viernes, mayo 20, 2011

EDITORIAL DEL DIARIO LA PRENSA NI, POR LUIS SÁNCHEZ SANCHO: Insulto y vergüenza internacional


Varios organismos internacionales no gubernamentales que se dedican a la defensa de los derechos humanos en el mundo, han declarado su categórica oposición a que Nicaragua forme parte del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, posición a la que el gobierno de Daniel Ortega aspira para el período de 2012 a 2015.

Hablando en nombre de los organismos internacionales no gubernamentales que no están de acuerdo con que Nicaragua —lo mismo que Kuwait y la República Democrática de Congo— sea miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU en el próximo período de 3 años, el señor Hillel Neuer, director ejecutivo de UN Watch, denunció que esos países “tienen un pobre historial en materia de respeto de los derechos humanos de sus propios ciudadanos”. “Si la ONU eligiera a Nicaragua como uno de los 47 miembros del Consejo, sería un insulto para sus víctimas y una derrota para la causa global de los derechos humanos”, aseguró Neuer.

UN Watch es un prestigioso ONG internacional con sede en Ginebra, Suiza, que tiene en las Naciones Unidas el estatus de Vigilante del Cumplimiento de la Carta de la ONU. Además está acreditado como Asesor Especial del Consejo Económico y Social de la ONU, lo mismo que como ONG Asociado al Departamento de Información Pública de las Naciones Unidas. UN Watch fue constituido en 1993 y, junto con otras organizaciones no gubernamentales internacionales que defienden los derechos humanos en todo el mundo, se ocupa en calificar y descalificar a los países que son candidatos a formar parte del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, según la actitud que mantengan en relación con los derechos humanos de sus propios habitantes y en el ámbito internacional.

Por su parte, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU fue creado en marzo de 2006, después de la disolución por inútil y desprestigiada de la antigua Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que había sido creada en mayo de 1946. El fracaso de aquella Comisión se debió a que durante la mayor parte de sus 60 años de existencia, no fue integrada —como debía de ser— solo por representantes de países respetuosos de los derechos humanos, sino también por violadores de los mismos. En consecuencia la Comisión apañaba a los regímenes que violaban los derechos humanos de sus ciudadanos.

Cuando se constituyó el actual Consejo de Derechos Humanos de la ONU, hace 5 años, el entonces secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, dijo que era una decisión “histórica”, pero que “la prueba sobre la credibilidad del Consejo será el uso que sus miembros hagan de él”. Cinco años después la situación sigue siendo básicamente la misma que en tiempos de la antigua y desacreditada Comisión. Y la verdad es que no podía ser de otra manera, puesto que la mayor parte de los gobiernos que tienen asiento en las Naciones Unidas no son verdaderamente democráticos, ni respetuosos de los derechos humanos, pero forman parte del nuevo Consejo de Derechos Humanos igual que antes fueron miembros de la vieja Comisión de Derechos Humanos de la ONU.

Lo que pasa es que la elección de los miembros del Consejo de Derechos Humanos de la ONU —igual que de la Comisión anteriormente— no depende de que sean personas calificadas y representantes de países respetuosos de los derechos humanos. La mayor parte de ellos son elegidos por motivos políticos e ideológicos, así como por la capacidad de maniobra para conseguir y ofrecer votos en la Asamblea General de la ONU. De manera que si muchos de los gobiernos miembros de la Organización de Naciones Unidas no respetan los derechos humanos, es lógico que en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU se refleje esa misma composición.

En realidad, para que pueda defender cabalmente los derechos humanos en el mundo —en vez de apañar a los gobernantes autoritarios y represivos—, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU tendría que ser un organismo independiente de los gobiernos. Precisamente por eso es mucho más efectiva y confiable la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), ya que sus siete miembros son elegidos a título personal, por su honestidad y reconocida trayectoria como defensores de los derechos humanos, no como representantes de los gobiernos que pertenecen a la OEA; entre los cuales hay recalcitrantes violadores de los derechos humanos que dan vergüenza en los foros internacionales.

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