viernes, agosto 07, 2015

DOS HISTORIAS EN UNA Y AMBAS VERÍDICAS



Hace ya muchos años, Alphonse Gabriel (“Al”) Capone era el dueño virtual de la Ciudad de Chicago. Capone no era famoso por nada que fuere heróico. Su notoriedad se cimentaba más bien por sembrar la incertidumbre general en la "ciudad de los vientos" y en todo lo relacionado con piratería, extorsión, producción ilegal y contrabando de alcohol, prostitución y asesinatos.

Capone tenía un abogado a quien apodaban “Easy Eddie”. Y era el abogado de Capone por una buena razón. ¡Eddie era un buen abogado!!, bien preparado y astuto. De hecho, las habilidades deEddie en el manejo de las leyes y manipulaciones legalistas procedimentales, mantuvieron a “Big Al” (el Gran Al) fuera de la cárcel mientras fue su abogado y durante casi toda su trayectoria.

Para mostrar su aprecio, Capone le pagaba muy bien a Eddie. No sólo con abultados cheques, sino que Eddie gozaba de comisiones y de beneficios especiales también. Por ejemplo, él y su familia ocupaban una mansión cercada con muralla en todo su perímetro, contaba con un tren de sirvientes de todo tipo y tenía todas las comodidades más modernas a la época. La mansión era tan grande que ocupaba toda una manzana de la zona residencial más prestigiosa de la Ciudad de Chicago. Eddie vivía la gran vida de la Mafia de Chicago y le prestaba poca o ninguna consideración a las atrocidades que sucedían a su alrededor.

Pero Eddie tenía una gran debilidad. Su "talón de Aquiles".

Eddie tenía un hijo al que amaba entrañablemente. Así que Eddie estaba siempre muy pendiente de que no le faltara nada a su joven hijo: ropas, automóviles, lujos, y una buena educación en prestigiosos colegios. Nada era suficientemente bueno para el hijo de Eddie. El dinero no era obstáculo. Sin embargo, a pesar de su relación con el crimen organizado, Eddie hizo esfuerzos en enseñarle a su hijo la diferencia entre el bien y el mal. Simplemente, Eddie deseaba que su hijo fuera un mejor hombre que él.

Desafortunadamente, con toda su fortuna e influencia, había dos cosas que Eddie no le podía dar a su hijo: ni un buen nombre, ni un buen ejemplo. Ello lo impulsó a encontrarse en una encrucijada en su vida y así, un día, Easy Eddie se enfrentó con una terrible decisión. Easy Eddie deseaba rectificar todo el mal que había hecho.

Con absoluta determinación, Easy Eddie decidió que cooperaría con las autoridades y decir toda la verdad sobre la organización de Al Capone, tratando así de limpiar su nombre manchado, y ofrecerle a su hijo alguna semblanza de lo que significaba la integridad. Para hacer esto, Easy Eddie tendría que ser testigo ante los Tribunales en contra de La Mafia, y él sabía perfectamente bien el costo que ello conllevaría. Así que Easy Eddie testificó.

Al paso de un año, la vida de Easy Eddie terminó con una ráfaga de disparos de ametralladoras en una solitaria calle de Chicago. Pero ante sus ojos, como ya lo había comentado ante amigos, él le había dado a su hijo el regalo más grande que él podía ofrecer, y estaba dispuesto a pagar el más alto precio, lo cual en efecto sucedió.

La Policía removió el cuerpo de Eddiey en sus bolsillos encontraron un rosario, un crucifijo, un medallón religioso (probablemente de La Virgen María o de algún Santo) y un poema impreso tomado de una revista pegado con un clip.

El poema decía así:

Al reloj de la vida se le da cuerda sólo una vez,

Y a ningún hombre le está dado saber cuándo las manillas habrán de detenerse en cualquier temprana o dilatada hora.

El ahora es el único tiempo que te pertenece.

Vive, ama, lucha con un propósito.

No confíes tu fé al tiempo pues el reloj puede pronto detenerse

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