(Editorial del Diario La Prensa Nic. de hoy 7 de junio 2011
El odio a Fujimori triunfó sobre el miedo a Ollanta Humala, en la elección presidencial que se realizó el domingo pasado en Perú. O, como también lo han dicho analistas peruanos, la historia venció al temor. Y ahora, a partir del próximo 28 de julio el nuevo presidente de Perú será el populista de izquierda Ollanta Humala, quien derrotó por estrecho margen de votos a la candidata populista de derecha, Keiko Fujimori, hija del exdictador Alberto Fujimori, el cual está cumpliendo pena de 25 años de prisión por graves delitos de corrupción y violaciones a los derechos humanos.
La frase de los analistas de Perú, de que la elección del domingo pasado fue entre el odio y el miedo, ha sido un reflejo de la enconada división de la sociedad peruana entre el repudio a la dictadura de Alberto Fujimori de los años noventa —a la cual fue inevitablemente asociada la candidatura presidencial de su hija Keiko—, y el temor a un régimen izquierdista radical igual o parecido al de Hugo Chávez en Venezuela, con el cual se ha vinculado estrechamente al ahora presidente electo de Perú, el militar retirado y exgolpista Ollanta Humala.
Sin embargo, para el escritor peruano premiado con el Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, quien en la campaña electoral de la segunda vuelta de la elección presidencial promovió abiertamente el voto a favor de Ollanta Humala, la victoria de este es “una derrota del fascismo en Perú” (
) “se ha salvado la democracia” y se “ha librado a Perú de que una dictadura que fue terriblemente corrupta y sangrienta volviera a tomar el poder”.
Según Vargas Llosa, los peruanos “han actuado con responsabilidad, han hecho una adhesión al sistema de libertad y de legalidad que queríamos defender”. Pero advirtió al mismo tiempo que ahora “es muy importante que el futuro presidente de Perú dé todos los signos necesarios para reconciliar a la familia peruana. Ollanta Humala tiene que entender que esta victoria se la han dado las clases medias. Las clases medias son las que se han volcado en esta segunda vuelta a confiar en él, a creer que se ha apartado del modelo absolutamente catastrófico de (Hugo) Chávez”, sentenció el consagrado escritor peruano según la agencia española de información Efe.
En realidad, es obvio que los más de cuatro millones de votos que en la segunda vuelta de la elección presidencial se sumaron a los cuatro millones y medio que votaron por Ollanta Humala en la primera vuelta, el 10 de abril pasado, no fueron de personas de izquierda y mucho menos simpatizantes personales del líder populista. Se trata de ciudadanos de clase media, como lo hace notar Vargas Llosa, quienes el 10 de abril votaron por los candidatos de centro pero que este domingo lo hicieron por Humala al quedarse sin alternativa, pero también por el mal recuerdo de la dictadura de Alberto Fujimori y la sospecha de que se podría reencarnar en un gobierno de su hija Keiko. Esos peruanos que le dieron el triunfo a Humala, confían o tienen la esperanza de que este cumplirá su promesa de moderación, que respetará el sistema económico de libre empresa, la libertad y la democracia. Es gente que a su juicio votó por el mal menor, pero a partir de ahora estarán cruzando los dedos en espera de que el incierto próximo presidente cumpla sus promesas y que no vuelva a arruinar al país, como ya la izquierda radical y la extrema derecha lo han arruinado en el pasado.
Ollanta Humala es un líder izquierdista y será sin duda un presidente de izquierda, como Chávez, Correa, Morales y Ortega. Pero también son de izquierda los presidentes Dilma Rouseff, de Brasil, José Mujica, de Uruguay y Mauricio Funes, de El Salvador, los cuales gobiernan de manera democrática. De manera que lo que está por verse es en cuál de las dos tendencias de la izquierda gubernamental latinoamericana se alineará Humala: en la moderada, pragmática y “vegetariana” —como la llama Carlos Alberto Montaner— de los Rouseff, Mujica y Funes, o en la autoritaria, antidemocrática y carnívora de los Chávez, Correa, Morales y Ortega.
Pues bien, eso dependerá de que Humala cumpla o viole los compromisos de moderación que ha hecho con diversos sectores democráticos peruanos; y de que sea fiel o desleal a las promesas que le ha hecho al pueblo de ese país para que le dieran el voto y satisfacer su ambición suprema de ser presidente de la República de Perú.
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