DETALLES DEL MOMENTO.
Ingobernabilidad es la desobediencia civil al orden establecido. Es cuando los gobiernos no responden a la voluntad popular y esto ha hecho que los ciudadanos al no estar identificados con el gobierno, no haga suyas las líneas y ejecutorias del poder.
La ingobernabilidad es un estado de emergencia producido porque el descontento social no permite que los políticos de turno gobiernen. Oscar Arias Sánchez, Premio Nobel de la Paz y actual Presidente de Costa Rica al respecto dice que ingobernabilidad es la excusa favorita de los gobernantes populistas para justificar administraciones mediocres y corruptas.
En lo que a nosotros respecta no es difícil advertir que estamos bajo un franco régimen de ingobernabilidad. Nicaragua no tiene un gobierno y los que detentan el poder no son más que empresarios que usan la estructura política y administrativa de la nación para hacer negocios y cualquier otra cosa que genere a su alrededor son globos de distracción para que nadie se dé cuenta de lo que realmente está pasando.
En nuestro país estamos sentados en un polvorín que hará BUM en cualquier momento. La crisis política ha disparado la crisis económica, la crisis económica ha profundizado la crisis social y la combinación de esos tres elementos es una bomba de tiempo cuya onda expansiva nos puede lanzar a la tierra sin ley donde cada quien haga lo que quiere.
Aquí vamos a la deriva. No hay capitán en el barco que conduzca el timón. Vamos hacia donde nos lleve la corriente directito a estrellarnos contra los arrecifes y aunque todos estamos consientes de las consecuencias solo dejamos que las cosas pasen y nos convertimos en complacientes observadores de nuestra propia tragedia.
En Nicaragua los actuales gobernantes han demostrado poder hacer lo que quieren. Se saben sin oposición y sin resistencia y a través de la política del miedo han logrado pasar sobre lo que han querido, incluso por encima de la voluntad popular y de la mismísima constitución de la república que desgraciadamente es para quienes la manosean una putanesa para satisfacer sus demencias de poder.
La ingobernabilidad es la tierra donde los procesos constituidos en la ley son sobre pasados por la anarquía y el capricho, en nuestro caso, por un error reeditado y traído desde el pasado que ha creído poder llegar a los más absolutos extremos de la impunidad utilizando institucionalmente al estado para lanzarlo contra sus enemigos políticos.
En Nicaragua la democracia fue asaltada por la ingobernabilidad y por mucho que se haga o diga son tantas las evidencias a mano de tan burda incapacidad que no imaginamos cómo será el tamaño de ese medio vuelco que les viene. Ellos apuestan sobre lo que hacen porque miden el resultado de sus desatinos en función de lo que también avalan sus camaradas uniformados en el ejército y la policía porque creen que eso, aunado a la judicialización de la política, de la chanchera que han hecho de la Asamblea Nacional para comprar voluntades y de la mafia establecida en el Consejo Supremo Electoral para robar elecciones, es suficiente para gobernar por decreto, lo que igual significa legalizar la dictadura.
Las noticias de todos los días nos hablan de nuevos intentos del régimen por acorralar, no importa cómo y qué tan ilegal sea, a sus opositores; Las instituciones del estado son sometidas a la agresión corrupta de sus funcionarios con la bendición canalla de los inmorales contralores rojo y negros entre los que se incluyen ahora aquellos que un día fueron puestos por los liberales y que ahora, espero que así sea estén fuera del PLC; Los órganos castrenses del estado no toman distancia de las ilegalidades, por el contrario se acercan a ellas como para complacer al dictador y no los quiten de donde están para no perder ni los privilegios, ni los salarios ni los cuantiosos beneficios; El desconocimiento de los CPC a la autoridad, el vandalismo de estos sobre cualquier inmueble público o privado; El asalto destructor de las turbas como el acontecido recientemente sobre la Alcaldía de Ciudad Sandino; El espionaje en las instituciones de gobierno; La protección a violadores de mujeres por ser miembros del partido; La toma de tierras por elementos que sugieren el apoyo de la familia presidencial; La descarada confusión entre el estado y el partido en donde las oficinas de gobierno se convierten en estructuras del FSLN, donde el parque vehicular de las instituciones se pasea en los mítines partidarios y donde el trapo rojo y negro está por encima del azul y blanco; Es el timbre de la amenaza, del conflicto permanente, de la voluntad por evidenciar lo malo y lo perverso que pueden ser ante quienes perciben estar aterrorizados.
Todos esos elementos que apenas son un asomo de una barbarie mayor es en sí la ingobernabilidad. Es el juego sucio, es la mafia organizada y la estocada diaria a la democracia para que nos acostumbremos a ello y de esa forma nos salgan costras y cayos que nos hagan perder la sensibilidad y así nuestra capacidad de protesta.
Así las cosas Nicaragua está condenada a una suerte trágica porque si el cometido hoy es poner tras las rejas a la fórmula que los podría barrer en el 2011, Arnoldo y Eduardo, bajo juicios burdos desenterrados del cementerio, a fin de que no haya liderazgos que conduzcan a la recuperación de la democracia, entonces preparémonos porque la historia nos pinta como rebeldes y cualquier expresión en ese sentido es legítima ante el cierre de los espacios políticos que violentan la libertad de expresión y limitan nuestros derechos para organizarnos.
A Daniel Ortega le quedan menos de dos años en la ingobernabilidad pero lo grave es que si los llega a terminar el país será recibido, por cualquiera que tenga que recibirlo en el 2012 que no sea rojo y negro por supuesto, en cenizas y con profundas heridas en las que pasaran décadas y estas jamás cerraran. Hoy, aislado internacionalmente por el fraude de las elecciones municipales del 2008, el orteguismo sobrevive en sus conveniencias económicas por Hugo Chávez pero cuando éste caiga se producirá un efecto dominó aquí, en Ecuador y en Bolivia, porque todas esas dictaduras, unas más brutas que otras, están agarradas de un hilo demasiado delgado.
Los nicaragüenses deberíamos comenzar a empujar hacia la caída de la dictadura por el peso de sus propios errores. Deberíamos hacerlo articulando nuestro discurso determinando antes que cualquier otra cosa que el enemigo no está en nosotros. Para desgracia nuestra la ingobernabilidad no está solo en la dictadura, sino que la oposición que dice existir es igualmente ingobernable. El orteguismo es lo poderoso que es por nuestras debilidades y niñerías. Sin embargo si hubiera un poco de conciencia entre algunos políticos que berrean por figurar y no por proponer, por aportar y no descomponer, entonces otro gallo nos cantara frente a la ingobernabilidad y seríamos fuertes y la sociedad nos apoyaría y la institucionalidad prevalecería en beneficio de la libertad que todos decimos querer pero que por estupideces injustificables dejamos ir como agua por nuestros dedos porque no hemos demostrado hasta hoy que somos capaces de retener la esperanza que estamos dejando ir porque eso es lo más cómodo para los franco tiradores que con mampuesta disparan a más no poder contra todo esfuerzo sincero que se quiera hacer por la unidad.
La ingobernabilidad es el resultado de la incapacidad. De la falta de una agenda en la que prevalezca el orden. Es la falta de autoridad jurídica y moral. O es la implacabilidad de la ley o es la ley manipulada contra la libertad o interés del contrario. Es el dominio a través de la fuerza, el chantaje y la extorsión de la minoría sobra la mayoría. Es el elemento perfecto para una guerra que nadie quiere.
POR NICARGUA CUESTE LO QUE CUESTE ASI PENSAMOS EN EL MOMENTO.
Soy Moisés Absalón Pastora y con su voto amigo quiero ser diputado.
lunes, febrero 21, 2011
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