Por Edmundo Jarquín Otra máscara de Ortega ha caído. En la campaña electoral del 2006 pidió una oportunidad para “gobernar en paz”, según dijo, aludiendo a su primer gobierno durante la guerra de la década de los años 80. La ha tenido, y nos ha engañado a todos, a los que votaron por él y a los que no votaron por él, porque ocultó lo que se proponía hacer y está haciendo, aprovechando la oportunidad que el Consejo Supremo Electoral (CSE) y el pacto con Alemán le dieron de volver a gobernar, porque los nicaragüenses, de los cuales solamente un tercio votó por él, no se la dieron. Con sistematicidad, y siempre habilitado para tal efecto por las consecuencias del mencionado pacto, se ha dedicado a demoler una a una las instituciones de nuestra incipiente democracia. Una a una se fue quitando las máscaras que se puso mientras estuvo fuera del gobierno. La de la reconciliación, la de la democracia, la de la honestidad. Ahora envió, para que se le tramitaran con urgencia, tres leyes vinculadas a la defensa y la seguridad nacional, incluyendo una de régimen jurídico de los territorios fronterizos, que de inmediato encendieron luces de alarma en quienes están preocupados por el futuro democrático y de paz de Nicaragua. Ya han sido señalados los riesgos democráticos, roces constitucionales y las evocaciones de fantasmas de dolorosa memoria, como el reclutamiento militar forzado y las expropiaciones de bienes, que tales leyes contienen. Yo solamente quiero levantar una perspectiva adicional, vinculada a uno de los temas de mayor actualidad, importancia y debate: esas leyes, que proyectan un perfil militarista, e incluso belicista del gobierno de Nicaragua, justo en el momento en que la batalla de opinión pública internacional en cuanto a los legítimos derechos de Nicaragua en el Río San Juan luce perdida por la ineficiente y errática política exterior del gobierno de Ortega, solamente vienen a debilitar la defensa de nuestros derechos limítrofes. Sencillamente, otra incongruencia por parte de quienes se arropan en la bandera de la soberanía nacional, mientras la debilitan, para esconder oscuros intereses personales. ¿Quién es vende patria? El Presidente Ortega, en una reacción furibunda en contra de quienes han discrepado de su manejo de la política exterior, específicamente en cuanto a los límites con Costa Rica, y en cuanto a las leyes sobre defensa, seguridad nacional y régimen jurídico de territorios fronterizos, les calificó de vende patrias. Ese tipo de reacciones de Ortega, no son nuevas. Su intolerancia frente a quienes piensan diferente, no es nueva. Sus reacciones agresivas contra quienes discrepan de él, no es nueva. Pero como quien dice lo que no debe, debe escuchar lo que no quiere, sobre esa reacción agresiva de Ortega quisiéramos señalar brevemente lo siguiente: Vende patrias, en verdad, son los que debilitan a la Patria, y debilitándola, la vuelven más vulnerable. Cuando Ortega aísla a Nicaragua, como lo demuestran las votaciones en la Organización de Estados Americanos (OEA), en que prácticamente nos quedamos solos, la debilita. Cuando Ortega, en vez de hacer crecer económicamente a Nicaragua, la hace retroceder, porque retroceder es que en cuatro años de gobierno de Ortega el ingreso por habitante prácticamente no ha crecido del todo, también la debilita. Cuando Ortega con sus políticas divide a los nicaragüenses, y los encona, también debilita a Nicaragua. Cuando Ortega, con los problemas internos que genera en Nicaragua, y las agresiones verbales que emprende contra otros gobiernos -como fue el caso de México, Guatemala, Panamá y Colombia, entre otros- hace perder respetabilidad internacional a Nicaragua, también la debilita. Cuando Ortega, robándose las elecciones, anula la soberanía popular que establece la Constitución, también debilita a Nicaragua. Entonces, ¿quién es el vende patria? Otra incongruencia Otra incongruencia, y también aparentemente parte de los mismos oscuros intereses personales que parecieran orientan las principales decisiones del gobierno de Ortega, es dragar el Río San Juan, a lo que tenemos pleno derecho, y, a la vez, continuar con los estudios para represar ese río, en función del proyecto hidroeléctrico Brito, lo que dejaría sin sentido el dragado. Mientras puede ser argumentado que el dragado incluso facilita los derechos de navegación que Costa Rica tiene sobre un tramo del río, y así fortalecer ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) nuestro alegato del derecho a dragarlo, no queda claro si el intento de represar el río fortalecerá o no los argumentos ticos ante la Corte. Estamos, pues, ante otra incongruencia del gobierno de Ortega que puede terminar debilitando nuestra soberanía. ¿Quién es, entonces, el vende patria, si es que hay alguno, porque en mis críticas a Ortega no parto del presupuesto que él lo sea, pero tampoco acepto que nos endilgue tal epíteto a quienes discrepamos de sus políticas autoritarias? Déficit Informativo Estuve el 21 de noviembre en Camoapa, acompañando a Fabio Gadea Mantilla, y el 28 de noviembre en La Trinidad de Estelí. Ambos eventos, por la cantidad de gente y su entusiasmo, parecían actividades de cierre de una campaña electoral, y no el precalentamiento de la misma. Debo anotar lo anterior porque seguramente por estar todavía a un año del proceso eleccionario, y habiendo otros temas de relevancia que captan la atención periodística -como los escándalos de corrupción en el Consejo Supremo Electoral, o el conflicto del Río San Juan- he apreciado un cierto déficit informativo sobre las actividades que se han venido desarrollando en torno a la candidatura de Fabio. Lo cierto, y lo digo de primera mano, es que la convocatoria inicial de su candidatura, hace tres meses, no ha hecho más que crecer, y seguirá creciendo. Se autoriza y agradece su reproducción y circulación. |
miércoles, diciembre 08, 2010
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