lunes, octubre 26, 2009

POR NICARAGUA, CUESTE LO QUE CUESTE. ASI PENSAMOS EN EL MOMENTO.

Por: Moisés Absalón Pastora.

DETALLES DEL MOMENTO.

LA INTEGRIDAD.

Es difícil poner en una verdadera perspectiva de comprensión lógica lo que sucede en Nicaragua. Es tan raro todo lo que nos pasa que aunque sepamos de qué se trata en el fondo nunca terminamos de entenderlo. Lo único cierto de cualquier cosa que se diga o se haga es que todo es inverosímil, descabellado y desproporcionado y de ahí que con mucha insistencia los nicaragüenses siempre terminamos graficando que vivimos en un país donde el plomo flota y el corcho se hunde.

Para entender más o menos todo éste enredo que hemos armado tendríamos primero que responsabilizarnos todos porque permitimos que los malos tomaran control de lo que los buenos nunca debimos abandonar. No son pocos los crímenes que a nombre de Dios cometen nuestros gobernantes. Por eso mismo nos extrañamos cuando nos esclavizan a nombre de la libertad. Cuando nos imponen la dictadura a nombre de la democracia y cuando nos llevan a la miseria a nombre de la revolución.

Todo eso es parte de los contrasentidos en los escenarios creados por la masificación propagandística del régimen para que pensemos que lo que hacen es correcto y que todos los demás estamos equivocados. En esa línea de mentiras absolutas ellos roban pero los ladrones no son ellos, son los robados. Ellos matan pero los asesinos son los muertos. Las turbas divinas te agraden y te apalean pero los responsables son los pacifistas que osaron reclamar por un derecho que vieron conculcado.

El más reciente de todos los desatinos en nuestro “paisito” es la monstruosidad de seis cuatreros en la Corte Suprema de Justicia que decidieron declarar “inconstitucional” la constitución de la república. Al respecto dos de ellos, Francisco Rosales y Rafael Solís, anda desbocados en los medios de comunicación tratando de justificar lo injustificable para dejar sentado que no hay ni habrá en el mundo argumento legal y jurídico que pueda desmantelar o hacer retroceder la decisión para que su jefe, Daniel Ortega, corra contra viento y marea en unas elecciones que de todas formas están a dos años y medio de realizarse si es que se realizan pues no hay nada que nos garantice que así pueda suceder.

Son sinvergüenzas quienes se paran frente a la tribuna de la mentira para decirnos con toda seriedad que lo que hacen es legítimo. No me refiero expresamente a los magistrados cuatreros sino a todos los funcionarios orteguistas en la administración del estado desde el cual mienten, mienten y mienten para que algo quede de tantas mentiras repetidas. Falta en todos ellos la integridad y fundamentalmente el auto respeto porque son capaces de negar o matar a su propia madre si es necesario a cambio de granjearse la confianza del dictador por el que son capaces de hacer cualquier cosa.

La integridad significa defender lo correcto, nunca lo que el dictador nos obligue a ver lo malo como bueno. La Integridad es vivir de acuerdo a los más altos valores de la honradez y la sinceridad para uno mismo y para los demás. Debemos tener integridad para hacer lo que legítimamente corresponda a cada caso. Para que nos hagamos confiables y respetados ante los demás si somos capaces de irradiar paz en nuestras frecuentes tormentas.

La integridad brilla cuando hay congruencia ética entre los que decimos y lo que hacemos. Cuando practicamos lo que predicamos y predicamos lo que practicamos a fin de constituirnos en ejemplo y testimonio para los demás. Cuando hacemos lo correcto aunque nadie nos esté viendo. Cuando corregimos un error si se cometiere. Cuando defendemos lo que es correcto.

Si así son las cosas ninguna integridad podemos percibir en los gobernantes de turno ni en los magistrados cuatreros del partido en el poder. Hay una estafa gobernante regentando los destinos de la nación y en sus representantes no hay ningún elemento a la vista que nos indique una voluntad nacional de amor por el país porque su componente humano carece de la formación de valores tan necesaria para vivir el presente y para construir el futuro.

Por el contrario todos los pasos dados hasta ahora certifican el deseo necio de hacernos retroceder al pasado. Desgraciadamente los últimos acontecimientos nos trasladan a la noche oscura de la década perdida donde todo fue ilegal, todo fue impuesto, donde todo fue un derroche de prepotencia que únicamente sembró y cosechó odios que hoy todavía no hemos podido sacudir de nuestros corazones.

Los nicaragüenses, independientemente de que nuestros gobernantes no lo sean, debemos procurar ser un solo cuerpo. Ser íntegros como personas humanas para enfrentar la desintegración moral a la que nos quieren llevar. Nicaragua es una nación de Dios pero nos quieren corromper el alma. En nombre de su libertad se cometen barbaridades descaradas para imponernos una dictadura que acaba de asesinar nuestra constitución y quieren que así lo aceptemos para que mañana cuando se disuelva la Asamblea Nacional no protestemos, para que mañana cuando no haya votos para las reformas tributarias Daniel Ortega lo logre a través de un decreto, para que mañana cuando se restablezca el Servicio Militar no brinquemos y así hasta que otra vez nos veamos envueltos en una nueva guerra fratricida que es necesaria para una dictadura que a sangre y fuego quiere perpetuarse en el poder.

POR NICARAGUA CUESTE LO QUE CUESTE ASI PENSAMOS EN EL MOMENTO.

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