jueves, abril 23, 2009

CARTA QUE EL GENERAL ALVARO OBREGÓN ESCRIBE A SU HIJO AL CUMPLIR 21 AÑOS...


días antes de ser asesinado en 'La Bombilla' el 17 de Julio de 1928.



Muy querido hijo:

"...Lo primero que necesitan los hombres para orientar sus actividades en la vida y para protegerse y defenderse de las circunstancias que le son adversas y que por causas ajenas a su voluntad convergen sobre su personalidad, es clasificarse.

Clasificarse ha sido uno de los problemas cuyo alcance son muy pocos los que saben comprender; tú debes por lo tanto, empezar por hacerlo y voy a auxiliarte con mi experiencia.

Tú perteneces a esa familia de ineptos, que la integran con muy raras excepciones, los hijos de las personas que han alcanzado posiciones más o menos elevadas, que se acostumbran desde su niñez a recibir toda clase de agasajos, teniendo muchas cosas que los demás niños no tienen y van por esto perdiendo asimismo, la noción de las grandes verdades de la vida y penetrando en un mundo que lo ofrece todo sin exigir nada; creándoles además, una impresión de superioridad que llegan a creer que sus propias condiciones, son las que los hacen acreedores de esa posición privilegiada.

Los que nacen y crecen bajo el amparo de posiciones elevadas, están condenados por una ley fatal a mirar siempre para abajo, porque sienten que todo lo que los rodea está más abajo del sitio que a ellos los han colocado los azares del destino y cualquier objetivo que elijan como una idealidad de sus actividades, tiene que ser inferior al plano en que ellos se encuentran; en cambio, los que descienden de las clases humildes y se desarrollan en el ambiente de modestia máxima, están destinados felizmente a mirar siempre para arriba, porque todo el panorama que les rodea es superior al medio en que ellos actúan, lo mismo en el panorama de sus ojos que en el panorama de su espíritu y todos los objetivos de su idealidad, tienen que buscarlos sobre planos siempre ascendentes; y en ese constante esfuerzo por liberarse de la posición desventajosa en que las contingencias de la vida los han
colocado, fortalecen su carácter y apuran su ingenio, logrando en muchos casos, adquirir una preparación que les permite seguir una trayectoria siempre ascendente.

El ingenio que no es una ciencia y que no se puede aprender, por lo tanto, en un centro de educación, significa el mejor aliado en las luchas por la vida y sólo pueden adquirirlo los que han sido forzados por su propio destino, a encontrarlo en el constante esfuerzo de sus propias facultades.

El ingenio no es patrimonio de los niños o jóvenes que no han realizado ningún esfuerzo por adquirir lo que necesita. El valor de las cosas, lo determina el esfuerzo que se realiza para adquirirlas y cuando todo puede obtenerse sin realizar ninguno, se pierde la noción de lo que el esfuerzo vale, se ignora el importante papel que éste desempeña en la resolución de los problemas de la vida y el tiempo que nos sobra, nos aleja de la virtud y nos acerca al vicio; y éste es el otro factor negativo para los que nacen al amparo de posiciones ventajosas..."

"...Todos los padres generalmente recomiendan a sus hijos huir de los vicios. Yo he creído siempre que existe uno solo que se llama exceso y que de éste deben todos los hombres tratar de liberarse. Yo conozco casos de muchas personas que la virtud la hacen un vicio cuando se han excedido en practicarla. Procura siempre no incurrir en ningún tipo de exceso y nadie podrá decir que tengas un solo vicio (...) Es lo superfluo el más grande enemigo de la familia humana y este imperio de la vanidad ha sacrificado mucho del bienestar y de la tranquilidad que los hombres disfrutarían si a sus imperativos hubieran logrado sustraerse y se ha perdido mucho del honor que en holocausto a lo superfluo se ha sacrificado".

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