sábado, marzo 01, 2008

UNIDAD PARA DERROTAR A ORTEGA. OJALÁ SE LLEVE A CABO. YA BASTA DE PAÑOS TIBIOS PARA ESE DESGRACIADO.

Este lunes se vence el plazo para la constitución de alianzas de partidos políticos que quieran participar en las elecciones municipales del próximo noviembre. O sea que los partidos y movimientos políticos democráticos tienen hasta el lunes para decidirse a formar la alianza que es imperiosamente necesaria para ganar esas elecciones.

Como es bien sabido, el Partido Liberal Constitucionalista (PLC ) y la Alianza Liberal Nicaragüense (ALN) firmaron el 9 de enero pasado un acuerdo de intención de unidad electoral. Además el PLC aceptó que Eduardo Montealegre fuese el candidato a la Alcaldía de Managua por la unidad liberal. Eso motivó que el Consejo Supremo Electoral, que está dominado por Daniel Ortega y el FSLN, le quitara a Eduardo Montealegre la presidencia de ALN y se la diera a Eliseo Núñez Hernández.

Ante esta situación fue reconstituido el movimiento político Vamos con Eduardo. Por su parte el PLC mantuvo el compromiso de alianza electoral con Montealegre y le aceptó la condición de que su compañero de fórmula, como candidato a Vicealcalde de Managua, fuese Enrique Quiñónez. Esta condición es muy importante, sin duda, porque Montealegre no puede ni debe llevar como compañero de fórmula a una persona que no sea de su confianza política; pero además, porque Enrique Quiñónez representa y encabeza la corriente —cada vez más fuerte en el PLC— que exige la revocación del pacto y cuestiona el deteriorado y desprestigiado liderazgo caudillista de Arnoldo Alemán.

Sin embargo, el PLC puso como condición para su participación en la alianza electoral democrática que esta debe ser inscrita en la casilla electoral número uno (que es la del PLC) y no en la número trece, que propuso Eduardo Montealegre, la cual pertenece al Partido Liberal Independiente (PLI).

Así están las cosas hasta ahora, de manera que las negociaciones de este fin de semana serán decisivas para determinar si al fin se formará o no la gran alianza electoral democrática, la cual, para levantar el ánimo de la población debe ser igual o parecida a la UNO que derrotó a Daniel Ortega y al FSLN, en las históricas elecciones de 1990.

Por otro lado, la encuesta de la firma internacional independiente CID Gallup, que se realizó del 16 al 22 de febrero y fue presentada en LA PRENSA esta semana, indica que el FSLN ganaría las elecciones municipales si la oposición comparece dividida. Esta encuesta no mide intención de voto, sino la percepción de los ciudadanos acerca de cuál partido podría ganar las elecciones municipales de noviembre. Y sus resultados han sido claros, contundentes y aleccionadores.

En Managua el 41 por ciento de los entrevistados percibe que el FSLN puede ganar la elección, sólo un 12 por ciento considera que el ganador podría ser el PLC y otro 12 por ciento que ALN (la cual, para la fecha en que se hizo la encuesta todavía estaba liderada por Eduardo Montealegre). Por otro lado, el 32 por ciento percibe que el FSLN ganaría en las cabeceras departamentales, frente al 17 por ciento que considera que puede ganar el PLC y el 6 por ciento le concede posibilidad de triunfo a la ALN. Y en los municipios rurales (los que no son cabeceras departamentales), el 32 por ciento ve como ganador al PLC, 24 por ciento al FSLN y 6 por ciento a ALN.

Cuando se tomaron las muestras para esta encuesta, la gente se encontraba bajo la influencia negativa que ha generado la aparente imposibilidad de que las fuerzas democráticas se pudieran unir, para enfrentar juntas a Daniel Ortega y el FSLN y derrotar sus pretensiones de restaurar la dictadura en Nicaragua. De modo que el mensaje imperativo que han enviado los ciudadanos es que las fuerzas democráticas deben unirse para impedir el triunfo de Ortega y el Frente Sandinista. Esto es lo primordial. En la casilla que sea, pero que se unan, con la convicción de que ganar las elecciones municipales con una alianza democrática igual o parecida a la UNO que ganó las elecciones del noventa, podría significar no sólo la derrota del orteguismo sino también el principio del fin del pactismo que tanto daño le ha hecho a Nicaragua.

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