Alberto Briceño
El autor es Analista Político venezolano
Caracas (AIPE.— El 20 de julio Hugo Chávez conmemoró el día de los niños dedicándoles la mayor parte de su programa semanal de radio y televisión. Ese programa, llamado Aló Presidente, habitualmente dura más de cinco horas. Allí suele informar sobre políticas del gobierno, hace campaña electoral, destruye a sus adversarios, reflexiona sobre lo que llama “socialismo del siglo XXI” y sobre la necesidad de su permanencia ilimitada en el poder. Suele presentar niños y adolescentes que le recitan las más ridículas loas y recibe llamadas telefónicas bien filtradas, ya que todas comienzan con largos elogios.
Ninguna vergüenza le da contradecirse, torcer la verdad, decir mentiras, necedades, o prometer lo que no tiene posibilidad de cumplir. Yo he escuchado y sufrido los 314 episodios a la fecha y en el más reciente oí la más falsa de sus promesas, cuando les dijo a los niños venezolanos que ellos heredarán un país magníficamente construido, desde las cenizas en que lo recibió en 1999, y convertido en una verdadera potencia mundial.
Creo que tal pronóstico es la peor de sus mentiras. Chávez lleva años destruyendo a Venezuela, sólo que la enorme riqueza petrolera le permite regalar, subsidiar e importarlo todo, de manera que muchas cifras de consumo parecen mejores que nunca.
Veamos lo que le espera a la juventud venezolana en un país donde los jóvenes mejor preparados emigran. Casi no quedan maestros de escuelas porque prefieren dedicarse a cualquier otra actividad, debido a que el Gobierno los ha condenado a vivir con sueldos miserables. Y con los médicos ocurren tragedias parecidas. Todo indica que los galenos de las nuevas generaciones serán “profesionales” con apenas tres años de adiestramiento, bajo profesores cubanos.
El “hombre nuevo” que el Gobierno está tan interesado en formar será uno sin iniciativa para producir, pero capaz de recitar alabanzas al régimen, uno que jamás habrá escuchado críticas al Gobierno en la radio, televisión ni en la prensa escrita, que trabajará para un único patrono, le obedecerá, se sentirá que nadie lo explota y estará consciente que toda carencia es sabotaje o designio del “imperio”, el cual siempre ha robado a los países pobres de su periferia. De honradez, de respeto a la propiedad de otro, de respeto a quien piensa diferente, nada habrá aprendido.
Las enfermedades propias de la pobreza, como el dengue, la malaria, el paludismo, la tos ferina, la varicela y la hepatitis, han reaparecido, pero la publicación de estadísticas oficiales está suspendida.
Aunque Chávez repite que el principal objetivo de su revolución son los niños, su ex esposa María Isabel Rodríguez ha señalado que él no cumple con la ayuda económica que prometió para su hija Rosinés, de 11 años.
La más ridícula de sus promesas internacionales son las 22 refinerías que ha prometido construir (cuatro en Venezuela y 22 en otros países) y aquel proyecto de gasoducto cruzando toda la selva amazónica, cuando ni siquiera logra extraer suficiente gas en Venezuela, por lo que ahora nuestro país depende, en buena parte, de importaciones desde Colombia.
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