(Editorial La Prensa Nic. 031208)
Los países del primer mundo enfrentarán en el 2009 un grave problema de estancamiento económico con deflación. Ante esta situación, algunos de ellos ya han destinado multimillonarios rescates financieros con el objetivo de incentivar un mayor consumo, a través de una mayor disposición de crédito. En menos de tres semanas, EE.UU., a través de la Secretaria del Tesoro, destinó 700,000 millones de dólares, para tal fin; Alemania, 628,000 millones de dólares; Inglaterra 692,000 millones de dólares; y China continental 586,000 millones de dólares (un 16 por ciento de su PIB). La Reserva Federal de Estados Unidos (FED) anunció un salvataje adicional de 800,000 millones de dólares para comprar deuda tóxica y de esta manera incentivar el acceso al crédito en la economía más grande del mundo.
La situación no es fácil. 750,000 personas quedaron sin trabajo en EE.UU. hasta octubre de este año. Se espera que en este mes de diciembre la cifra supere en ese país los 1,200,000 desempleados. Esto se traduciría en un desempleo abierto del 6.5 por ciento en Norteamérica, cuando en promedio ha sido del 4 por ciento, lo cual afectará considerablemente su consumo agregado, cuyo monto equivale al 70 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) norteamericano, que a su vez representa el 25.51 por ciento del PIB mundial.
La guerra de Irak y los salvatajes financieros de parte de la Secretaria del Tesoro de EE.UU. han sido las causas principales de un aumento desmesurado en su déficit fiscal, que ha pasado de un 1.3 por ciento del PIB en el 2007, a un proyectado 6.7 por ciento en el 2009, reduciendo las posibilidades del Gobierno estadounidense de seguir inyectando más liquidez a su economía, lo que se traducirá en menor demanda agregada mundial.
La mayoría de las proyecciones de crecimiento del PIB a nivel mundial han sido revisadas en noviembre de este año por el FMI, pronosticando un crecimiento general para el 2009 de un 3.7 por ciento, cuando en el 2007 fue de 5 por ciento. Para EE.UU. y la Zona Euro se prevé un crecimiento negativo de -0.7 por ciento y -0.5 por ciento, respectivamente. Esto impactará seriamente en las exportaciones de Nicaragua hacia aquellas economías que representaron, según datos recientes del Cetrex, el 29 por ciento y el 14.52 por ciento, respectivamente. Centroamérica (incluyendo Belice y Panamá), que recibe el 32.52 por ciento de las exportaciones nicaragüenses de enero a octubre del 2008 respecto al 2007, también sufrirá los embates de la crisis, por lo que se experimentará una disminución de las mismas.
En volumen, es decir, en cantidades de toneladas métricas, Nicaragua exportó -1.48 por ciento entre enero y noviembre de 2008, en comparación al mismo período del 2007. Esta cifra es aún más dramática en los 20 principales productos de exportación, los que han experimentado una baja en el volumen exportado de 8.90 por ciento.
Con la deflación que se avecina (la que significa menores precios a nivel mundial, sobre todo en los commodities y materias primas que exporta Nicaragua), como resultado de la disminución del macro-precio del petróleo, este crecimiento en las exportaciones nacionales, en millones de dólares disminuirá considerablemente debido a la falta de crecimiento real en volúmenes exportados. Todo lo anterior, aunado en una menor cantidad de préstamos y donaciones como consecuencia del fraude electoral del 9 de noviembre pasado, puede traducirse en una menor reserva de divisas internacionales.
Nicaragua debería apostar a una mayor competitividad, un mejor clima de negocios y mayor respeto a la democracia y a la institucionalidad del país, único medio para incentivar mayor inversión nacional e internacional que se traduce en más empleos. Se necesita promover un serio consenso con los países donantes y las Instituciones Financieras Internacionales (IFI), en torno al cumplimiento de las condiciones requeridas para mayor acceso a financiamiento. Así se dejaría de recibir tan malas noticias como la de la reciente suspensión temporal de la Cuenta Reto del Milenio mientras no se corrija el monstruoso fraude electoral, del 9 de noviembre pasado. Al contrario, de seguir el Gobierno de Ortega tratando de imponer su dictadura y gobernando contra el interés de la nación, el país caerá en el despeñadero productivo y será arrasado por el tsunami económico que se avizora para el 2009. Y toda la arrogancia dictatorial del presidente Ortega no podrá detener esa inminente realidad.
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