lunes, marzo 01, 2010

Moisés Absalòn Pastora. DETALLES DEL MOMENTO. UN PERIODISMO NUNCA TAN POLEMICO COMO HOY.

Hoy es el día Internacional del periodismo nicaragüense y no estamos de manteles largos y no son blancos los que cubran la mesa donde han de servirnos, sino páginas negras que reflejan, la pobreza humana de quienes en éste gremio hemos dejado de tener conciencia ciudadana y cristiana. Lo que digo es duro y triste porque todos en el fondo sabemos que no merecemos nada aunque haya quienes crean que hoy son el centro de atención de nuestro mundo.

Hoy se demuestra que lo que demandamos a la sociedad que debemos supuestamente educar, somos incapaces de practicarlo entre nosotros mismos. Hoy vendemos embriagantes especies difamadoras que se divorcian de toda ética humana para atrofiar el alma y espíritu de una nación que ya no nos respeta como antes; que hoy nos da un abrazo pero que no representa el saludo fraterno, sino la bienvenida hipócrita, de quienes con mucha razón fingen estar contentos al vernos cuando en realidad nos quieren de lejos porque nosotros hemos sembrado la desconfianza entre todos.

Hoy, en lo que nos corresponde en la celebración de éste Día Internacional del Periodismo, para mí es un día vacio. Hoy recordamos a los que ya no están y pasaron a mejor vida evocando las anécdotas de los que murieron pero en la generalidad sin lecciones porque aquellos que ya no están son periodistas de otra época que nada tienen que ver con la sobrada ligereza, falta de profundidad y conocimiento de los temas que abordamos o al menos con alguna noción del bello idioma que hablamos pero al que muchos, bajo el linaje de los sabios, atropellan sin considerar una sola gota de respeto por el público que nos fiscaliza.

No queremos oír que el gremio está falto de solidaridad entre nosotros mismos. Ya no hay amigos como antes porque él más lento de todos es capaz de atravesarte el corazón de cualquiera sin necesidad de dagas, cuchillos o puñales. Nadie es capaz de hablar bien del colega y cuando el gesto amable, franco y sincero surge entre la podredumbre, como el oro entre el lodo, tampoco hay espacio para el agradecimiento, por el contrario se ha convertido en un estilo que a la vuelta del tiempo los buenos han sido apartados por los malos para que estos hagan en el espacio radio eléctrico de las comunicaciones el papel de payasos en la televisión, de escribanos en los periódicos o de microfoneros en las radios para servir a las causas que nunca se sintonizan con las necesidades nacionales aunque claro todos decimos actuar por los intereses de Nicaragua y los nicaragüenses.

Del periodismo se dice universalmente que es el gran fiscalizador de la cosa pública y cuando hablamos de cosa pública no hablamos solo del gobierno, de sus entidades o del estado en sí, hablamos de la empresa privada que da un servicio, de los partidos políticos que se ofertan al electorado, del ornato de la ciudad, de la basura, de la infancia, de la relación hombre-mujer, de las religiones, del deporte o de la cultura y de todo eso se dice que somos fiscalizadores, , , ¿pero quién nos fiscaliza a nosotros?



Del plano de la fiscalización expresamente hablando hemos traspasado la frontera para hacer el papel de jueces, procesando incluso a los jueces mismos y aquel periodismo responsable que era parte fundamental del desarrollo de Nicaragua y los nicaragüenses se convirtió en un periodismo lapidario, fatalista y salvaje que ha hecho de todo mortal que vive en éste, nuestro pedacito de tierra, un ladrón y es que muchos a cómo viven juzgan.



Para no enfermarse en nuestro país hay que evitar oír noticias. El mañanero que se despierta antes que amanezca y pone las radios lo que oye son los titulares de los periódicos con la intención de informarse y por el contrario comienza a amargarse. Se cansa y se va a la televisión desde las seis de la mañana y sintoniza el dos, el cuatro, el ocho, el once, el doce, el 23 o el 100% noticias e igual ve los titulares de los periódicos que auguran el desastre y promueven el suicidio en masa y por si esto fuera poco tiene que despacharse luego a un político que llega con la espada desenvainada a despotricar contra él otro, que dice nunca hace nada, o contra otra especie de su misma naturaleza que al final resulta ser tan cohete quemado como el mismo que con gran despliegue es exhibido en la pantalla chica, por uno de esos tantos conductores de la televisión nacional.

Esta rutina se repite todos los días y así se encuentra el televidente, lector u oyente que mientras unos sirven a intereses de partido y otros, los oficialistas, a intereses de gobierno, en el medio hay un mínimo de periodismo objetivo que el final termina siendo víctima de los extremos polarizados de la información porque son molidos por el cuecho y el resentimiento de los que quisieran que todos al final tuviéramos el mismo ímpetu pirómano para incendiar al país avalando la politiquería de los que quieren hacer daño a la continuidad de la democracia o de los que quieren que caigamos en el juego de no aceptar que la actual administración está cometiendo errores que no debería, pero que pasan por alto frente a un oficialismo rastrero que se jacta de defender “revolucionariamente” al gobierno cuando lo que hace es restarse, sustraerse o eliminarse de cualquier rango de credibilidad que nos conduzca a la noticia tal cual es, cincelada por la realidad, sin comentarios y sin agregados para que la gente únicamente sepa, que ella misma determine sus conclusiones y no que nosotros decidamos inducirla alterando la escena de los hechos con opiniones que desarman los contextos.

Hoy nos es penoso el surgimiento en el último año del descaro panfletario y panegírico de aquellos que con poses locas y fanáticas se hacen llamar ahora los “periodistas sandinistas”. Que ofensivo el sesgo y que desnaturalizador el pretendido de ideologizar un oficio o presión tan romance y noble como ésta. Muchos como él fruncimos el seño cuando leímos una convocatoria para que los “periodistas sandinistas” asistieran a un encuentro para que cerraran filas en defensa del orteguismo.

El periodista puede ser lo que quiera en términos políticos y partidarios pero no puede por la credibilidad misma enfundarse en la camiseta de ningún partido en el ejercicio de la acción periodística. El periodista lleva su preferencia ideológica por dentro; Puede, porque de todas formas su enfoque lo delata, tener una opción partidaria pero no debe agregarse ningún apellido en términos partidarios.

Yo, Moisés Absalón Pastora, soy un periodista liberal en términos del oficio que ejercemos como una ocupación que no es necesariamente académica y aunque también soy liberal partidariamente hablando eso no me permite conciliar que sea ético llamarme “periodista liberal” por el apellido del partido porque aunque vivimos en un país donde todo se puede, porque los conceptos se invierten, eso significaría encasillarme y negar que mañana o pasado mañana vaya a limitar mi percepción sobre hechos que me son visiblemente incorrectos para callármelos. Todos conocen mi filiación política pero cuando estoy aquí en el Radioperiodico El Momento soy crítico de lo que considero está mal y señalo a quien tenga que señalar y si por eso algún día he de correr el riesgo de que me echen de ésta radio, así será porque eso es lo que me hace libre y nunca una pieza o una cosa que quieran poner o quitar de lugar a la hora que se les ocurra.

Eso de los “periodistas sandinistas” es un manoseo más de la pareja presidencial contra el gremio. En esas convocatorias van muchos que no son “periodistas sandinistas” y entre ellos a una colega que trabajando como divulgadora en una institución del estado, horas antes me decía que era obligatorio asistir al encuentro de los “periodistas sandinistas”, como obligatorio había sido llenar su esquela como militante del partido.

Veo en todo éste manoseo la desesperación del oficialismo para armar un batallón defensivo que proyecte la propaganda en la que nadie cree. Capto la creación de un nuevo frente contra la democracia en el proceso galopante por aplicar las recetas enviadas por Hugo Chávez para acabar con la libertad de expresión. Observo una disposición de enfrentar abiertamente a los “periodistas sandinistas” contra los “periodistas democráticos” a los que hay que desaparecer. Se ve claramente que están a la defensiva y que sienten perdida la causa en términos mediáticos y que las estrategias comunicacionales fracasaron.

Por eso mismo dicen que se están agrupando y digo que dicen porque en el afán de representar a los tales “periodistas sandinistas” como una fuerza, no les importa engañarse y realizar que la gran mayoría de los presentes son desocupados que no tienen trincheras en las que combatir porque perdieron o cerraron sus pulperías, que no tienen armas ni municiones con las cuales disparar porque es tan monstruosa la dictadura en el poder que muchos de esos que han sido obligados a pertenecer a los llamados “periodistas sandinistas” a mí en lo personal me han confesado que están comiendo lo que come el pollo y que se ven obligados a comer sapos porque la necesidad tiene cara de perro.

Si este es el ambiente que rodea el Día Internacional del Periodismo que pena porque el partido de gobierno sigue dando pasos más largos para polarizar al gremio. Es fácil observar las relaciones tensas entre un sector del periodismo y otro. El rechazo entre los polos en la contienda ideológica es visible. Los que están en las alturas, creyéndose en el poder, ven a los que están en la llanura, aproximándose a la indigencia, con desprecio y de ninguna manera con solidaridad. Eso significa que el periodismo como otras actividades es víctima de los retrocesos que estimulan gobernantes que como estos procuran la tensión en los sectores.

Estos que se llaman “periodistas sandinistas” francamente llueven sobre mojado. Aquellos que lo han sido desde siempre o porque somocistas que se convirtieron el 19 de julio de 1979 nunca necesitaron del apellido partidario para que los identificáramos como lo que son. Hoy sin embargo los usan para hacerles creer que los toman en cuenta, para que se crean de la argolla “revolucionaria” pero nunca pasarán de ser instrumentos o marionetas porque los que están en la primera fila del fanatismo, los que se venden como los iluminados o herederos del camarada Julius Fucik sabemos quiénes son y ofenden y se ridiculizan cuando el contenido de esos llamados foros es para adoctrinar o para lavar el cerebro de aquellos a los que consideran débiles ideológicamente hablando.

Esos fanáticos y agentes de la seguridad del estado que convocan a los “periodistas sandinistas” hablan de aplastar al periodismo libre y democrático. Ponen a los más emblemáticos trogloditas del régimen a sugerir formas para sobrepasarnos porque se reconocen vencidos porque en el campo de la credibilidad perdieron.

En Nicaragua el único que siempre ha sobrevivido es el “periodismo democrático”. Es el periodismo humanista comprometido con todos, el que no tiene apellidos, el que tiene únicamente en su pensamiento el color de nación porque su ejercicio lo inspira la libertad. Ese periodismo es el que vale. Aquel que tenga por ingrediente el apellido del partido sea éste orteguista o arnoldista, sandinista o liberal no existe ni debe existir.

El día que tenga algo que señalar porque haya cosas que no me parecen no es el apellido del partido el que nos va a detener, no es el compromiso con él líder el que va influir. Cuando haya algo que no calce en la visión del mundo que habito entonces surgirá mi periodismo porque antes que cualquier hecho lo fundamentan es la consciencia del sentido común y defender lo que sea posible defender en tanto no nos hayamos convencido de que los intereses, resentimientos o manejos políticos quieran hacer de nuestro ejercicio el instrumento de sus malsanos propósitos.

A todos los “periodistas democráticos” de Nicaragua felicidades en el tragedia y el llamado a la búsqueda de coincidencias en medio de la tormenta. Si aquellos que se llaman “periodistas sandinistas” se coluden oficialmente con el poder para aplastar a los que estamos en la otra acera como críticos de sus desaciertos, entonces convoquémonos los “periodistas democráticos” para defendernos porque estamos en la mira de una dictadura fascista y tenemos que luchar por nuestra integridad y la libertad de todo un país que está al pie de la horca.

POR NICARAGUA CUESTE LO QUE CUESTE ASI PENSAMOS EN EL MOMENTO.

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