viernes, septiembre 03, 2010

RUTINA.

Un hombre aburrido de la vida llegó a su casa pasó en medio de sus seres queridos a los que no volvió a ver y se tiró a la cama. Cerró entonces los ojos y dijo para sí.

Estoy cansado de trabajar y ver a la misma gente cuando camino a mi trabajo todos los días; de pasar horas eternas en mi oficina. Llego a casa y mi esposa sirvió lo mismo de comida para cenar. Voy a entrar al baño, luego paso a mí recamara, quiero recostarme y ver la tele tranquilamente, pero mi hija no me deja, porque quiere jugar conmigo; no entiende que estoy cansado.

Mi padre también me molesta algunas veces y entre clientes, esposa, hija y padre, me vuelven loco. “Quiero paz". Lo único bueno es el sueño, al cerrar los ojos siento un gran alivio de olvidarme de todo y de todos".

De pronto aquel hombre escuchó una voz que dijo: Hola vengo por ti. Sorprendido entonces por aquella voz ronca y sonora preguntó sobresaltado; ¿Quién eres? ¿Cómo entraste?

Me manda Dios por ti. Dice que escuchó tus quejas y tienes razón, es hora de descansar. Aterrorizado entonces aquel hombre trató de ripostar diciendo que aquello no podía ser posible porque para eso tendría que, , , , Estar muerto completó la voz. Efectivamente lo estas. Ya no te preocuparás por ver a la misma gente, ni por aguantar a tu esposa con sus guisos, ni a tu pequeña hija que te molesta, ni escucharás los consejos de tu padre".

Pero y entonces qué pasará con todo mi trabajo, dijo atónico el hombre. "No te preocupes, dijo la voz, en tu empresa ya contrataron otra persona que ocupa tu puesto; y por cierto, está feliz porque no tenía trabajo".

¿Y mi esposa y mi bebe? "A tu esposa le fue dado un buen hombre que la quiere, respeta y admira por sus cualidades, el cual acepta con gusto todos sus guisos sin reclamarle nada. Además, se preocupa por tu hija y la quiere como si fuera de él, que por cierto tiene una emoción muy grande ya que él es estéril; por muy cansado que llegue del trabajo, dedica tiempo a jugar con ella y son muy felices".

No, no puedo estar muerto. La decisión ya fue tomada. Vengo por ti y no hay nada que hacer.

Pero eso significa que jamás volveré a besar la mejilla de mi bebé, ni a decirle "te amo" a mi esposa, ni a darle un abrazo a mi padre. No, no quiero morir, quiero vivir, envejecer junto a mi mujer, no quiero morir aún...

Pero eso es lo que querías, descansar. Ahora ya tienes tu descanso eterno, duerme para siempre.

No, no quiero. No quiero morir, por favor Dios no quiero morir.

En eso aquel hombre desesperado, empapado en sudor, con los ojos desorbitados y bañados en lágrimas oyó una vos angelical. Qué te pasa amor, tienes una pesadilla, dijo la esposa, despierta.

Jadeante y catapultado por la fuerza de la vida aquel que llegó amargado dijo; No amorcito no tuve una pesadilla, tuve una segunda oportunidad.

Dios te da oportunidades y te da bendiciones, Valórales porque no tienen precio.

Moises Absalón Pastora.

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