domingo, abril 03, 2011

SOBRE LA MARCHA: No puedo decir que estoy frustrado, porque NO LO ESTOY. Estoy encachimabado,

To: nicaragua-mnn@yahoogroups.com
From: ivancorinto@yahoo.com
Date: Sat, 2 Apr 2011 17:55:23 -0700
Subject: [Nicaragua-MNN] Fw: COMO VI LA MARCHA DE LA CIUDADANIA DE HOY

Quiero brevemente dar forma a mi evaluación de la marcha de hoy.

Hace una hora llegué a mi casa de regreso de la marcha (ya había telefoneado a Beth que yo seguía entero y que estaría en la casa pronto…).

No puedo decir que estoy frustrado, porque NO LO ESTOY. Estoy encachimabado, hermanas y hermanos.

Daniel Ortega a través de María Isabel Morales, su Ministra de Gobernación, Aminta Granera, jefa máxima de la Policía Nacional, y la misma Policía Nacional, incluyendo los odiados antimotines, ha reprimido ignominiosamente a la sociedad civil el día de hoy. No nos ha reprimido lanzándonos turbas que a vista y paciencia de la Policía nos apedrearan, nos empujaran, nos patearan en el suelo, nos casi desnucaran con lanzamientos de botellas con agua congelada, nos insultaran y se burlaran de nosotros, como hicieron en 2009 con los miembros de la Coordinadora Civil (testigos las autoridades eclesiásticas de la Catedral de Managua). Esta vez nos han negado el derecho a marchar por las calles públicas y manifestarnos enfrente de la sede del Consejo Supremo Electoral, que es un derecho garantizado por la Constitución de la República, y, por tanto, debería ser sagrado en esta Nación que quiere ser República, que quiere ser democracia y que quiere basarse sobre el reconocimiento de todos los derechos humanos de todos sus ciudadanos. Han conculcado nuestro derecho con absoluto cinismo, con verdadero prevaricato. No sólo han manifestado que no nos reconocían el derecho, sino que han estado ahí para evitar que nosotros impusiéramos a la fuerza el goce de nuestro derecho.

Sabemos que inicialmente (como a las 8 a.m.) jóvenes de los gloriosos Rejudines y funcionarios del CENIDH (incluído su Director, Gonzalo Carrión) fueron unos arrestados y otros cargados como bultos varias cuadras hasta sacarlos del perímetro prohibido caprichosamente por la Policía, y que de resultas hubo personas heridas (así como posteriormente un policía que recibió una pedrada, una sola). El resto de los miembros de la sociedad civil que decidimos no obedecer a la Policía Nacional y tratar de tener nuestra marcha a lo largo de un sector de la Carretera a Masaya, llenos de coraje, fuimos confrontados por las fuerzas policiales (me consta que estaban desplegados desde el Km. 32, en la Rotonda de Las Flores, a la salida de Masaya, hasta la Plaza de las Victorias, enfrente del Hotel Princess, en el Km. 2 o 3). Estábamos muy indignados que Gobernación y la Policía nos hubieran “asignado” una ruta diferente a la que nosotros habíamos escogido e intentamos llegar al punto planeado por nosotros para comenzar (frente al Princess) accediendo a ese punto por la ruta en la que nos permitían caminar (desde la Rotonda de la Centroamérica). Con la aclaración de que los que hicimos eso fuimos los más tosudos y encachimbados de todos, pues calculo que la mayoría, frustrada por no poder pasar, se retiró a sus casas. Los que insistimos, ahí encontramos el primer tranque, pero en ningún momento nuestro coraje y nuestra furia cedió. Forcejeando con ellos, logramos retirar parte de las vallas metálicas puestas por la Policía y romper su valla humana y avanzar de Suroeste a Noreste desde la altura del segundo portón del Colegió Teresiano a lo largo de la Carretera a Masaya en Managua por un breve trecho. Pero a la altura del primer portón fuimos de nuevo confrontados por la valla humana policial, más reforzada, y con la presencia lúgubre de los antimotines en el fondo, esperando a que se les diera la oportunidad de intervenir (es de reconocer que los policías que directamente nos confrontaron no llevaban pistolas, y que entre ellos estaba la plana mayor del Cuerpo, incluyendo la Comisionada Mayor, pero sabemos que los antimotines que paciente o impacientemente esperaban en el fondo sí llevaban todas sus armas y parafernalia de rigor –en mi vida, es la tercera vez que me veo tan cerca de los antimotines en actitud hostil, la primera vez fue en en las huelgas estudiantiles en Columbus, Ohio, en 1971,y la segunda en 1990 en la huelga del Banco Central contra las autoridades del Banco, cualquiera de ellas es para tener pesadillas por las noches)…

Ahí nos pararon. Sin ceder un minuto, estuvimos forcejeando y a ratos parecía que seríamos capaces de romper de nuevo el cerco policial y avanzar hacia la plaza frente al Hotel Princess, pero, gracias a Dios, no pudimos hacerlo (pues si lo hubiéramos hecho, no dudo que íbamos a ser masacrados por los antimotines, y que, de remate, los orteguistas que estaban a unas cuadras de distancia, frente el Hotel Princess (adonde estábamos prohibidos nosotros de estar presentes), hubieran hecho festín con nosotros.

En resumen, fuimos parados violentamente en la expresión de nuestro derecho cívico y político contra la reelección y el fraude. Y reaccionamos con dignidad ciudadana y patriotismo expresando nuestra insatisfacción y nuestra protesta de la forma más vehemente posible. Al mismo tiempo, discriminatoria e insultativamente, sí han permitido a la Juventud Sandinista y a las fuerzas políticas aliadas al Partido o manipuladas por el mismo, tener las celebraciones que se les han antojado en los lugares y en el tiempo en que la sociedad civil, la nuestra, la no reconocida por este gobierno, había planeado tener su marcha, su protesta y sus pronunciamientos. Y además ahí han estado los de la Policía para protegerlos en su integridad, no fuera que a nadie de nosotros se le ocurriera lanzarles un agresivo pañuelazo o un balde de agua.

Pero yo esto no lo considero un fracaso. En primer lugar, fue una prueba palpable ante la ciudadanía nicaragüense, los medios de comunicación y el mundo entero que la sociedad civil en protesta legítima contra una posible reelección ilegítima y contra la amenaza de otro vergonzoso fraude, fue reprimida e impedida por la fuerza pública de ejercer sus derechos. La marcha era contra la Relección y el Fraude como prolegómenos de una dictadura y quedó claro que el gobierno actuó como una dictadura en ciernes echándonos a las fauces de la Policía Nacional. Esta vez no nos echaron los rottweiler de sus turbas, como en otras ocasiones. Ya el gobierno y la Polcía se han quitado la máscara.

Adicionalmente, se constató que en la ciudadanía nicaragüense hay un hondo resentimiento, cólera, orgullo patrio y cívico y coraje para reaccionar en contra de las fuerzas de la dictadura. Esperemos que sólo sea un comienzo, y que la conciencia ciudadana de protesta y rebelión siga acrecentándose, y que, a la postre, nosotros, la sociedad civil nicaragüense, paremos la dictadura, la reelección y el fraude. Las consignas, espontáneas, individuales a veces y coreadas por todos en otras, fueron muy llenas de contenido e ininterrumpidas: “¡Queremos pasar!”, “Tenemos derecho a marchar”, “¡Libertad, libertad, libertad!”, “Democracia sí, dictadura no!”, “¿Tenemos derecho a marchar?­¡Siiii!, tiene la Policía la obligación de respetar ese derecho?--¡Siiii!”, “Ortega y Somoza la misma cosa”, “Se va el caimán, se va para Venezuela”, “El pueblo unido jamás será vencido”, “No a la reelección y el fraude” y también insultos (en los que yo disiento) contra la Policía. Vi casos aislados de lanzar botellas vacías, agua en la cara de un policía, y se de un piedra que hirió a un agente, pero nada más allá (aunque en un momento pensé que la confrontación violenta iba a ser inevitable, pero no pasó; pienso que en parte debido a llamados a la cordura y no violencia de algunos entre nosotros).

Debo agregar que durante todas las casi tres horas de forcejeo con los uniformados, Aminta Granera intentó en dos ocasiones hablarnos desde una tribuna improvisada. La algarabía espontánea de la gente y las protestas ruidosas se elevaron y fue imposible que siquiera comenzara a hablar. Evidentemente frustrada, se ausentó. Apareció como una hora más tarde y también intentó hablar. Comenzó a hacerlo pero nada se pudo oir por sobre las protestas ruidosas de la gente. Después que ella se retiró, alguien de los organizadores de la marcha, aparentemente (Movimiento por Nicaragua), comenzó a contar que había habido una plática de entendimiento o arreglo con la Comisionada. Yo alcancé a oir que ella pedía, entre otras cosas, que nos retiráramos diez metros para que ellos pudieran hacer no se qué (¿tal vez reponer las vallas metálicas que nosotros les quitamos?). Pero también este vocero tuvo que desistir. La gente no estaba para oir acuerdos. Era dejarnos pasar adonde habíamos escogido, o nada. Leyendo un reporte hecho por Blanca Ramos, que tiene en cuenta otra opinión (Lucydalia Baca): “en medio de abucheos de gente que le gritaba que se ha vendido, se comprometió a garantizar la seguridad de los ciudadanos en el transcurso de la marcha y también a que grupos orteguistas no ingresen a la zona”. Me atrevo a decir que ni yo ni la mayoría de los marchistas que estábamos en las inmediaciones de quienes hablaron, entendimos nada de esto. Si es cierto que la Aminta estaba dispuesta a que siguiéramos la marcha bajo su protección, ¿se perdió una buena oportunidad de realizar el objetivo principal de la marcha de ir a presentar nuestras demandas? El asunto es que, estoy seguro, Aminta estaba proponiendo eso en el supuesto de que nosotros íbamos a respetar la ruta prefijada por ella, sin llegar al CSE, y, también estoy seguro, eso no lo íbamos a admitir. Otro asunto, parece, que era parte del acuerdo, era que iban a soltar a los Rejudines que tenían detenidos. No sé en qué paró todo.

Yo me retiré después del intento frustrado del de MxN de comunicar el acuerdo con Aminta. En realidad no se si la marcha siguió intentando rehacerse. De hecho vi que mucha gente se retiró al mismo tiempo que mi grupo lo hizo, como a las 11 a.m. Había sol para hartarse.

He estado reflexionando que la ascendencia que hasta ahora ha tenido Aminta Granera en la ciudadanía se ha deteriorado fuertemente. Se le sigue reconociendo el mérito de la efectividad de la Policía en combatir el crimen organizado y el narcotráfico, pero hay mucho descontento en la forma con que se ha portado respecto a los derechos cívico/políticos de la ciudadanía, y sobre todo de la sociedad civil (incluyendo a los periodistas, más que de los partidos políticos), para no ser agredidos gratuitamente por las turbas orteguistas y ser defendidos más bien por la Policía Nacional. Ha habido reporteros acuchillados en la calle por las turbas, la Coordinadora Civil fue agredida en masa, ha habido agresiones físicas a muchos otros miembros de la sociedad civil o periodística. Y la Aminta ha llegado a decir, inexplicablemente, que la Policía Nacional sólo podía responsabilizarse por defender la vida de la gente, pero no su derecho de movilización y protesta, pero hasta esa primera parte de su declaración debe ponerse en duda. Asimismo, en una reunión para planificar la protección de la Policía (con anterioridad a la única vez en que lo ha hecho), se quejó amargamente que por las críticas de la ciudadanía toda la basura le caía a la Policía, a lo que Luisa Molina, de la Coordinadora Civil le ripostó que, por otra parte, todos los golpes nos caían a nosotros… Otra declaración odiosa e imprudente en que ha caído es decir que la Policía no puede responsabilizarse que los que protestamos consigamos nuestros objetivos. Por otra parte, ya son numerosos los agentes que son escuchados por la prensa diciendo que está bien que nos golpeen por ser tan provocadores al gobierno. Bueno, de las acusaciones presentadas a la Policía y a la Fiscalía hace casi dos años con ocasión de la agresión a la Coordinadora Civil, no ha habido hasta ahora ninguna respuesta legal, ninguna investigación, ningún arresto ni de policías ni de pandillas orteguistas a pesar de las evidencias gráficas que hemos sometido.

Este hecho de la pérdida de ascendencia de Aminta es lamentable y no ayuda a la interlocución que debemos seguir teniendo con las autoridades. Pero en esta ocasión fue evidente que la sociedad civil protestona que estaba en esta marcha no quería oir a Aminta Granera. Sólo quiero añadir que peor desgracia sería que uno de los parientes cercanos a Ortega, alto jefe de la Policía Nacional, accediera al cargo de Comisionado Mayor. Que entonces ¡Dios nos agarre confesados!

Un comentario final. Los partidos políticos, ¡gracias a Dios!, casi no estuvieron presentes. No sé si fue por miedo a las amenazas que el orteguismo difundió contra todos los que quisieran ir a la marcha de la ciudadanía, o porque llegaron y al no poder pasar se retiraron a sus casas. Sólo se vio aparecer a Eduardo Montealegre, quien (tal vez para tener una mejor visión) se subió al podio. No se si intentaba hablar y, al sentir que la gente no estaba para oirlo se quedó callado. Mejor así.

En contraste con esta marcha, la marcha de los vehículos en Miami iba a ser, entiendo, una marcha del PLC. Algo totalmente diferente a lo que estamos viviendo acá. En Nicaragua la ciudadanía sí que esta harta de los políticos. Pero las encuestas de opinión, creo, siguen sesgadas hacia la clase política e imaginándose que todo mundo en Nicaragua simplemente sigue lo que le dicen los caudillos.

Iván García Marenco

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