viernes, junio 04, 2010

Por: Moisés Absalón Pastora. DETALLES DEL MOMENTO. PERIODISMO VS DIGNIDAD HUMANA.

En Nicaragua cualquier hijo de vecino puede ser periodista. Basta que cualquier atrevido grabadora en mano y sin baterías o con una libreta –aunque no sepa escribir- se acerque a cualquier personas que esté dando una declaración para que se crea la mentira de que efectivamente tiene a su alcance un reportaje o una noticia y que eso lo convierte inmediatamente en periodista.

Hace muchas décadas atrás así empezaron también los que ahora son los grande en ésta profesión o en éste oficio. Esos que ya el tiempo les comienza a recordar que es hora de partir eran autodidactas e insaciables devoradores de libros que almacenaban en la memoria enormes anaqueles de cultura general, bellas artes y cualquier otra cosa que documentara y sacara brillo a cualquier noticia, reportaje o comentario. Había que ver la clase de formación que tenían aquellos grandes señores que siendo empíricos en su natural vocación periodística eran aceptados por la sociedad y además de aceptados creídos.

Para entonces aquellos periodistas eran personalidades. Eran tratados como grandes señores y la gente que entraba en relación con ellos los trataba con altas dignidades y las puertas se les abrían de par en par, aun así estuvieran en la antesala de las oficinas del funcionario más criticado del gobierno. Esos personajes ganaban plata. No eran muchos pero ganaban plata y eran viajeros del mundo sin que les costara un centavo porque las invitaciones sobraban.

Hoy las cosas han cambiado. Ahora hay cualquier cantidad de periodistas y cualquier cantidad de medios y es que la sociedad ha crecido, el país ha crecido y todo es más grande y aunque la demanda por la información es mayor en radio, prensa y televisión el contenido de la información se quedó pequeña por muchas razones y la principal es que se perdió el ingrediente humano para tratar la noticia, perdimos de vista la capacidad del daño que podemos causar en el manejo de la información tanto en las personas como en la sociedad misma.

Hoy es común escuchar a las personas decir que viven tranquilas porque no oyen, no leen, no ven noticias. Es decir hoy somos una causa fundamental en el desequilibrio anímico del país y de los ciudadanos y de ahí lógicamente que sobren los que en vez de atendernos tiren las puertas en nuestras narices.

Lafit Fernández, periodista costarricense y editor de uno de los más prestigiados diarios de El Salvador, me decía que nuestro periodismo era diferente al practicado por el resto de la región centroamericana, no tanto por los niveles de polarización que en algún grado también existe en otros países, sino por la increíble irresponsabilidad de ensuciar tan noble oficio al enfrentarlo contra la dignidad humana y por asumir que porque se trabaja en un medio de comunicación eso confiere patente de corzo para erigirnos en jueces, fiscales, procesadores e interrogadores de la actividad política, social, económica y cultural de la cosa pública y empresarial y por si fuera poco hasta gendarmes de la intimidad de los ciudadanos y de los hogares de nuestros compatriotas lo que simplemente raya en el abuso y en el abierto desacato contra la ley misma pues la constitución consagra derechos que no pueden ser violados.

El periodismo nicaragüense ha perdido los brillos de antaño porque entre otras razones su formación fue masificada. Ahora que vivimos en crisis y que el oficio está llevando a muchos a la indigencia vemos por un lado a centenares de egresados de las universidades y por otro a una gran cantidad de bachilleres entusiastas que te dicen yo quiero estudiar periodismo. Está bien que el Colegio y las asociaciones gremiales exijan ahora un título universitario para ejercer pero en el terreno no es el cartón lo que determina la calidad del profesional. Estos muchachos cuando salen de la universidad se estrellan con una realidad distinta a la que conocieran en los recintos y una gran cantidad se queda en el intento de arrancar porque penetrar las fuentes en medio de tantos, en la búsqueda del mismo fin, es una tarea titánica que toma años. Hoy los grandes beneficiados de ese mercado de periodistas son particularmente las estaciones de televisión, que contratan más presentadoras que periodistas o las salas de redacción de los periódicos. En ambos casos la paga es una miseria y si no le gusta a los que están empezando a realizar sus primeros pininos pues simplemente tienen que irse a buscar otra alternativa que les remunere mejor.

Por supuesto que no quiero decir con eso que todo sea negro porque también han salido buenos periodistas pero lamentablemente la gran mayoría se han estrellado o con la tacañería de los dueños de los medios, que quieren pagar miserias o con el interés político de los mismos para alinear el brillo de los novatos como cañoneros de sus enemigos. Por eso cuando alguien se me acerca y me comparte que quiere estudiar periodismo inmediatamente le recomiendo que estudie otra cosa porque hay demasiada oferta para tan poca demanda en tiempos en que el pastel publicitario no da ni para esos nombres que todavía hacen noticias.

Para colmo de los colmos la gran mayoría de los nuevos periodistas en las últimas dos décadas fueron egresados de la facultad de medios de comunicación social de la UCA y son hechura de Guillermo Rouschut Villanueva, el que precisamente censuraba a la prensa en la década de los ochenta y el que recientemente se metió a las patas de los caballos simplemente por no reconocer lo que de todas formas todos sabemos; que desde el Ministerio del Interior fue un verdugo de la libertad de expresión y de información, ahora sin embargo es el gran observatore de los medios. Tal vez para algunos esto no tenga importancia pero la verdad es que eso nos pinta un marco contradictorio entre el periodismo que debe ser esencialmente libre y aquel que reprimiéndolo como “revolucionario” resultó ser el forjador de quien sabe cuántas legiones de periodistas.

Técnicamente el periodismo, en medio de la gran responsabilidad que tiene como vaso comunicante de la sociedad, tiene parámetros, reglas o formas de ejercicio, que más que doctrinales, son profundamente éticas. Así las cosas el periodista debe entrevistar no interrogar. Debe entender que la opinión se hace a través del comentario y que la noticia propiamente dicha es blanco y negro en el quien, donde, cuando y como y punto.

Independiente de quien esté frente a la cámara, al micrófono o a la libreta del reportero lo que debemos de tener en cuenta es que nuestro Interlocutor es una persona, no un enemigo, que sea cual sea el caso lo único que le debemos conferir es el criterio de la duda. Debemos realizar que somos demasiado importantes. Que el elemento político, social y económico de éste país depende de nosotros para fijar posiciones. Eso pone en la justa medida lo que representamos pero eso no debe hacernos creer, en el afán de protagonismo por darnos a conocer, que somos la última coca cola del desierto para perder de vista que somos, existimos y estamos en éste apostolado para contribuir a la construcción de una sociedad más sana en la que no solo nosotros vivimos.

Actuar pensando que tenemos encima la toga judicial cada vez que hacemos una entrevista, escribimos una noticia y diagramamos un reportaje lo único que causa es frustración y desánimo entre los nicaragüenses que saben interpretar la diferencia entre la objetividad de una nota y lo que es una opinión para plantear un debate o una polémica. Tantas cosas se dicen y tantas cosas se inventan que quien recibe la noticia a veces prefiere apagar porque el periodismo negro del que hablo nos mantiene a todos en un virtual estado de guerra donde se atiza y se magnifica para que el pleito ascienda en vez de apaciguar las tormentas entre las partes para que cesen las tempestades y sobre ello no hemos aprendido nada.

El pueblo nicaragüense no es tonto. Valora el tono, la insidia, la inflexión, el interés al cual se sirve, el origen y la procedencia de quien lo dice. Sabe de la conducta de quien lo ordena y quien lo orienta. Los que creen ser creídos y aseguran ser estrellas impactan contra la nada sin que importe la poderosa penetración del medio.

Todo esto sucede porque no nos chupamos el dedo. Porque el nicaragüense está sumamente politizado y eso nos permite olfatear rápidamente el origen de las cosas. Hacerlo no es difícil basta tener la medida de las cualidades morales de cada quien para fundamentar si tenemos frente al ordenador una verdad que reflejar o una mentira que utilizar. Por eso cuando el periodista está frente a lo que puede ser el inicio de una campaña contra algo o contra alguien, debe valorar si realmente vale la pena hacerlo, si es legítimo desde el oficio mismo o si existe un interés ajeno al social porque si es así de poco en poco estamos contribuyendo a que nuestro país continúe degradándose moralmente.

El periodismo chabacano es últimamente trampolín cotidiano para las descalificaciones. Informan de todo pero con los respectivos peros añadidos a la crónica. Hay una atracción fatal por la proyección y estimulación por el pleito. Por supuesto que los periodistas no somos culpables de todo lo que se dice porque los interesados en el bochinche saben que los medios son el campo idóneo para sus vulgaridades. Sin embargo el día que dejemos de ser conductores de energías negativas y facilitadores de los espectáculos circenses y de esos dimes que te diré, faltos de contenidos, comenzaremos a ejercer sobre los demás lo que verdaderamente somos: Educadores de la sociedad.

Los periodistas debemos ser reguladores de nuestra propia ética. No debemos esperar que otros lo hagan por nosotros y los resultados de esa acción, profundamente moral, que lo determine la sociedad a la que nos debemos. Menos todavía permitamos que un Colegio que hace aguas por doquier venga a jugar un rol tan equivocado y en un momento tan polarizante en el gremio, que existe solo en la letra de una ley pero no por vida propia pues es un cacaste sin directiva, profundamente cuestionado por la toma que de él hizo el gobierno y con unos colegiados que se preguntan si éste ha servido de algo y que si frente a sus reincidentes escándalos llenó las expectativas que algunos creyeron tener.

POR NICARAGUA CUESTE LO QUE CUESTE ASI PENSAMOS EN EL MOMENTO.

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