viernes, marzo 18, 2011

La felicidad infeliz de Polícrates


Opinión POR LUIS SANCHEZ SANCHO

El doctor en psiquiatría Ramiro Argüello Hurtado me pidió que escribiera algo sobre Polícrates, además de Yocasta, a quien dediqué la columna de la semana pasada. Según el doctor Argüello Hurtado, su interés es porque en psiquiatría se habla de una perturbación síquica denominada, precisamente, “complejo de Polícrates”.

Se dice que el complejo de Polícrates consiste en un sentimiento de infelicidad, frustración y derrota en una persona a pesar de que ha tenido éxito y ha alcanzado las metas propuestas. Pero quien padece el complejo de Polícrates también se ve impedido de alcanzar el éxito, porque se bloquea mentalmente a sí mismo, debido al temor de que el fracaso pueda sobrevenir después de haber triunfado. O sea que es miedo a triunfar.

Polícrates no es un personaje mitológico sino histórico. Él vivió en los años 570 a 522 antes de Cristo, y fue tirano de la isla de Samos desde el 540 hasta el 522, cuando sus enemigos políticos lo asesinaron.

Apoyado por sus hermanos, Silosonte y Pantagnasto, Polícrates dio un golpe de Estado en Samos pero después se negó a compartir el poder con ellos. Polícrates acusó a sus hermanos de traición a favor de los persas, que entonces eran los enemigos principales de los griegos, por lo cual fueron condenados a muerte. Pero solo Pantagnatos fue ejecutado, pues Silosonte logró escapar y huyó hacia Persia.

Muchos de los adversarios y críticos de Polícrates fueron desterrados o tuvieron que huir de Samos, entre ellos el célebre sabio matemático Pitágoras, quien se refugió en Egipto.

Pero Polícrates fue un tirano muy exitoso como gobernante y por eso muy popular en Samos. Se le reconoce haber realizado muchas obras para mejorar el nivel de vida de la población. Hizo construir grandes fortificaciones para proteger a la ciudad y la isla, lo mismo que un gran acueducto para asegurar el abastecimiento de agua y un hermoso templo dedicado a Hera, la esposa de Zeus y diosa madre de los griegos. Tan imponente era aquel templo de Hera que Aristóteles lo comparó con las grandes pirámides de Egipto.

Sobre el gobierno de Polícrates, en la Wikipedia se cita al gran historiador griego, Herodoto, quien escribió que “en muy poco tiempo subieron los asuntos de Polícrates a tal punto de fortuna y celebridad que así en Jonia como en lo restante de Grecia se oía solo en boca de todos el nombre de Polícrates, observando que no emprendía expedición alguna en que no le acompañase la misma felicidad”.

Sin embargo —pero esto es leyenda, no historia— Polícrates, a pesar de que era un hombre muy feliz por todos los éxitos que había logrado como gobernante, al mismo tiempo era muy infeliz porque tenía miedo de que en cualquier momento los dioses se sintieran envidiosos de su felicidad y lo castigaran. O quizás, pienso yo, su temor y angustia era el remordimiento por haber mandado a matar a uno de sus hermanos y obligar al otro a huir del país, solo por la ambición de concentrar todo el poder en sus manos.

Preocupado por agradar a los dioses, Polícrates decidió hacerles una ofrenda especial y arrojó al mar un valioso anillo que era la joya más valiosa que poseía. Pero los dioses no aceptaron su ofrenda y el anillo regresó a la playa, donde fue encontrado por un pescador que lo devolvió a su dueño.

Poco tiempo después Polícrates fue asesinado y su hermano Silosonte regresó de Persia para tomar el poder en Samos.

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