jueves, junio 30, 2011

ANTE QUIEN SE RINDIO EL CAMPEON. Por: Moisés Absalón Pastora

Nunca he sido hipócrita. En la medida de lo posible he tratado de ser lo más franco posible y digo en la medida de porque siempre nos ha tocado en la vida el uso de las mentiras blancas no tanto para ocultar verdades, sino para evitar dolores. Hoy debo abordar el madrugón que hace dos años nos sorprendió a todos los medios de comunicación y que a muchos nos despertó abruptamente cuando realizamos que Alexis Arguello había muerto, que no era mentira que la figura histórica del deporte nacional había sido suicidado.

No voy a rasgarme las vestiduras sobre este tema pero quiero universalizar el enfoque en el Alexis capaz de paralizar a la nación con el impacto de sus golpes y en la contaminación que hizo de su propia gloria cuando decidió andar brincando en los escenarios de la política. Yo conocí a Alexis Arguello en el Colegio San Francisco de Asís donde estudiamos juntos. Entonces el Fundador, propietario y Director del famoso San Pancho, Profesor Héctor Darío Pastora, Tío abuelo de éste servidor, lo animó a sacar el bachillerato y lo becó. En ese tiempo éste quien les habla era el capitán de la banda de guerra y Alexis el abanderado del pabellón nacional cuando hacíamos los desfiles. Eso nos permitió un grado de amistad que hizo posible, estar en términos de compañerismo, un poco más cerca del flaco que otros y claro sacaba más pecho de esa relación cuando Alexis me daba raid, casi todos los días, encaminándome a mi casa en Valle Dorado, en tiempos en que éste vivía en Linda Vista Norte.

Alexis terminó su bachillerato, vino la mal llamada revolución, los asaltantes del poder le confiscaron hasta lo que no tenía y no tuvo más remedio que quedarse en el exilio sufriendo y llorando el robo y la estafa de la que fue víctima. Ese episodio tan arbitrario e injusto nadie lo pudo digerir porque contrastaba la gloria que el flaco daba a Nicaragua y el pago que recibía de los “compañeros” en el poder que ingratamente no reconocían las grandes satisfacciones y alegrías que el “Caballero del Ring” dada a sus compatriotas.

Después de un tiempo y sin imaginármelo me volví a encontrar a Alexis pero en el plano de las aventuras guerrilleras. Me encontraba en Venado en el puesto de mando de Río San Juan rodeado de un montón de cámaras esperando a un personaje que acompañaba a Edén Pastora quien se acercaba al embarque montado en una cobra, una de las dos lanchas de alta velocidad que teníamos en la Carretera Grande, -así llamábamos al Rio- y en las que solo se desplazaba la alta oficialidad.

El personaje que acompañaba a Edén era el tricampeón mundial Alexis Arguello quien llegaba a anunciar su incorporación a las filas guerrilleras del Frente Revolucionario Sandino, el brazo militar de la Alianza Revolucionaria Democrática, ARDE. Alexis comentó entonces a los medios internacionales de prensa que se sumaba a la lucha contra los dictadores que lo habían confiscado, que lamentaba como se habían perdido las libertades y que sus nuevas peleas serían libradas con el uniforme camuflado que en ese momento lucía y con la AR-15 que él había escogido para disparar contra la tiranía.

La guerra sin embargo nunca fue para Alexis aunque estuvo unas semanas en el Río más como animador de las tropas que como combatiente. Después desapareció y se dedicó a hacer la de embajador de nuestro frente de lucha ante el mundo y así se la pasó hasta que en 1990 nos volvimos a reencontrar en Radio Corporación, emisora que visitaba, para participar de esas tertulias que armábamos con los desaparecidos Alejandro Acevedo, Roy Flores, Roger León Carranza y Francisco Carranza Chamorro que también se nos sumaba para irnos todos donde Pascualito en el Faisán Dorado.

Alexis era un anti-sandinista consumado y como no serlo si le habían robado todo lo que tenía y todo lo que necesitaba cuando por los desórdenes propios de su vida, se lanzó a la oscuridad a la que descienden los seres humanos que llevados por sus debilidades, han sido atrapados por las drogas y lanzado al inframundo de la indigencia y con todo eso tuvo que luchar hasta el último momento de su vida.

Alexis Arguello contaminó sus glorias con el camino equivocado de la política que decidió tomar. De la misma manera que fue un caballero del ring -así lo reconocen todos- se convirtió en un villano cuando impredeciblemente apareció con Daniel rebajando visiblemente su estima al asumir un comportamiento salamero observado por todos y que dejó sabores amargos en tantos miles y miles que en algún momento como un ídolo insuperable y eso lo percibió perfectamente el tricampeón.

Alexis Arguello nunca fue malo. Mientras fue estrictamente atleta traslució bondad, nobleza y humildad pero el percibió, se desprende de comentarios hechos a muchos de sus amigos, que sentía que su ángel había desaparecido, que se había desvanecido. Que el respeto que el estimaba transpirar había sido totalmente disminuido y que le dolía haberse prestado para una mascarada electorera que le había dado una alcaldía profundamente cuestionada pero al final para nada porque ahí los que decidían eran otros y no necesariamente para bien.

Alexis Arguello sentía su vida bajo el fuego graneado de las adversidades. Todos los días se miraba bajo el señalamiento moral de ser un usurpador de la voluntad popular; de ser cómplice de un fraude para ocupar una silla inmerecida: de ser una marioneta de la pareja presidencial; de no mandar, de no decidir, de ser una cosa en la Alcaldía de Managua.

Desde que el tricampeón mundial fue designado a la Alcaldía de Managua por Roberto Rivas quiso hacer, desde su inobjetable nobleza, cosas buenas para la capital pero cosas que al fin y al cabo desencajaban con los planes del partido y es cuando comenzaron los problemas, que pretenderán ignorar o tapar, pero que están ahí en la boca de cualquier cantidad de testigos que conocen y saben cómo se manejaron las cosas porque las vivieron.

Alexis no había terminado de sentarse en la silla que realmente corresponde a Eduardo Montealegre cuando le prepararon una súper gira con el cuento de buscar recursos y hermanamientos en ciudades pudientes para paliar la supuesta falta de camiones recolectores de basura sobre los que podremos hablar en otro momento. Esa gira fue tan larga por Argentina y Rusia, creo que ese fue entre otros el periplo inicial, que cuando el Flaco volvió todos los nombramientos que había hecho, las compras que había autorizado, los cambios ordenados habían sido desechos, desautorizados y revertidos.

Quien dio marcha atrás a todo lo decidido inicialmente por Alexis fue el verdadero alcalde, el hombre designado por la pareja presidencial, el verdadero poder tras el trono, Fidel Moreno, con quien discutió fuertemente. El pleito fue tan grave que Alexis fue mandado a llamar por Daniel Ortega para que lo acompañara en el último acto conmemorativos al natalicio de Carlos Fonseca Amador en el que participó el 23 de Junio del año pasado en la Plaza de la República, día en el que además presentaron a Pizango el indígena peruano acusado en su país de haber provocado e incitado a una masacre en la que murieron más de 32 personas, incluyendo a 22 policías. Hoy ese terrorista está siendo juzgado en su país.

Después de que Daniel Ortega calmó la indignación de Alexis éste otra vez fue enviado a hacer el papel de embajador y según entiendo fue a Puerto Rico y Panamá pero cuando volvió se encontró con una nota en la que claramente se le decía que él no mandaba nada y que le participaban que todos los gastos para la celebración del 30 aniversario del 19 de Julio del año pasado los asumiría la Alcaldía de Managua lo que por supuesto sumió al flaco explosivo en una depresión que mezclada por otras cosas indudablemente lo llevaron a tomar una decisión en la que el arma fue el instrumento pero quien verdaderamente hala el gatillo, directamente al corazón, como para dejar un mensaje de lo profundamente traicionado que se sentía, fue el vulgareo e irrespeto a su dignidad.

Esa mañana alguien que se identificó como primo de Alexis Arguello llamó a Radio Corporación. Se trataba de Francisco Arguello quien desde Virginia, Estados Unidos, dijo haber hablado a las diez de la noche anterior con el flaco y que éste último le dijo que ya no aguantaba, que se sentía asqueado de ver cómo era vulgariado, que un tal Fidel Moreno era quien realmente mandaba, que no era posible que una periodista sin mayores atributos fuera más que él y que ya no soportaba como el mismo personal, a nivel de directores de área, se reunieran antes que con él, con Fidel Moreno quien fue designado por la pareja presidencial para cuidar por los intereses del orteguismo en la comuna capitalina.

Fue fácil deducir y fácil adelantarse a que el dictamen de los médicos forenses determinará que el suicidio fue la causa de la muerte de Alexis Arguello pero ya surgió la duda y está más que fundamentada sobre todo cuando alguien dijo en un canal de televisión que, en una mañana como hoy hace dos años, haber visto el cadáver del tricampeón golpeado pero además con varios orificios aparentemente de bala en su cuerpo.

Es indignante realmente como los asesinos de Alexis levantaron en lo que denominan “La Plaza de las Victorias” en realidad “La Plaza del Fraude, del robo, de la ignominia” un monumento elevado para glorificar al campeón pero falto de sentimiento y de reconocimiento. De sentimiento porque lo asesinaron atrozmente y de reconocimiento porque jamás les fue suyo.

De todas formas una cosa si es segura. Alexis Arguello es una víctima más del orteguismo. El arma fue el instrumento que disparó al corazón pero fueron las presiones, el menosprecio, el irrespeto a su dignidad los que lo suicidaron.

¿QUÉ REALMENTE MATO A ALEXIS?

Es tal la dimensión de lo que nos representa la violenta forma en que Alexis Arguello decide arrebatarse la vida que no podemos menos que seguir escudriñando sobre el porqué de semejante determinación y en esa línea, con los elementos que todos manejamos, hacer las observaciones que correspondan porque en el simbolismo de las cosas no debemos de perder de vista el detalle y uno de los detalles más significativos es que Alexis Arguello acudió la madrugada del Primero de Julio de hace dos años, a su última pelea pero propinando con su suicidio su último nocaut; asestado precisamente a la hipocresía orteguista que llenó de rojo y negro el sentimiento adolorido de los nicaragüenses que sabemos que esos colores lampacearon la dignidad del tricampeón.

Otro simbolismo, de la única ejecución que pudo hacer Alexis siendo alcalde designado, como el quitarse la vida, es que decidió dispararse al corazón. Difícilmente me decía un comisionado de la policía un suicida se dispara al corazón. Las estadísticas dicen que uno en un millón lo hacen y eso, pienso, es un mensaje con una profunda trascendencia porque el “Caballero del Ring” nos estaba diciendo que se disparó dónde está el nido de los sentimientos, donde los infartos de la indignación, de la traición, del menosprecio, de la manipulación, el chantaje, la imposición, el abuso, la mentira y la humillación explotan y te lanzan a la desmoralización, a aquel estado donde el dolor no es físico, sino que las lágrimas del alma te ahogan, te cortan la respiración, te pierden el horizonte y te roban el sueño.

No una vez hemos escuchado, a familiares y amigos, decirnos que por fracasos trascendentales en sus vidas sienten el corazón destrozado. Algunas frases que lo definen son por ejemplo; Me partió el corazón. Tengo el corazón destrozado. Me diste directo al corazón. Pero también en el otro extremo el corazón es un referente del amor y la felicidad y cuando nos queremos manifestar así decimos por ejemplo: Tengo gozo en el corazón. Mi corazón palpita de amor. Te amo con todo mi corazón. Estas expresiones representan que el corazón es el rincón, la casa, el escondite y la brújula de todos nuestros sentimientos y de ahí que sea el motor de nuestras risas como expresión de nuestra dicha o de nuestras lágrimas como resultado de nuestras preocupaciones, lamentos y depresiones.

Alexis Arguello por las cosas que ahora sabemos, por los comentarios hechos a familiares y amigos, horas antes de suicidarse, sentía su corazón destrozado. No quería vivir. Quería apagarse. Terminar con un ciclo odioso donde toda su gloria representó nada más que una vulgar manipulación para que otros terminaran sirviéndose de su ingenuidad. Hay una carta que circuló, no sé a ciencia cierta si fue efectivamente de su autoría, pero pienso que sí porque el contenido de la misma es el concentrado de todo lo que hemos dicho y deducido en el entorno de su muerte; Alexis se mató porque se vio sirviendo en el mismo infierno y porque los tormentos de su nobleza eran tantos que fueron demasiado frente al ultraje de su propia dignidad.

Él dice en su supuesta carta de despedida que la elección del 9 de Noviembre del 2008 no fue lo que esperaba y que tuvo que hacer cosas que no le gustaron. Alexis vio que toda su Gloria, todo la Nicaragua que enalteció desde el ring, toda la felicidad que dio a sus coterráneos, no fue suficiente para evitar el profundo cuestionamiento al cargo que usurpó y que finalmente no le valió siquiera para colocar a un CPF.



Alexis Arguello hace pública una amarga revelación en cuanto al menosprecio con que fue tratado por la familia presidencial. El acusa que Rosario Murillo, cuando después de múltiples intentos le responde la llamada, lo trata como si se tratara de uno de sus hijos, mientras Rafael Ortega, “El “Chigüín” le decía que ya estaban hartos de sus jodederas y que lo enviarían a Cuba para que lo vieran unos siquiatras. Se imaginan a aquel que dio tanta gloria al país, que estuvo dispuesto a arriesgar la dimensión de súper atleta que el pueblo veía en él para intoxicarse en el aventurismo político. El Flaco debió sentir que la tierra se lo tragaba porque aquellos que lo envalentonaron para lanzarlo al frente de un fraude lo le concedían ni una onza de respeto.

Alexis Arguello creyó desde la ilegitimidad del cargo que le confirió el sinvergüenza de Roberto Rivas que podía hacer algo por ayudarle a la gente pero la familia presidencial, Don Daniel y Doña Rosario no le dieron una sola oportunidad para demostrar de qué era capaz y de ahí que se lea en esa carta de despedida el dolor de sentirse menospreciado, que no le hayan reconocido un solo mérito y de ahí que nos haya dejado escrito que no quería condecoraciones, ni discursos, ni banderas roja y negras, ni nada que venga de Daniel ni Rosario, ni de su hijo Payo ni de Cuaresma ni de otros que me hicieron daño. Alexis en esa parte de la carta nos dice que siente una puñalada en el corazón y que su mejor expresión de protesta es la muerte misma.

Alexis hace una observación premonitoria y advierte que Daniel y la Chayo al paso que van sufrirán lo mismo que sucedió en Honduras pues solo viven pensando en la reelección y en que los CPC manden y controlen a todo el mundo. El flaco en ésta parte de la carta se manifiesta hastiado de las locuras de aquel que usa el poder para llevarnos al descalabro, a la descomposición total de la sociedad nicaragüense que cada vez con más desesperanzas siente que pierde su libertad y el tricampeón, ahora desde el más allá, nos dice con el corazón partido que la Nicaragua que tanto amó vive bajo la bota del autoritarismo.

Alexis se cansó de la política y prefirió irse porque lo metieron en un laberinto de maldades y acciones insanas, que originándose del orteguismo que lo instrumentalizo, solo daños generó a los nicaragüenses. El Flaco prefirió partir y no ser más parte de la hipocresía, de los dobles discursos y de las máscaras que esconden los rostros abominables de la mentira. El tricampeón pone un basta, un ya no más, al uso que de él hicieron quienes precisamente por ser hipócritas hoy le lloran y lo enaltecen como si en verdad lo sufrieran, como si esas banderas roja y negras que se agitan contra su voluntad, le confirieran el valor que en vida jamás le reconocieron.

El llamado más dramático y la parte sustancial de la carta de despedida que nos deja “El Caballero del Ring” es la que leo literalmente: “Cuiden la democracia y no se dejen engañar por los que me engañaron a mí”.

Es aquí cuando Alexis, desde su última exhalación, nos anima a ser soldados de nuestra libertad, la misma libertad que lo llevó a tomar un fusil y manifestarse en guerra contra el oprobio de estos mismos bárbaros que lo engañaron.

Nuestra máxima gloria nacional se suicidó. Decidió terminar con la vida que Dios le dio. Fue tanto su dolor que se disparó directo al corazón para dejarnos claramente ubicada en su anatomía el punto exacto de su dolor. El arma fue el instrumento pero el dedo que haló el gatillo fue el orteguismo y en esa bala que rompió el hilo invisible entre la vida y la muerte iba toda la traición, la mentira, la hipocresía, el engaño y el uso que de él hicieron aquellos que viven para hacer el mal, esos que solo saben producir lágrimas y angustias, los que creen que el terror es un valor y que el gobierno es para ellos y no para los demás.

A ellos no les importó asesinar a Alexis Arguello. A ellos no les importó qué tan grande fueron las pesadillas y angustias de alguien que pudo simplemente haber renunciado y retirarse para vivir de sus glorias en paz y en tranquilidad, en vez de optar, dicen ellos por el suicidio.

Hoy hipócritamente le lloran los orteguistas pero qué tan dramático y espantoso es lo que se lleva nuestro campeón a la tumba que prefirió descorazonarse para no seguir viviéndolo? Su gloria, su fama, su dimensión es tan grande que esa historia y esa verdad ya la sabemos. Esos que le levantan monumentos lo traicionaron, lo utilizaron, lo asesinaron y sobre su cadáver lloran de felicidad como los cocodrilos cuando muelen a sus víctimas.

POR NICARAGUA CUESTE LO QUE CUESTE ASI PENSAMOS EN EL MOMENTO.

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