viernes, septiembre 17, 2010

EL CIELO: PAULO COELHO

Un Hombre, su caballo y su perro iban por una carretera. Cuando pasaban cerca de un árbol enorme cayó un rayo y los tres murieron fulminados.

Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales (a veces los muertos andan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición). La carretera era muy larga y colina arriba el sol era muy intenso; ellos estaban sudados y sedientos. En una curva del camino vieron un magnífico portal de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro.

El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada y entabló con él, el siguiente diálogo:

Buenos días. Buenos días - Respondió el guardián

¿Cómo se llama este lugar tan bonito?

Esto es el Cielo.

Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos. Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera. Y el guardián señaló la fuente. Pero mi caballo y mi perro también tienen sed… Lo siento mucho – Dijo el guardián – pero aquí no se permite la entrada a los animales.

El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber solo. Dio las gracias al guardián y siguió adelante. Después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puerta vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles…

A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero. Posiblemente dormía.

Buenos días – dijo el caminante.
El hombre respondió con un gesto de la cabeza.
Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo
Hay una fuente entre aquellas rocas – dijo el hombre, indicando el lugar.
Podéis beber toda el agua como queráis.

El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed.

El caminante volvió atrás para dar gracias al hombre

Podéis volver siempre que queráis le respondió éste.

A propósito ¿Cómo se llama este lugar? –preguntó el hombre-.

CIELO.

¿El Cielo? ¡Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo!

Aquello no era el Cielo. Era el Infierno –contestó el guardián-.

El caminante quedó perplejo.

Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡Esta información falsa debe provocar grandes confusiones! –advirtió el caminante-.

De ninguna manera! –increpó el hombre

En realidad, nos hacen un gran favor, porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus mejores amigos…
Paulo Coelho.




Moises Absalón Pastora.

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