lunes, abril 18, 2011

El Payaso Tenebroso, de su puño y letra, publica una carta al Primer Mandatario en la que lo conmina a pasar a la historia como un héroe. Pero lo hace

claro, con su muy particular estilo.


Señor Preciso:

Déjeme lo distraigo un chirris porque traigo atravesadas unas cuestiones en el pecho, que no quiero que se me pudran dentro nomás por la mugre indiferencia con aroma de mujer. Hace unas semanas invité al Rector Narro a un programa que deshago todas las mañanas. Me urgía platicar con el mero mero de la UNAM, pa’ pinponear acerca de algunas opiniones que ha dejado caer justo en el centro de algunas llagas de nuestro cuerpo nacional.

Señalamientos incómodos para muchos de los que trabajan para usted, pero muy refrescantes pa’ los que todavía creemos que México puede llegar vivo a la edad en que brotan los pelambres.

Tuvimos que retomar el tema de los 7 melones de NINIS y el esfuerzo digestivo que un par de secretarios suyos hicieron, pa’ tratar de refutarle sin éxito los números a un Señor que no puede darse el lujo de hacer el ridículo. Revivimos el capítulo aquel, cuando el Dr. Narro le reviró a Usted lo de la famosa deducibilidad de las colegiaturas pa’ primarias y secundarias. ¿Se acuerda que le corrigió la plana, subrayando que donde urgían los apoyos era en la famélica educación media y superior? Agüelita no pudimos dejar ir aquella petición que hizo Don José a los miembrill@s del gabinete, a renunciar a sus puestos pa’ evitar que las ganas de parchar les menguaran su deber para con uno. No le tomará de sorpresa, Presidente, que la mentada educación fue la botana recurrente en ese banquete virtual donde el Rector puso la sabiduría y yo las viejas. (PAUSA) Orita mero que le escribo, me estoy enterando que el maese Narro Robles acaba de preguntar en un evento donde se le otorga un Honoris Causa, que si somos tan chidos pa’ rescatar bancos y carreteras, por qué no tenemos los aguacates pa’ rescatar a la juventud mexicana. ¡Tenga mi gorila su lonche! (DESPAUSA)

Bueno Don Felipón, uniendo la enfermedad educativa con la estreñida generación de empleos y la inseguridad corriendo a la velocidad de un tiro en la nuca, no tuvimos otra (ni el Rector, ni Marissa Rivera, ni Leopoldo de la Rosa, ni el de la trompa) que hablar al chilacayote pelón. Aquí es donde entra el motivo central de esta carta que espero siga leyendo, si no por curiosidad o cortesía, nomás por ser el primero que figura en la nómina que pagamos los cautivos.

Haciendo tripas corazón, encontramos una figura pa’ poder expandir las ideas más allá del círculo rojo y colarnos en el siempre herido círculo verde. El país está muy mal. Lleva hartos años muy enfermo, no sabe ni dónde se halla. Al México agónico lo rodea un consejo “médico” integrado por los altos mandos administrativos, políticos de todas las calañas, empresarios con alma binaria, líderes sindicales de todos los precios y curas con templos y vocación de mercaderes. Entre este finérrimo personal tambor hay quienes tienen buenas intenciones y hasta amor por el que sufre. Los dueños. Tanto quieren lo propio que son los que pagan puntualmente el hospital y al selecto grupo de buitres que no los dejan pasar de la pinche salita de espera. Y aquí viene lo perverso, Primer Mandatario. Todos en el mentado consejo médico saben desde hace un chingo de qué está enfermo nuestro país. Ya saben dónde están los tumores y a qué tratamientos debe someterse la morena Patria. Todos saben lo mismo, pero nadie mueve un chingado dedo. Lucran con el tiempo, manipulan análisis, tergiversan resultados, prometen milagros, se cubren sus pifias e intercambian ventajas por ventajas, tochos lo juegan porque saben que ha sido muy útil por décadas mantener encamado al paciente para simular mejoría cuando la presión les pisa el nabo, o inducirlo al coma si es lo que a las instituciones conviene. Quiero creer que Usted -Don Felipe- algo debe saber de ciclos. Quiera Dios que lo sepa, porque le informo que nuestra serpiente ya se mordió la cola, y es menester que se inicie un nueva era antes de que la vida nos lo explique a chingadazos. El eterno paciente ya se volvió impaciente y los que mantenemos el huateque comenzamos a sentir escoriaciones en las gónadas y en la dignidad.

Ha de preguntarse Felipe: - “¿Y yo qué tengo que ver con toda esta retahíla de mezquinas percepciones?”- Aquí le voy. Hacia el final de la plática que me obsequió el Puma Mayor, coincidimos en que México está atado, amarrado, que es rehén de viejos pactos y oscuras componendas que ya debieran arder en una hoguera. Con el Rector tuvimos la necesidad de aclarar y aclararnos que todas las calamidades vividas en los últimos 100 años, no fueron obra de la Madre Naturaleza o del Espíritu Santo. Han sido cabrones sin vergüenza que mientras simulaban administrar nuestro patrimonio, lo malbarataron asegurando sus futuros pero aniquilando el nuestro.

Todos los plazos se cumplen Don Felipe de Jesús, y el momento de cumplir su responsabilidad histórica es hoy. Desate al país. Antes de irse rompa de tajo cualquier lazo que nos asfixie. Pártale su madre a los hechiceros que tienen cautiva a nuestra alma en la cloaca del embarre. Haga pedazos el contrato del chantaje, parta en cuatro la puta oferta de la gloria. Mírese al espejo, recuérdese por dentro. Nada es cierto afuera cuando uno carga su universo. Supere la impotencia y conviva en paz con su dolor. Apueste todo al pueblo, y de los bicharajos ni se ocupe. Esos ojales siempre caen parados. Mire, lo peor que puede ocurrir es que, en los libros, quede Usted como el Presidente que liberó a los mexicanos del secuestro más largo y más pendejo de la Historia. No quedo de Usted, ni de nadie. ¡Órale!

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