miércoles, noviembre 26, 2008

UNA OPORTUNIDAD PARA SALVAR LA DEMOCRACIA

(EDITORIAL LA PRENSA NIC. 261108)

El fraude electoral de las pasadas elecciones municipales jamás se había visto en la historia de Nicaragua, ni en ningún país del mundo. Ni siquiera el dictador Roberto Mugawe, de África, con su “creatividad” pudo imaginar Juntas Receptoras de Votos en donde los 400 votos fueron a favor del FSLN y cero para los otros partidos, es algo que ni en Ripley lo aceptarían. O un municipio en donde los votos superaron el Padrón Electoral entregado por el Consejo Supremo Electoral, para “lograr” que el FSLN ganara las elecciones de ese municipio. Ni Harry Poter igualaría semejante hazaña.

Sin embargo, Nicaragua es un país bendecido. Las multitudinarias procesiones del pasado domingo 23 de noviembre, desde Matagalpa hasta Ticuantepe, fueron impresionantes. A pesar de las amenazas y de la desinformación generada por el orteguismo, el pueblo católico, colmado de fe y de valentía, salió a las calles a defender su religiosidad y su esperanza en la justicia. Especialmente importante ha sido la posición oficial de los Obispos, exigiendo el respeto al voto del pueblo. Es una luz en medio de las tinieblas del fraude.

El país enfrenta una enorme crisis institucional. Roberto Rivas ha puesto el Poder Electoral al servicio de la dictadura y ha violado la Constitución, la Ley Electoral y sus reglamentos. Incluso, se puede afirmar que ha violado las más mínimas normas de respeto a los derechos humanos y del sentido común.

A pesar de todo, hay esperanzas. Ésta no es la primera vez en que las maniobras del orteguismo obligan a buscar salidas políticas a las crisis institucionales. En el gobierno de doña Violeta Chamorro las asonadas pusieron en jaque al gobierno democráticamente electo. Y más recientemente, el gobierno de Bolaños tuvo que recurrir a una Ley Marco para evitar una mayor crisis institucional.

En estas condiciones, los diputados de la Asamblea Nacional y especialmente los que han mantenidos posiciones de compromiso con la libertad, la democracia y la justicia, tienen la oportunidad histórica de devolverle al pueblo de Nicaragua y a la Comunidad Internacional la fe en la institucionalidad democrática y la certeza de que el país se enrumbará de nuevo por el camino de la paz y la cordura.

La propuesta de anular las elecciones municipales, a través de una Ley de la Asamblea Nacional y repetir el proceso electoral, ahora sí con observación internacional y nacional y en el marco estricto de la Ley Electoral y sus reglamentos toma fuerza en la sociedad nicaragüense. Se trata de construir una oportunidad ante las graves consecuencias del fraude electoral.

Los diputados de la Asamblea Nacional, primer poder del Estado, pueden convertirse en los nuevos paladines que salven del caos en el que el orteguismo ha metido a Nicaragua. La Asamblea Nacional es el último bastión institucional en la defensa de la democracia y la Constitución. Habrá quienes encuentren argumentos para rechazar la propuesta de la ley que anule y repita las elecciones, pero es sin duda la mejor opción frente a las decisiones del CSE. Y está absolutamente claro que la opción de aceptar el fraude electoral es el camino seguro al caos, a la profundización de la crisis y a la violencia. Y vale la pena recordar que en la década de los ochenta la “violencia revolucionaria” trajo como contraparte la violencia contrarrevolucionaria. Y hoy en día, si algo anhela el pueblo nicaragüense es la paz y el progreso económico.

La unidad de los diputados comprometidos con la paz y la democracia es, en estos momentos históricos, vital para la nación. Hay que suspender los resentimientos, reclamos partidarios, personales e ideológicos en aras de los sagrados intereses de la Patria. El pueblo de Nicaragua es un testigo activo de lo que suceda en la Asamblea Nacional y más aún, el pueblo sabrá respaldar y agradecer a todos los diputados que con valentía y amor patrio sepan en estos momentos trascendentales cumplirle al pueblo de Nicaragua.

No hay comentarios.: