viernes, septiembre 23, 2011

NO PUEDO CALLAR.

El caso de Silvia González periodista exiliada ante amenazas de muerte y de otra índole llama a la reflexión.

NO PUEDO CALLAR en principios por la negligencia policial al no tomar las providencias adecuadas del caso y esperar que suceda lo trágico, es decir que se cumplan las amenazas y tendríamos en Nicaragua otro periodista muerto. Asesinada o asesinado. No puedo quedar de brazos cruzados ante estos hechos públicos por tanto NO PUEDO CALLAR.

Hoy Silvia mañana usted o yo. Es decir, todos los que hemos escrito durante nuestra propia historia los desmanes de gobernantes bien sean Presidentes de la República, Ministros, Diputados, Magistrados, Alcaldes, Directores de Entes Autónomos y similares hemos estado expuesto al “castigo” por cualquier vía evacuada desde el mismo poder, sin embargo, la historia es clara al afirmar que la verdad se impone, que el periodismo sobrevive y la injusticia promulgada, promovida y ejecutada por unos pocos pasa. Pasa sin pena ni gloria. Los que escribimos, los que profesamos amor a nuestro oficio morimos en la acción de denunciar lo malo en contra de nuestro pueblo o sobrevivimos. Al final, tomamos este camino consciente de los riesgos que este conlleva. Mientras tanto aquí estamos. Aquí estaremos.

Silvia González se marchó del país pero su pluma quedó aquí. Cualquier periodista puede ser amenazado, asesinado pero surgirán miles de plumas que continuaran denunciando desordenes, abusos, en fin todo lo que huele a corrupción. Silvia no es la excepción en Nicaragua, victima de los que mediante el anonimato ocultan sus malignas intenciones. Propias de sicarios. Allí es donde la Policía Nacional tiene que actuar de forma beligerante pero no lo hace y esto crea suspicacias. ¿Está nuestra policía en favor de los que aferrados al poder o bajo la sombra de éste pretenden hacer lo que quieran o a favor del equilibrio que permanentemente señala la ley? Si se inclina del lado de quien tenga la razón y no del que amenaza “anónimamente” creando caos en familias honestas tal como es la de Silvia Gonzáles la situación podría tener diferente óptica. Pero los hechos indican otra situación.

Diríamos que ya tenemos el primer exiliado y, curioso, tenía que ser una periodista, una mujer, una dama en la cual se han ensañado sin que autoridad alguna brinde el mínimo resguardo pese a las pruebas presentadas por Silvia Gonzáles a la autoridad policial. Según la comunicadora en la última visita a la Delegación Policial ni siquiera fue atendida. Ante estas circunstancias Silvia no tuvo opción más que la de buscar seguridad a su vida y la de los suyos fuera de su propio pais. Es lamentable.

Las leyes contemplan castigo para la injuria y calumnia, los Códigos indican el camino a seguir por la vía civilizada cuando una persona se sienta agraviada por una publicación, por un comentario, por un discurso por lo que sea, allí están las leyes que regulan la conducta de la sociedad, no es grato volver a la época de la odiosa OSN (Oficina de Seguridad Nacional) de Samuel Genie de ingrata recordación para responder a una critica, a un señalamiento argumentado sobre quehaceres fuera de orden en el manejo de la cosa pública.

Para nadie es secreto que algunos Alcaldes y Secretarios políticos del FSLN han estado abusando de sus cargos al hacer uso de su poder para vigilar, incluso, hasta a ciudadanos con vieja militancia sandinista que no aceptan ni pretenden aceptar desmanes a través de los permanentes desvaríos que a vista y paciencia de la población cometen sin tener siquiera el mínimo pudor. Allí es donde surge el Periodista comprometido, surge para decir la verdad acompañada de sólidos argumentos y visos legales capaces de denunciar ante la opinión publica, las autoridades de Contraloría, Procuraduría y Policía Nacional. Claro, esto molesta a los que ya se han acostumbrado y han hecho ley de los excesos, lo miran normal, pero ante estos errores el periodismo nicaragüense continuara, que no surja la mínima duda, continuara responsablemente señalando errores de cara a detenerlos de acorde a la ley. Si por este oficio digno vienen amenazas, chantajes, cárcel, exilio y hasta la muerte, pues, tal como decía el Che: Bienvenida sea.

Ya vivimos ese terrible calvario que nos condujo a la creación clandestina de una Unión de Periodistas de Nicaragua-UPN-, un Periodismo de Catacumbas y otros instrumentos a fin de informar al pueblo aunque esto fuese bajo el ojo del oreja, del guardia, del servil, del funcionario público que servía a un sistema y se olvidó que su patrón, su jefe o como se le quiera llamar era el pueblo nicaragüense, ya ven, este se rebeló y la historia contemporánea registra hechos lamentables que no deseo que se repitan en Nicaragua.

Doy la vida, repito, pongo mi vida en manos de los que están pensando en crear otro caos en mi pais a cambio de la paz, a cambio del orden, a cambio de la honradez en la cuestión publica, doy mi vida por Nicaragua. De mi parte no me exiliaré jamás porque ya lo hice cuando desgobernaba Somoza Debayle y sé lo duro que es abandonar la Nicaragua sufrida y amada. Estoy vivo aun para ayudar a establecer orden donde hay desorden publico, estoy mental y físicamente apto para continuar analizando la situación de mi país y contribuir a que se enrumbe por el derrotero correcto que nos conduzca a una autentica democracia, a un estado de derecho que nos permita respetarnos unos a los otros sin tener que enfrentar represalias del poder de turno, tenemos, en verdad, que observarnos y tratarnos como hermanos, pero si algunos nos tratan como enemigos, ponemos una mejilla, después la otra, pues, allí es donde surgen problemas que podrían conducirnos a situaciones que no deseo para mi país.

El problema a resolver es sencillo: Si un funcionario publico comete un error que lastime la economía del país que sea denunciado no solo por periodistas, sino por cualquier ciudadano, pues, tiene respaldo Constitucional, pero que lo haga con sólidos argumentos y que él o los funcionarios sean sancionados, pero, si en vez de medidas correctivas por parte de autoridades superiores se responde desde la base con persecuciones absurdas, con amenazas inverosímiles, con chantajes y similares la situación no esta normal en mi nación.

Las criticas o denuncias con fundamento deben ser escuchadas por nuestras autoridades superiores y tomar las acciones pertinentes, puedo aceptar un error humano de funcionario público, lo que no puedo tolerar es que hayan excesos que provoquen, a través de ellos, ausencias de medicinas en hospitales, falta de cárceles adecuadas, mejor educación ante la ausencia de un presupuesto ajustado a la demanda de nuestra población, mejor calidad en el transporte urbano, suburbano, rural, mejor salario a maestros, mejor salario mínimo, mejores condiciones para soldados, clases y oficiales del Ejército, mejores condiciones para la Policía Nacional en su conjunto, pero cuando los excesos no se detienen y la falta de empleos aumenta sin proyección seria de crearlos, aumentarlos y sostenerlos a fin de edificar un estado sólido económica y socialmente hablando, cuando las planillas de las alcaldías no se cancelan normalmente por esos mismos excesos y los pasivos de entidades publicas por doquier son visibles en la geografía nacional, no puedo aplaudir millonarias cotizaciones deducidas por el empleador estatal sin enterarse al Inss de acorde a ley, como digerir siendo persona natural, ciudadano común y corriente los excesos manifiestos del Señor Roberto Rivas Reyes, que siendo Presidente de un Poder del Estado, no tuvo la consideración menos el respeto al Despacho que le asignamos en su oportunidad al hacer uso de un lenguaje impropio de su investidura con un personaje que hace comparsa con su real personalidad. Todo esto y más son cosas públicas, por tanto NO PUEDO CALLAR.

El caso de Silvia Gonzáles, insisto, debe llamarnos a la reflexión o ¿va a ser necesario instaurar Oficinas de Prensa en Honduras, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Europa, Argentina, Chile o Japón para poder escribir crónicas, editoriales, reportajes, entrevistas y comentarios sobre excesos que se suscitan a lo interno de nuestro gobierno? Que nuestras autoridades enmienden esos excesos que el pueblo con la sabiduría que le caracteriza señala y aquí tendremos gobiernos estables, legales, fortalecidos y hasta quizás permanentes con el concurso de toda una población cansada de miseria, inestabilidad y con sueños de desarrollo integral. Por esos sueños NO PUEDO CALLAR.

Henry Briceño
San Rafael del Sur
Septiembre del 2011


Henry Briceño
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