lunes, junio 25, 2012

El pobre Chávez


El gobierno y la gloria, suspiran los poderosos, mar de aplausos y rugidos de una plebe violenta, recuerdan al Coliseo Imperial, donde el orden era un tabú y las arengas de los más gritones entusiasmaban a los dirigentes. Plazas llenas para oír los esperados y floridos discursos, inciensos para triunfos, victorias, batallas, todas ganadas en heroicos combates tan imaginarios como subrealistas para llenar los fantasiosos pensamientos de las masas, así bautizadas por la imaginación de Lenin, que las llamaba así por su incapacidad de dominar el don de la razón. Lo vimos en la Plaza Roja de Moscú al lado de la catedral de San Basilio a la orilla del Danubio en la Rumanía de Causesco, en la balcánica Yugoslavia y en Belgrado su capital con el mariscal Tito en sus días victoriosos, así como la avenida de mayo frente a la Casa Rosada de Buenos Aires, escuchando al general Perón y a su incansable Evita acompañando a sus legendarios descamisados, sin olvidar a Pekín y su monumental Teannanmen con el eterno líder el presidente Mao.

En estos espectáculos, que nos recuerdan también al Duce en la plaza de Venecia en Roma, no podían faltar una fuerte dosis populista de la castrocracia cubana bajo la observación de la severa mirada del Ché y su imagen que pende de un edificio de corte capitalista en la enorme plaza de la revolución de La Habana. Este sitio es como un centro místico del partido, el equivalente de la piedra negra de Medina en la Arabia Saudita Ismaelita, Alá Akbar, Dios es grande, o la Plaza de San Pedro para nosotros los cristianos romanos o católicos, en el Vaticano. Medio siglo de la dominación del partido una típica gerontocracia, el gobierno de los ancianos, de Fidel 85 años a Raúl de 82, en la “Cuba actual”, veterana de su tercera edad 53 años, donde la dominación del pasado continúa siendo el presente donde la figura del jefe de Estado es única y hereditaria, y donde la renovación política es una herejía impensable. La imaginación nos lleva a Corea del Norte, o bien a la Siria actual y donde los Batistas, Trujillos o Somozas quedan reducidos a simples pigmeos motivos de la hilaridad histórica.

Ahora han bautizado a nuestro amigo bolivariano el pobre Chávez, maestro de la sintaxis, como aquello del socialismo del siglo XXI para terminar en el siempre y repetitivo marxismo oxidado del siglo XIX de Hern Karl Marx und Fiedrich Engel su asesor, filósofo y discípulo. Todos campeones de irrespetar los derechos humanos, la propiedad privada, y la libertad de expresión.

Los modernos inquisidores. Persecuciones, cárceles, confiscaciones, fusilamientos, o el exilio. La Venezuela contemporánea, es un arcoíris de todas las arbitrariedades desde el criollo andino don Juan Vicente Gómez, quien con una simpleza increíble decía de sus enemigos “fusílenlos y júzguenlos después”, un partidario suyo pretendió aconsejarlo: “Señor Presidente, cuídese, tiene muchos enemigos”. Contestación: “ No señor, no tengo enemigos, todos están en el cementerio”. Al contemporáneo general Pérez Jiménez, exiliado en España, le faltaron los bolsillos para llenarlos de oro. Ahora después de 12 años del ejercicio del poder, el pobre presidente Chávez, leal discípulo de la castrocracia habanera, todavía no se ha enterado de su enfermedad, carcinomas, sarcomas y tutti cuanti cánceres como metástasis, y su firmamento de publicidad dirigidos por Telesur, no han podido desmentir las opiniones de renombrados oncólogos. Es muy tarde y nosotros practicamos la compasión cristiana. Es cuestión de pocos meses. Su recogimiento religioso y la fe han llegado demasiado tarde. Se han agotado todos los recursos terrenales de la ciencia. Aunque allá arriba se conduelan de él. Mientras tanto… Padre Nuestro.

El autor es diplomático retirado.

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