lunes, noviembre 08, 2010

LA HONESTIDAD

Uno debe asumir las consecuencias de sus actos y estoy consciente que de la misma manera que hay muchos que comparten mis enfoques editoriales sobre lo que yo creo pasa en el país, también se que hay otros que los detestan. Sería atorrante de mi parte creer que soy monedita de oro pero sería deshonesto de mi parte callar lo que pienso solo porque tres o cuatro personas se revuelcan defendiendo lo que para mí son causas perdidas, pero ese es su derecho y se lo respeto.

Por eso quiero hablar de honestidad y decir que por la falta de ella los nicaragüenses la estamos pasando mal. Este valor es indispensable para que las relaciones humanas se desenvuelvan en un ambiente de confianza y armonía, pues garantiza respaldo, seguridad y credibilidad en las personas.

La honestidad es una forma de vivir congruente entre lo que se piensa y la conducta que se observa hacia el prójimo, que junto a la justicia, exige en dar a cada quién lo que le es debido. Para ser honestos debemos conocernos a nosotros mismos. No es posible predicar sobre ese tema si no somos el testimonio que otros desean ver en nosotros cuando lo abordamos.

Ser honesto es un acto de valentía para expresar sin temores lo que sentimos ó pensamos. A veces vemos cosas que nos afectan personal y colectivamente y por temor al qué dirán nos dejamos arrastrar por la omisión de los hechos a pesar de que estos pueden tener una incidencia fatal sobre el estado ideal que perseguimos.

Ser honestos significa nunca perder de vista la verdad. Desgraciadamente, lo vemos con mucha frecuencia, el fanatismo cierra los ojos ante la evidencia. La construcción de una mentira puede ser gigantesca pero el que no la quiere ver actúa contra corriente y en detrimento de la razón y entonces los que son juzgados no son quienes denuncian la ilegitimidad o ilegalidad sino quienes defienden el bochorno y el fraude.

Ser honestos es cumplir promesas. Desgraciadamente en nuestro paisito hay quienes ante un reclamo del peso específico de la verdad o de la palabra te responden “y es que además que te prometo quieres que te cumpla”. En lo personal conozco a muchos que creen que sus guasonerías son respuestas hábiles pero que mal lucen, que mal parado quedan y cómo pierden el respeto que en algún momento se les tuvo.

La persona honesta debe cumplir sus promesas porque juega con ilusiones prestadas que cuando no se cumplen pueden dejarnos caer en el abismo para mandarnos a una estadía al infierno o cuando las hacen realidad se enviarnos a un viaje a las estrellas para elevarnos placenteramente al cielo. Por eso la mejor forma de cumplir con la palabra empeñada es no darla jamás.

Ser honestos es jugar limpio. La vida es un juego permanente. Nos manejamos entre riesgos y posibilidades que nos conducen al éxito o al fracaso. Cuando alguien miente, roba, engaña ó hace trampa, su espíritu entra en conflicto, la paz interior desaparece y esto es algo que los demás perciben porque no es fácil de ocultar.

Las personas deshonestas se pueden reconocer fácilmente porque engañan a los otros para conseguir de manera abusiva un beneficio. Es muy probable que alguien logre engañar la primera vez, pero al ser descubierto será evitado por sus semejantes ó tratado con precaución y desconfianza.

Ser honesto no es nada fácil. La impunidad que demuestra que se pueden violar las leyes y traicionar los compromisos sin que ocurra nada. El éxito de los "vivos" y los mentirosos, que hacen parecer ingenuas a las personas honradas y responsables, pues trabajan más y consiguen menos que aquellas que viven de la trampa. La falta de estímulos y reconocimientos a quienes cumplen con su deber y defienden sus principios y convicciones a pesar de las dificultades que esto les pueda acarrear son los verdaderos obstáculos para ser efectivamente honestos.

Hay que tomar la honestidad en serio, estar conscientes de cómo nos afecta cualquier falta por pequeña que sea… Hay que reconocer que es una condición fundamental para las relaciones humanas, para la amistad y la auténtica vida comunitaria. Ser deshonesto es ser falso, injusto, impostado, ficticio. La deshonestidad no respeta a la persona en sí misma y busca la sombra, el encubrimiento: es una disposición a vivir en la oscuridad. La honestidad, en cambio, tiñe la vida de confianza, sinceridad y apertura, y expresa la disposición de vivir a la luz, la luz de la verdad.

La falta de honestidad en las elecciones municipales del 2008, ahora que recordamos ese enorme fraude hace d0s años, condujo al país a sufrir las consecuencias emanadas de la insaciable voluntad dictatorial del orteguismo. Hoy estamos nuevamente a las puertas de la consumación de otra aberración, el fraude del 20011, y estoy en lo correcto al decir que lo que está por venir será peor. El régimen, cada vez más deslegitimizado, se hunde en sus propias marañas ante sus ciudadanos, se expone ante la comunidad internacional y se condena ante el inevitable juicio de la historia, ese juicio que no será una simple evaluación sino un proceso por el que tendrán que pagar todos aquellos que hoy se coluden contra la paz de ésta nación.

Algún día en Nicaragua la honestidad dejará de ser un valor en proceso de extinción. Algún día los que defienden lo indefendible se darán cuenta de que fueron cómplices, en qué desembocó su ignorancia, hacia donde llevaron al país y culpable de qué resultaron. Algún día la luz reinara y las sombras se disiparan. Algún día vamos a vivir en paz y habrá confianza y no tendremos miedo y seremos buenos vecinos y no habrá temor por expresar nuestras ideas.

Algún día dejaran de haber candidatos que ofrezcan honestidad como promesas de campaña cuando ésta debe ser el elemento natural. Andan por ahí ofreciendo la misma cantaleta que el ingrato de Enrique Bolaños en el 2000: La Revolución de la honestidad cuando por el solo hecho de prometerlo ya me suena a contrarrevolución. Si no tienen más que decir mejor que no digan nada pero los que tienen mucha deshonestidad encima que cuiden su techo que es de cristal.

POR NICARAGUA CUESTE LO QUE CUESTE ASI PENSAMOS EN EL MOMENTO.


Soy Moisés Absalón Pastora y con su voto amigo demócrata quiero ser diputado.

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