miércoles, junio 25, 2008

EDITORIAL DEL DIARIO LA PRENSA NIC. SOBRE ENCUESTA

El reflejo de la encuesta

Los resultados de la encuesta de la firma CID-Gallup que fueron presentados ayer en el Diario LA PRENSA y el Canal 2 de televisión, confirman la percepción generalizada en la sociedad de que la situación del país ha empeorado, y mucho, bajo el Gobierno de Daniel Ortega. De manera que no ha sido una sorpresa que esta encuesta, realizada entre el 5 y el 11 de junio corriente, revelara que en la población hay mucha inconformidad con la situación actual y bastante pesimismo con respecto al futuro inmediato del país.

En realidad, basta visitar los centros comerciales, recorrer los mercados y supermercados, hablar con la gente en cualquier sitio de la ciudad y del país, para darse cuenta de la insatisfacción e incluso del franco rechazo al Gobierno del presidente Daniel Ortega y su singular equipo familiar, personal y partidista. Ciertamente, ¿cómo podría la gente pensar bien de este Gobierno, si con él se ha disparado hacia arriba la inflación, si la carestía de la vida se ha vuelto insoportable, si en vez de abrir fuentes de empleo se cierran centros de trabajo, si innumerables negocios han quebrado y siguen quebrando, si los gobernantes insultan hasta a los representantes de los países que cooperan con Nicaragua y ayudan al financiamiento del Presupuesto nacional, y si la corrupción gubernamental es tan descarada como pocas veces lo ha sido en el pasado?

En estas circunstancias, no es de extrañarse que la encuesta de CID-Gallup hata indicado que incluso entre los simpatizantes sandinistas y personas que votaron por Daniel Ortega, uno de cada tres concuerda con el resto de los nicaragüenses en que el Gobierno está llevando por muy mal camino al país.

Pero como muy bien se sabe, las épocas de crisis son también tiempos de confusiones. Abrumados por las penurias económicas y por un discurso gubernamental vociferante y agresivo, con el que se difama a los adversarios y se provoca el odio de los pocos que apoyan al Gobierno contra la mayoría que lo adversa, muchos nicaragüenses pierden la confianza en el presente y la esperanza en el futuro, quieren irse del país en busca de las oportunidades que no encuentran en su patria, desconfían de las instituciones, desprecian a los altos funcionarios estatales, no creen que los partidos y los políticos puedan ni quieran hacer algo bueno por la gente.

A su vez, el estado de contrariedad, desesperanza y desconfianza que producen la crisis material y el mal gobierno genera confusión ideológica y política. Probablemente a esto se deba lo que revela la misma encuesta de CID-Gallup publicada esta semana, en cuanto a que el 40 por ciento de las personas consultadas cree que el principal líder de oposición al Gobierno de Daniel Ortega, es el ex presidente Arnoldo Alemán. Además, según ese resultado de la encuesta, el 21 por ciento considera que el Alcalde sandinista de Managua, Dionisio Marenco, es el líder más importante de la oposición al Gobierno del FSLN, mientras sólo el 10 por ciento de los encuestados reconoció a Eduardo Montealegre como principal opositor al ejercicio gubernamental de Daniel Ortega.

Pero, ¿cómo es posible que Anoldo Alemán, quien es corresponsable del pacto que ha degradado las instituciones democráticas, institucionalizado la corrupción y desmoralizado la función pública, sea sin embargo el líder de la oposición?, ¿significa esto que es cierto lo que dijera el filósofo político italiano de fines del siglo 18 y comienzos del 19, José de Maistre (1753-1821), acerca de que cada pueblo o las nación tiene el gobierno que merece?, ¿será posible que los nicaragüenses estemos condenados a tener únicamente gobiernos como los de Somoza, de Daniel Ortega y de Arnoldo Alemán?

Otro eminente pensador europeo, pero del siglo 20, el francés André Malraux (1901-1976), enmendó la sentencia de José de Maistre y dijo que no es que los pueblos tengan los gobiernos que se merecen, sino que la gente tiene los gobernantes que se le parecen. Pero tan horroroso y vergonzoso es lo uno como lo otro. Y la verdad es que no se puede creer que todos o la mayoría de los nicaragüenses seamos como Ortega y Alemán, o que nos parezcamos a ellos.

Por el contrario, estamos seguros de que la mayor parte de los nicaragüenses somos diferentes a Daniel Ortega y Arnoldo Alemán, y que además merecemos tener un buen Gobierno. Y esto no es sólo una esperanza, sino también una firme convicción.

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