lunes, diciembre 27, 2010

CHILE | Un 2010 difícil de olvidar Un año movido para Sebastián Piñera


El 2010 ha sido un año movido en Chile, uno de los que más desde que Augusto Pinochet se alzara con el poder el 11 de septiembre de 1973. El país más alargado del mundo se ha enfrentado durante los últimos meses a terremotos, tsunamis, a cambios de Gobierno, a eclipses totales de sol, a mineros atrapados bajo la superficie desértica, a fiestas del Bicentenario y a un centenar de personas muertas en un accidente de tráfico y en el incendio en una cárcel.
La maldición

Más de un periodista ha preguntado al empresario y nuevo presidente de Chile, Sebastián Piñera, sobre una posible maldición que le acecharía desde unos pocos días antes de que asumiera el poder en Chile, un país que a pesar de la mala suerte ha crecido por encima del 5% durante este último año.

Los relojes marcaban las 3:34 de una tibia madrugada de sábado, 27 de septiembre cuando un fuerte sonido sordo invadió las calles de los pueblos y de las ciudades chilenas, desde la región de Valparaíso hasta la región de La Araucanía. El suelo tembló durante dos minutos y 45 segundos interminables en el quinto terremoto más potente en la historia de las mediciones sísmicas. Alcanzaba 8,8 en la Escala de Richter.

Según científicos de la NASA hubo una redistribución de la masa terrestre y un cambio en la rotación del planeta. El día pasó a ser 1,26 microsegundos más corto y el eje terrestre se inclinó en 2,7 milisegundos de arco, equivalente a ocho centímetros. La ciudad de Concepción, cercana al epicentro del terremoto se movió 3,04 metros hacia el oeste.

El movimiento sísmico mató a 521 personas y dejó 56 desaparecidos, destruyendo 200.000 hogares en 239 comunas, lo que dejó dos millones de afectados y a más de 800.000 personas sin un techo donde pasar el invierno. Hubo pérdidas materiales estimadas en 30.000 millones de dólares.

Pocos minutos después del movimiento telúrico olas gigantescas, la primera de 18 metros de altura, asolaron gran parte de la costa chilena y se llevaron por delante el Archipiélago Juan Fernández. La Marina y la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi) no avisaron de alarma, por lo que se cuestionó duramente a la presidenta saliente Michelle Bachelet.
Asumiendo el cargo entre movimientos sísmicos

Unos días después, el 11 de marzo, Sebastián Piñera Echenique era nombrado presidente de la República de Chile, en medio de movimientos sísmicos. Representaba a la derecha que, democráticamente, hacía 51 años que no gobernaba.

Felipe de Borbón (príncipe de España), Evo Morales (presidente de Bolivia), Cristina Kirchner (presidenta de Argentina), Alan García (presidente de Perú) y Álvaro Uribe (máximo mandatario de Colombia en esos momentos) miraban atónitos las temblorosas lámparas del Congreso Nacional de Valparaíso. En la calle, los porteños corrían a los cerros como consecuencia de una alerta de tsunami.

Otro fenómeno de la naturaleza, en esta ocasión agradable para los chilenos y para las chilenas, hacía acto de presencia el 11 de julio. Unos 4.000 turistas acudían hasta Isla de Pascua, a casi 4.000 kilómetros del continente americano, para ver uno de los eclipses de sol más impactantes de la Historia. A las 14.10 horas el astro rey sucumbía ante la sombra de la Luna y una extraña noche se apoderaba de esta mágica isla en la que los gallos y los perros empezaban a cantar y a ladrar sucesivamente.

Casi un mes más tarde, el cinco de agosto a las 14 horas, un número indeterminado de mineros quedaba atrapado en el Yacimiento San José, perteneciente a Minera San Esteban. Los familiares de los atrapados comenzaban a llegar a este rincón del desierto de Atacama, a medio camino entre las localidades de Caldera y de Copiapó.

Pasaban los días y la tensión iba en aumento en el naciente Campamento Esperanza. Se hablaba de que los mineros podrían estar en el refugio y que tenían alimento y agua para unas 72 horas. El Gobierno se hacía cargo de las labores de búsqueda y reiteraba: "Haremos todo lo humanamente posible para sacarlos con vida".
El Campamento Esperanza

Así fue. El 22 de agosto una de las sondas regresaba de las profundidades con el mundialmente famoso mensaje: "Estamos bien en el refugio, los 33", escrito por el minero José Ojeda. Además, la sonda lleva adherida la primera carta subterránea de un minero para su familia, la de Mario Gómez.

Entraban en funcionamiento los planes A, B y C, cuyos trabajos entre profesionales de todo el mundo sacaban un 13 de octubre, por medio de la cápsula 'Fénix 2', a los '33 héroes de Atacama', después de 23 horas de trabajo. Acababa así el show mediático subterráneo más famoso del mundo que siguieron 1.100 millones de telespectadores a lo largo y ancho del globo.

Un mes antes, el 17 de septiembre, miles de personas se concentraban en la Plaza de la Ciudadanía para ver cómo se izaba la bandera más grande de Chile, un monumental emblema de 18 metros de ancho por 27 metros de largo. Además de Sebastián Piñera y de sus ministros, los ex presidentes Patricio Aylwin, Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet se reunían frente a La Moneda.

El 18 de septiembre, los chilenos celebraron la conmemoración del Bicentenario de la creación de la primera Junta de Gobierno, fecha en la que se cumplían 200 años de la independencia de la corona española. Los premios, los concursos, los proyectos, las condecoraciones, las regatas, los conciertos y las exposiciones en museos inundaban Chile.
Dos nuevos accidentes para acabar el año

Parecía que el año iba a terminar un poco más tranquilo, sin embargo, un monumental accidente de autobús y un incendio carcelario dejaban un centenar de víctimas mortales en sendos accidentes. El 23 de noviembre un autobús de la empresa Turbus se empotraba de frente contra un camión en el kilómetro 45 de la Autopista del Sol, cerca de la localidad de San Antonio, a unos 100 kilómetros de Santiago, la capital de Chile. Morían una veintena de personas en uno de los accidentes de tráfico más importantes de los últimos años.

Dos semanas después, el ocho de diciembre, Día de la Inmaculada, un incendio afectaba a la cárcel santiaguina de San Miguel, dejando 81 reos muertos.

En un primer momento se dijo que una riña interna ocasionó el fatal accidente, aunque a día de hoy las causas del suceso aún no están claras. El suceso puso de manifiesto el precario estado en el que se encuentra el sistema penitenciario chileno, cuyas cárceles están altamente sobrepobladas.

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