Después que mandó a sus magistrados en la Corte Suprema de Justicia a atropellar la Constitución, para anular el artículo 147 que prohíbe la reelección continua y por más de dos períodos presidenciales, Daniel Ortega ha pretendido burlarse de la oposición y del pueblo nicaragüense, preguntando en tono desafiante cuál es el miedo de enfrentarlo en la próxima elección presidencial .
Dice Ortega que si fuera cierto lo que asegura la oposición, que él representa una minoría de la población y que es repudiado por la mayoría de los nicaragüenses, según las encuestas, la oposición no debería tenerle miedo pues lo podría derrotar fácilmente en los siguientes comicios presidenciales.
Pero esto no es un asunto de miedo ni de machismo, sino de respeto a los preceptos constitucionales y a los valores de la democracia y la libertad. El problema político de Nicaragua no radica en que Ortega y sus seguidores sean todo lo valiente que dicen ser, y que los opositores y todos los demás nicaragüenses sean los cobardes de la película. Ésta es una manera primitiva, fascista, totalitaria, de ver los problemas de la política y de la sociedad...BUENÍSIMO EDITORIAL.
martes, octubre 27, 2009
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario