos alcanzaron 10.8%.

A tan deprimentes noticias se suman los resultados de la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH) levantada antes de la nueva crisis, que da cuenta de que en los primeros dos años del gobierno de Calderón, el ingreso corriente por hogar se redujo en 1.6% y de que los perceptores pasaron de 2.1 a 2.3, de un total de 4.0 integrantes por hogar. Empeoró además la distribución del ingreso, ya que mientras que los hogares del decil más pobre perdieron 535 pesos trimestrales (de 6,651 a 6,116), que equivale a 8%, los del decil más rico sólo perdieron 30 pesos en el mismo lapso (de 133,078 a 133,048), que obviamente no pintan.

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) reportó que en el periodo cubierto por la ENIGH, el porcentaje de personas en condición de pobreza de patrimonio aumentó de 42.6 a 47.4, el de pobreza de capacidades pasó de 20.7 a 25.1 y el de pobreza alimentaria aumentó de 13.8 a 18.2.

Hay que agregar que de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), de mayo de 2008 a mayo de 2009, la tasa de desocupación pasó del 3.2 al 5.3 y que la población subocupada creció del 6.5 al 13.2.

Sume usted la inseguridad y la violencia cotidianas, el narcotráfico y el triste papel que está jugando el gobierno en esa lucha que no podrá ganar sin el líder que la magnitud del proyecto requiere, uno que más que desplegar fuerzas armadas y sacrificar a policías y soldados mal pagados e insuficientemente entrenados, entienda que la mejor estrategia exige atender su compromiso social, combatiendo el desempleo y la informalidad, los bajos salarios y todas las formas de simulación.

Me temo que no hay espacio para el optimismo, so pena de caer en la ingenuidad. Sin embargo, dicen que las crisis son tiempos de oportunidad y no es imposible que el PAN se dé cuenta de que no puede seguir subordinando las políticas social y laboral a la lucha contra el narcotráfico, ni someterlas a la aprobación de los empresarios; que el PRI haya madurado un tanto y que entienda que una mejor gestión legislativa será una buena plataforma para el 2012, y que de la indispensable recomposición de la izquierda, surja una propuesta sensata y fuerte. Seamos ingenuos pues, ¿qué nos queda?.

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