De: Guillermo Perez Salcedo
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Desgraciadamente, los hombres y mujeres, somos los únicos seres vivos de este planeta que tropezamos dos y más veces con la misma piedra. Lo peor del caso es la insistencia por repetir los errores del pasado, bajo el pretexto que pretendemos superarlos.
Cuando el régimen de la familia Somoza se aproximaba al final del proceso histórico que lo hizo posible, los que supuestamente más tenían que perder con un triunfo revolucionario del FSLN, son los que insistieron en el desmantelamiento del mismo, olvidando que eran una parte fundamental, quizás los que más se habían beneficiado de las oportunidades de hacer buenos negocios, depositar parte de sus capitales en el extranjero. Pero querían apoderarse del aparato del Estado para utilizarlo como un mecanismo idóneo para la reproducción ampliada de su dinero, mediante procesos de acumulación intensiva del capital.
Toda solución intermedia que permitiera la sobrevivencia del Partido Liberal Nacionalista y de la Guardia Nacional de Nicaragua, era rechazada categóricamente, porque los consideraban el brazo político y militar del régimen somocista. El primero debía proscribirse y el segundo, desmantelarse por completo, de manera que su lugar fuera ocupado por el ejército de guerrilleros y terroristas.
Buscaron cinco hombres y mujeres perfectos para que a través de un organismo colegiado desempeñaran las funciones propias del Poder Ejecutivo. Alfonso Robelo Callejas, Moisés Hassán Morales, Sergio Ramírez Mercado, Violeta Barrios de Chamorro y Daniel Ortega Saavedra, son los que integraron la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, mero apéndice de la Dirección Nacional del FSLN.
A las pocas horas de hacerse del poder en Nicaragua, los integrantes de la Dirección Nacional del FSLN invitaron a una reunión a sus aliados burgueses de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional y del respectivo Gabinete y les cantaron muy claro que a partir del desmantelamiento de la Guardia Nacional de Nicaragua, se habían quedado desprovistos de poder armado de clase y que los únicos que lo tenían eran ellos, los sandinistas, a través del ejército popular sandinista, por lo que a partir de ese momento quedaban totalmente subordinados a lo que decidieran los miembros de la Dirección Nacional del FSLN.
Gracias a los hombres y mujeres perfectos que quería la llamada oposición cívica y política al régimen de la familia Somoza, se iniciciaron las desgracias para el pueblo nicaragüense. Daban lástima los aliados burgueses de los sandinistas cuando llegaban a Miami, declarando con el mayor descaro, nos engañaron los muchachos, no sabíamos que eran comunistas.
Se inició la contrarrevolución con los restos de la Guardia Nacional de Nicaragua que lograron internarse en territorio hondureño y otros que llegaron en lanchas hasta El Salvador. Reforzados con el campesinado liberal que no aceptó humillaciones ni las requisas de sus cosechas, surgió un poderoso ejército. Pero nuevamente le impusieron un Directorio Político integrado por hombres y mujeres perfectos, los que en Sapoá y en otros lugares, aceptaron la desmovilización unilateral de sus efectivos, dejando intacto el gigantesco aparato de terror, intimidación y chantaje del FSLN, el que a través de cambios cosméticos y de reducción de sus efectivos, disfrutan hoy de rango constitucional.
Con el triunfo de Arnoldo Alemán Lacayo, como candidato del Partido Liberal Constitucionalista y aprovechando sus errores y los actos de corrupción registrados durante su gobierno, los que ocurren en cualquier otro, pero tratándose del liberalismo es menester magnificarlos, se impuso nuevamente la tarea histórica de los hombres y mujeres perfectos de Nicaragua de destruir ese instrumento de derecho público que ha garantizado a Nicaragua y desde julio de 1893, progreso, paz y estabilidad política a Nicaragua.
Fue así como surgió la candidatura de Enrique Bolaños Geyer a la Presidencia de la República de Nicaragua, por el PLC. Fue presentado por los conservadores y otros enemigos históricos del liberalismo como el hombre perfecto de Nicaragua y no como el simulador político e impostor ideológico que todo el tiempo ha sido. Gracias a los votos de los liberales, más de 1 millón 200 mil, fue electo Presidente de la República, pero él como un gran ingrato, atribuyó su triunfo a grupitos de oportunistas y caza puestos que se organizaron como "Amigos de Enrique Bolaños". ¿Dónde están ahora todos estos amigos de lo ajeno antes que de Bolaños Geyer?
El ejercicio de la Presidencia de la República por Bolaños Geyer no fue nada perfecto, sino un gran desastre y un monumental fracaso. Bajo el argumento de combaitr frontalmente la corrupción, concertó un infame pacto con Daniel Ortega Saavedra, gracias al cual logró la desaforación de quien en virtud de un "dedazo" lo hizo Presidente de Nicaragua, Arnoldo Alemán Lacayo, encarcelándolo, pero convirtiéndose en rehén político del Secretario General del FSLN.
Las consecuencias de los errores y traiciones del gobernante perfecto, Enrique Bolaños Geyer, hicieron posible la división del voto antisandinista y el triunfo electoral de Daniel Ortega Saavedra en los comicios de noviembre del 2006. Este es el mayor acto de corrupción que se ha dado en Nicaragua, corromper las instituciones para que en nombre de la perfección tomara el poder el que está destinado a sumir a Nicaragua en otra suma de desastres, privaciones y sufrimientos de toda índole.
Los que aparecen como dirigentes de las facciones liberales, Arnoldo Alemán Lacayo y Eduardo Montealegre Rivas, han decidido unirse en la Casilla UNO para llevar al triunfo a sus candidatos en las elecciones municipales de noviembre del año en curso. Han aplicado el sabio principio, sumar las coincidencias que nos unen y apartar las discrepancias que pudieran separarnos. Pero nuevamente se levantan las voces de quienes resurgen de las cavernas pidiendo nuevas desgracias para Nicaragua, repudiando esa unión de fuerzas liberales y democráticas, porque los actores de las mismas no son hombres perfectos, sino políticos pragmáticos.
Cuando sectores importantes de un pueblo son sugestionados por individuos carentes de visión política y los embarcan en las aventuras de buscar hombres y mujeres perfectos para que se hagan cargo de los Poderes del Estado, para mientras los encuentran -misión imposible-, surgen los Fidel Castro Ruz, los Hugo Chávez Frías, los Evo Morales, los Daniel Ortega Saavedra, los que en nombre de una perfección inexistente, los llevan a sufrir las mayores desgracias de toda su existencia.
Ojalá que la unidad de las fuerzas liberales y democráticas que se ha dado en la Casilla UNO, permita iniciar el proceso de recuperación democrática de los gobiernos municipales, para proyectarse con éxito en las elecciones de noviembre del 2011, cerrando el ciclo que ha de liberar a Nicaragua de las garras del FSLN y del danielismo.
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