viernes, marzo 06, 2009

EL CORREO


Había un hombre que trabajaba en la oficina de correos, cuyo trabajo era procesar las cartas que traían la dirección ilegible.

Un día llegó a sus manos una carta que traía escritura temblorosa y que iba dirigida a Dios, pero no tenía dirección alguna. Como esa carta no iba a ir a ningún lado, decidió abrirla para ver de qué se trataba.

'Querido Dios: Soy una viuda de 84 años, que vive de una pequeña pensión.
Ayer alguien robó mi bolsa que tenía 1,000 pesos, era lo que me quedaba de la quincena y ahora voy a tener que esperar hasta mi próximo cheque, no sé qué hacer.
El próximo domingo es Navidad y había invitado a dos amigas mías a cenar, pero sin dinero, no tendré qué ofrecerles, no tengo ni comida para mí, no tengo familia y Tú eres todo lo que tengo, mi única esperanza. ¿Me podrías ayudar...? ¿Por Favor? Sinceramente, María.'

Fue tal el impacto que la carta causó al empleado postal, que éste decidió mostrarla a sus compañeros de trabajo. Todos quedaron sorprendidos y comenzaron a buscar en sus bolsas y carteras. Al final de la tarde, habían hecho una cooperación de 880.00, los guardaron en un sobre y se lo mandaron a la dirección del remitente de María.
Esa tarde, todos los empleados que cooperaron, sintieron un rico calorcito en el ambiente y una sensación de satisfacción, que tal vez no experimentaban hace mucho tiempo, al saber lo que habían hecho por María y sus amigas.
Llego la Navidad y se fue.
Algunos días después de la Navidad , llegó a la oficina de correos otra carta de María.

La reconocieron inmediatamente por la escritura y porque iba dirigida a Dios. La abrieron y todos con curiosidad escucharon lo que decía:
'Querido Dios: con lágrimas en mis ojos y con todo el agradecimiento de mi corazón, te escribo estas líneas para decirte que hemos pasado mis amigas y yo, una de las mejores navidades de la vida, y todo por tu maravilloso regalo. Debes saber que siempre hemos sido fieles a Tu mandato y hemos guardado todos Tus mandamientos. Tal vez ésa sea la razón de Tu benevolencia con nosotras. Gracias, Dios. Por cierto, faltaban 120 pesos... seguramente se los robaron esos hijos de la chingada del correo...'

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