jueves, agosto 14, 2008
BARACK OBAMA Y EL POPULISMO LATINOAMERICANO.
140808
Morales y Obama se creen “designados por gracia divina para salvar al mundo”, y ahí es donde hay que tener mayor cuidado con ellos, porque los que tienen ínfulas mesiánicas, no ven límites a sus delirios de grandeza.
Morales y Obama, fascinados con lo no-occidental
Por José Brechner
¿Qué tiene en común Barack Obama con los populistas latinoamericanos promotores del Socialismo del Siglo XXI? Prácticamente todo. Con el que más se parece es con Evo Morales, el presidente boliviano.
Con la diferencia de que Obama lee con fluidez --a diferencia de Morales—y que cursó estudios universitarios, su pasado y sus ideas para “cambiar” la historia son parecidos. En realidad, lo único que Obama sabe hacer es leer. Su retórica elocuente cuando está detrás de un podio, se debe a que está leyendo discursos hechos por expertos. Si la gente cree que es un gran orador se debe a la magia del “teleprompter”.
El teleprompter es un aparato electrónico que muestra el discurso --que fue previamente cargado en una computadora-- en un cristal transparente situado en la parte frontal de una cámara o en los costados del estrado y que desde el ángulo de la audiencia se ve solamente como si fuesen pequeños paneles de vidrio o acrílico. El texto es invisible para los que están frente al orador.
En algunos casos se controla a través de un pedal en los pies del presentador, que al pisarlo hace avanzar el escrito y si deja de pisarlo éste se detiene, así el sujeto puede leer con comodidad y a su ritmo haciendo que la alocución se note natural y pausada, o también puede ser manejado por un operador.
Obama es un hábil manipulador del teleprompter y sin él está perdido. Por eso, al inicio de la campaña electoral no aceptó la propuesta de su opositor republicano John McCain de presentarse conjuntamente en debates regionales, ya que cada vez que abre la boca sin un guión al frente, dice alguna estupidez de la que después tiene que desdecirse.
Hasta el momento no ha habido un solo tema sobre el cual no haya cambiado de opinión y no fue por propia voluntad que lo hizo, sino porque se vio obligado por el partido, para no salirse demasiado de la corriente moderada de pensamiento del votante norteamericano.
Su última gansada fue decir que Estados Unidos solucionaría su problema de dependencia energética del exterior, si sus compatriotas inflaran las ruedas de sus automóviles y afinaran el motor de sus vehículos.
Más allá de la imbecilidad del comentario, que le hizo perder el apoyo de incontables simpatizantes, haciendo que en este momento las encuestas muestren un virtual empate de preferencia entre ambos candidatos a la presidencia, la acotación esconde un objetivo más siniestro.
Permitir la perforación de nuevos pozos petroleros y lograr la autosuficiencia de combustible, debilitaría a los árabes y a Chávez, que verían bajar el precio del crudo. Obama no desea que eso suceda, porque es más musulmán que estadounidense, y es más socialista que capitalista.
El demócrata es un facilitador de los islamistas y los populistas. Sus discursos --antes de que se los escribieran-- eran semejantes a los de Chávez, la Kirchner o Morales.
Veamos su similitud con Evo Morales: Los dos tienen complejos y resentimientos contra los blancos que se revelan en sus actitudes arrogantes y displicentes. Pertenecen al ala más izquierdista del espectro político. Hablan de “cambiar” el mundo, quitando de los ricos y dando a los pobres. (La fórmula socialista tradicional de empobrecimiento colectivo).
Ambos sacan a relucir su raza cuando no tienen argumentos para contrarrestar a la oposición. Morales no se cansa de decir que “quieren derrocar al indio”, y Obama arguyó que dirán que tiene un nombre extraño, o que no se parece a los individuos que figuran en el dólar.
Buscan simpatizar con los líderes de las naciones y agrupaciones más sombrías del orbe; desean elevar los impuestos y promueven una mayor intervención estatal en los negocios de las personas; consideran que el mundo está formado por opresores y oprimidos. Su experiencia política se limita a dos años de propuestas irracionales vetadas en el congreso, en el caso de Obama, y de sindicalismo y vandalismo callejero, en el de Morales.
Sus amistades personales son de cuestionable reputación. Obama y su pastor, musulmanes radicales, delincuentes financieros, raperos gánsteres, y otros de igual talante que afloran cada semana. Morales es el jefe de los productores de coca, que están hermanados con los narcotraficantes, y es socio y peón del delincuencial Chávez, desfalcador del erario venezolano, financiador de la guerrilla, el secuestro y el terrorismo en América Latina.
Morales y Obama se creen “designados por gracia divina para salvar al mundo”, y ahí es donde hay que tener mayor cuidado con ellos, porque los que tienen ínfulas mesiánicas, no ven límites a sus delirios de grandeza.
Ninguno dimensiona la realidad con cabalidad. Obama dijo que si Estados Unidos venció a la Unión Soviética, que era una potencia, no tiene nada que temer de Irán u otros países pequeños. El senador obviamente no sabe diferenciar entre una guerra fría que no cobró candor y una guerra ardiente contra fanáticos religiosos. Además, Estados Unidos no derrotó a la URSS, la Unión Soviética se derrotó a sí misma con su incongruente comunismo. Por su lado, Morales, Chávez, Kirchner y los otros socialistas, están convencidos de que unidos serán una “potencia mundial”. Las pretensiones, demagogia e ignorancia de Obama y los populistas latinoamericanos, es la misma.
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