Los presidentes de Venezuela y Ecuador, Hugo Chávez y Rafael Correa, arremetieron, otra vez, el domingo pasado, contra los medios de comunicación independientes y amenazaron con liquidarlos. “Cuando sea presidente de la Unasur (la Unión de Naciones Suramericanas, creada por iniciativa de los gobernantes izquierdistas de América del Sur), lo voy a plantear formalmente: crear instancias que defiendan a los ciudadanos y a los gobiernos legítimamente electos de los abusos de la prensa”, advirtió Correa.
Por su parte, Hugo Chávez aseguró que: “Cuenta Ecuador con todo el apoyo de Venezuela en su lucha interna contra este fenómeno que ya raya en la locura del fascismo, pero crudo, abierto, descarado, cínico”.
Es obvio que Hugo Chávez acusa a los medios de comunicación y a los periodistas independientes, de lo que es él mismo. Pero Rafael Correa, que es un hombre ilustrado a diferencia de Chávez, tiene que saber muy bien que el fascismo es algo absolutamente opuesto a la libertad en general, a la libertad de prensa en particular y por lo tanto al funcionamiento libre de medios de comunicación independientes. El fascismo es arrogancia política y abuso gubernamental, es retórica agresiva y propaganda ampulosa, es narcisismo y culto al gobernante, es represión contra críticos y opositores, es limitación a la libertad de expresión y de prensa o su erradicación total, es control del Estado de todo, hasta de la vida personal de los ciudadanos, es intolerancia a cualquier pensamiento que no sea el oficial del Estado, del partido y del caudillo gobernante. Fascismo, o en todo caso algo muy aproximado, es lo que los gobernantes de izquierda autoritaria están imponiendo mediante su llamada revolución socialista del siglo XXI.
Es una vieja estratagema de los dictadores, esa de alegar que son víctimas del periodismo independiente y la prensa libre. De esa manera tratan de justificar la represión contra los periodistas y la supresión de la libertad de prensa. Es la táctica de los victimarios que se presentan como víctimas. De los abusadores que dicen ser abusados. De los agresores que denuncian ser agredidos. De los represores que alegan ser reprimidos. En sus mentes anormales, Nerón es la víctima de los cristianos; Hitler el perseguido por los judíos; Somoza el asesinado por Pedro Joaquín Chamorro Cardenal. Lo presentan todo al revés, con la mayor desfachatez.
Ellos, los gobernantes autoritarios, tienen a su disposición las fuerzas armadas que usan como instrumentos represivos ; aplican las leyes como quieren y contra quienes quieren; utilizan los mecanismos fiscales y aduaneros como medios de chantaje; organizan y azuzan turbas para apalear a los ciudadanos pacíficos; politizan la justicia y judicializan la política. Sin embargo claman como si fueran las víctimas. Difaman y calumnian en sus medios de comunicación; acusan, enjuician, multan, encarcelan y vapulean a periodistas; pero se declaran perjudicados por la libertad de prensa y atacados por los medios independientes.
Pero los periodistas libres no dejan de luchar por sus derechos a la libre expresión del pensamiento y a la libertad de prensa. Este mismo fin de semana, mientras Hugo Chávez y Rafael Correa proferían, en Quito, Ecuador, sus insultos contra los medios de comunicación y amenazaban con más restricciones a la libertad de prensa, en Miami se llevaba a cabo un Foro de Libertad de Expresión y Derechos Humanos en el que participaron representantes de medios de comunicación agredidos de Venezuela y Nicaragua. Fue prácticamente una reunión de víctimas de la represión contra la libertad de prensa independiente, pero también un encuentro muy apropiado para enviarles a los gobernantes autoritarios de América Latina, el mensaje de que, mientras quede un espacio de comunicación, un medio de información, un último resquicio de libertad, allí se expresará la protesta contra el abuso de poder, la denuncia de la corrupción, la resistencia contra la dictadura.
Por cierto que el mismo domingo recién pasado, el periódico norteamericano The Washington Post, que tanto ayudó a Barack Obama a ganar la elección presidencial del año pasado, le advirtió a su Presidente que ahora que habla de diálogo con Hugo Chávez “es el momento de empezar a hablar sobre la preservación de las estaciones de televisión independiente, los líderes políticos opositores, los sindicatos y grupos de derechos humanos, antes de que sea muy tarde”.
Y hablar de Venezuela con Hugo Chávez significa hablar también de Nicaragua con Daniel Ortega. Ambos países sufren bajo el mismo autoritarismo y sus dos pueblos luchan por la misma libertad.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario