lunes, julio 28, 2008
LA CARTA DE PURIFICACIÓN. (CIUDAD DE MÉXICO)
Carpinteyro: A purificar el correo. /MAURICIO RAMÍREZ
Arly Faundes Berkhoff Ciudad de México
Con sueldos variables y mediciones de desempeño, el servicio postal de México busca salir de la crisis en que se encuentra
Los carteros del Servicio Postal Mexicano están en medio de un cambio de paradigma. Ahora no sólo tienen que trabajar ocho horas diarias de lunes a sábado (en vez de las seis y media que cumplían hasta hace poco de lunes a viernes). También tienen que salir más a la calle, cosa que, paradójicamente, no era su fuerte.
“Esto es un trauma, es como que si fuéramos sedentarios y de la noche a la mañana hubiese que hacer ejercicios”, dice Manuel Acevedo, presidente del Sindicato de Trabajadores de Sepomex. Pero intuyen que el cambio los beneficia. Con un salario base tan bajo como US$331, la directora general de Sepomex, Purificación Carpinteyro, les ofreció un sistema en el que podrán hasta duplicar su sueldo cumpliendo metas de calidad, eficiencia y eficacia del servicio postal.
Este convenio es el primero de una seguidilla de cambios que la ex ejecutiva de Movistar México y de la brasileña Embratel piensa implementar. De aquí a 2012 espera convertir a Sepomex en una nueva plataforma de distribución comercial y sacarla de la ruina económica en que se encuentra hace años. “Hay todo un mercado que no se ha dinamizado por la falta de una plataforma confiable, disponible y accesible a la mayoría de la población”, dice Carpinteyro.
Hoy, la compañía posee sólo un 16 por ciento de un mercado que comparte con cadenas nacionales como Estafeta, y las internacionales DHL y FedEx, en un negocio que en toda América Latina los privados arrebatan al Estado. La ejecutiva cree poder contra eso. Aunque, en el papel, la misión de esta empresa paraestatal no es generar utilidades, sino cumplir con la obligación del Estado, de prestar servicios postales, Sepomex estaba pidiendo a gritos una reestructuración.
“Una de las líneas más rentable es la paquetería, pero la competencia le quita una parte muy importante a Sepomex por la mala imagen que tiene frente al público”, explica la académica Silvia Meljem, del ITAM.
Carpinteyro ha logrado buenos resultados. Mientras el compromiso para 2007 era cerrar el año con US$227 millones, Sepomex vendió US$255 millones, un 20 por ciento más que en 2006. Para este año la meta es bastante más alta: US$407 millones.
Y la ejecutiva acertó partiendo por lo más difícil: hablar con los trabajadores. El acuerdo con ellos ha sido fundamental, por lo que el sindicato y la gerencia desarrollaron una historieta llamada “El Correo del Correo” en que a través de las vivencias de un cartero llamado Nico explican cómo los trabajadores pueden acceder a la Bolsa de Alto Desempeño (BAD), que administra los bonos de productividad.
“Entre los trabajadores se dice: hago como que trabajo porque hacen como que pagan. Esas cosas son las que tenemos que eliminar”, dice Acevedo, del sindicato.
Según Carpinteyro, muchos todavía no quieren esforzarse más para conseguir el beneficio. “Los funcionarios de Sepomex son muy listos y quieren ver cuánto esfuerzo deben hacer para ganarse el bono”, dice. De hecho, han debido reajustar los mecanismos de control, fiscalizar las evaluaciones que hacen los administradores y hacer auditorías externas. Según la medición de marzo, un 87 por ciento cumplió con las metas y consiguió el bono.
El nuevo sistema ya está dando frutos, dice Carpinteyro. En lugares como Ciudad de México y Monterrey los envíos se tardan menos de tres días, cuando antes no había certeza si sería un día o un mes. “Los empleados entienden que eso es un bono que se tienen que ganar y eso está generando métricas muy buenas”, dice.
LA NUEVA MARCA
El cambio no sólo va por dentro. En septiembre próximo la marca Sepomex será reemplazada por “Correos de México” o “El Correo de México”. La decisión es lógica. Palabras como éstas ayudan a la compañía mucho más que la vieja sigla Sepomex a pararse frente a un público que no la quiere.
Según encuestas de la organización, menos del 10 por ciento de las personas relacionan a Sepomex con el correo. Y las que lo hacen, lo asocian a mal servicio, falta de confianza e incluso, corrupción. “Es nuestra oportunidad de relanzar la marca, ofrecer un nuevo servicio y que nos crean”, dice Carpinteyro.
Sepomex también ha invertido en la modernización de su infraestructura y la reestructuración del cuerpo de inspectores postales para dar seguimiento a los actos ilícitos como el robo de correspondencia.
“El correo mexicano debe verse como una empresa”, dice Roberto Sánchez, académico de la Universidad Iberoamericana. “No como un negocio que dé utilidades, pero tampoco para que el Gobierno deba estar siempre subsidiando”, añade.
El futuro de Sepomex no será fácil. “Son muchas cosas las que hay que hacer”, dice Meljem, del ITAM. Según un informe de Universal Postal Union —organismo internacional especializado en los servicios postales—, en América Latina se han desarrollado políticas indiferenciadas de liberalización del sector postal, lo que ha debilitado a los prestadores de este servicio.
Los envíos procesados por los servicios postales en la región, exceptuando Brasil, se calculan en 14 por habitante al año. Y del mercado en el sector postal, un 60 por ciento está en manos privadas y un 40 por ciento en los servicios estatales. Brasil es el país más activo con 62 envíos por habitante al año, mientras México registra sólo 17 y Bolivia 6.
Los trabajadores están conscientes del difícil panorama: “El comercio internacional dicta que los correos son una carga para el Estado, porque, según ellos, ya no es un negocio”, dice Acevedo. “Pero si no fuera negocio no existiría FedEx o DHL”, indica.
Carpinteyro apuesta a la generación de nuevos negocios. A sus dos clientes principales —que representan el 36 por ciento de sus ingresos— ha sumado recientemente a HSBC, Telcel, Sears, Inbursa y Santander. Y está potenciando su presencia entre las pequeñas, medianas y microempresas, para las que el servicio express de Sepomex —llamado Mexpost— resulta más accesible. Sin embargo, sólo un 16 por ciento lo conoce y apenas un dos por ciento lo utiliza. Por otro lado, comenzarán con el envío de remesas desde Estados Unidos.
La ejecutiva tampoco le teme a la penetración de internet y la telefonía. Según ella, incluso pueden complementar al correo. Sí le teme a la burocracia que sufren empresas paraestatales. “Tengo el apoyo de las entidades gubernamentales y ni así los procesos son expeditos”, dice.
Mientras, la ejecutiva y sus empleados tratan de que la empresa funcione. “Vendemos servicios y no podemos darle más tiempo al tiempo”, dice Acevedo, del sindicato. Por eso, todo lo que llega por las mañanas a las oficinas se lo llevan los carteros muy temprano, para que al final del día no quede correspondencia por distribuir. Y ellos también puedan ganar un poco más.
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