viernes, agosto 22, 2008
LA CONVERSIÓN DEL CARDENAL OBANDO Y BRAVO.
Obando durante una conferencia de prensa en 1987, cuando era mediador para alcanzar los acuerdos de paz. /LA PRENSA/Archivo
La conversión del Cardenal
Del “viborazo” a la Comisión de Reconciliación y Paz hay un gran trecho, que el cardenal Miguel Obando cruzó en corto tiempo, realizando una de las conversiones políticas más misteriosas de los últimos tiempos en Nicaragua
Lesly Medina Aguirre
domingo@laprensa.com.ni
El primero de octubre de 2002 el líder sandinista Daniel Ortega realizó una inusual visita al cardenal Miguel Obando Bravo en su despacho. De lo que se habló en las varias horas de la reunión, no se supo nada, más que una posterior explicación desde el campamento sandinista de que había sido una “reunión de acercamiento”. Sin embargo, ese día marcó un cambio repentino en la conducta del cardenal Obando que pasó de ser crítico a aliado sandinista. La opinión pública, asombrada, siguió la conversión del Cardenal.
Desde entonces, la agenda del Cardenal está muy vinculada a la agenda de Ortega. El casamiento de la pareja presidencial, la celebración de misa en las actividades revolucionarias, la presidencia de una comisión que no muestra avances y la participación del religioso en actividades partidarias no le ha caído en gracia a los nicaragüenses. Una encuesta realizada en mayo de este año por M&R Consultores demuestra que más del cuarenta por ciento de la población considera que la labor del Cardenal al frente de la Comisión Nacional de Reconciliación, Paz y Justicia es mala o pésima.
La manera en que el Cardenal está secundando las decisiones de la pareja presidencial evidencia una “persuasión” repentina e inexplicable. Y el tema no sólo es que el religioso presida una Comisión de Reconciliación Nacional, Justicia y Paz. El problema, dicen los analistas, es que el mensaje que se está mandando a la población es que secunda el autoritarismo con que Ortega está mandando en el país.
Estos resultados y las críticas de diversos sectores sociales no han sido suficientes para que Obando desista de su participación en la mencionada comisión. La pregunta que surge entonces es ¿por qué el prelado insiste en esa relación poco saludable para su figura? Domingo presenta los hechos que intentan responder esa pregunta.
El jurista liberal Sergio García Quintero explica la conversión del cardenal Obando como una “persuasión al estilo de la casa cincuenta”, en alusión a la casa de la Seguridad del Estado que se llamaba así en la década de los ochenta, y que se ubicaba en la antigua Colonia Militar, hoy en las cercanías del Hospital Militar, donde en cuestión de horas se “persuadía” a los opositores del gobierno.
A la visita de aquel 1 de octubre vinieron muchas más. La pareja presidencial comenzó a buscar al prelado para oír sus consejos. Cinco meses antes de esa visita, un medio de comunicación escrito de la época publicó una información en la que se señalaba a la Comisión de Promoción Social Arquidiocesana (Coprosa), que dirigía Roberto Rivas Reyes desde 1981, de estar involucrada en actos de corrupción. La información explicaba que aparentemente, Rivas introducía al país bienes a nombre de esta comisión, los cuales entraban sin impuesto. El volumen escandaloso de lo importado, según se detallaba en la nota, no estaba soportado ni se conocía el destino de éstos. Otra de las acusaciones que se hacía a Rivas, de quien se informó tenía plenos poderes sobre la cuenta de Coprosa a nombre del Cardenal, refería el cobro de varios cheques de miles de dólares en concepto de salarios para religiosos a quienes no les llegaba el dinero, o por lo menos no constaba registro de que así fuese.
A mediados de abril la Contraloría General de la República (CGR) y la Dirección General de Aduanas inician una investigación sobre la exoneración de impuestos de Coprosa. Al mismo tiempo, Rivas era señalado de entregar 25 mil dólares a monseñor Eddy Montenegro de dinero que pertenecía al Consejo Supremo Electoral (CSE). En septiembre de ese año se conoció que el magistrado Rivas tendría que enfrentar la justicia.
El 1 de octubre se da la visita sorpresiva de Ortega al Cardenal y dos días después Rivas era reelegido por unanimidad como presidente del Poder Electoral. Al mismo tiempo se anunciaba que Rivas estaba libre de responsabilidad penal.
Desde entonces el cambio de discursos del Cardenal fue público. En los años siguientes vinieron las pruebas. En 2004, para la celebración del 25 aniversario de la revolución, el Cardenal celebró una misa a petición de Ortega, la primera que conmemoraba la fecha. Lo sorprendente es que para la celebración en la Plaza de la Revolución envió en su representación a monseñor Eddy Montenegro, su incondicional. La siguiente gran prueba vino el 3 de septiembre de 2005 cuando unió en matrimonio a la pareja presidencial. Y el siguiente año, año electoral, no se escuchó ni el “viborazo” de las elecciones del 96 ni el “falso profeta” de las elecciones del 2001.
“Se sabe que hay una vinculación afectuosa y familiar entre el Cardenal y Roberto Rivas y se especula que esto pudo haber influido en que el Cardenal tenga una actitud de más cercanía con el gobierno sandinista”. Así respondió Humbero Belli, miembro del Opus Dei y un otrora cercano a Obando, a la interrogante de por qué el Cardenal insiste en esa relación con Ortega.
Sergio García Quintero atribuye esta cercanía del Cardenal al partido gobernante a algo “más que intereses personales”. Cree que la relación afectuosa del prelado con la familia Reyes influye, pero también estima que el Cardenal está cuidando sus propios intereses. “El Cardenal ha amasado una enorme fortuna, aunque esté a nombre de otra figura jurídica que en realidad sigue siendo de él. La Iglesia estaría incluida dentro de la lista de las manos muertas que le llamaban el código civil. Él se ha valido hábilmente de eso, desde la época de Coprosa”, dice.
El jurista insiste en que el Frente Sandinista tiene información que compromete a Obando y que a ello obedece esa actitud de sometimiento. “El que tiene la información tiene el poder. Y definitivamente que, así como el Cardenal, llegaron a haber cantidad de nicaragüenses de las que el Frente les tiene información. Él se comporta como esa gente que entró a la casa cincuenta pensando de una manera y salió totalmente transformado”, dice.
Los analistas explican que los hechos y el tiempo en que se gestó el apoyo del religioso a Ortega coinciden con las acusaciones a Rivas por Coprosa y su posterior reelección como magistrado del CSE. Eso indica que la información que el Frente Sandinista tiene en sus manos obliga al Cardenal a actuar como la pareja presidencial quiere.
Maurico Díaz, analista y diputado del Parlacen, prefiere no opinar sobre la relación del sacerdote con la familia Reyes. “Los hechos demuestran que ellos (los sandinistas) lograron coactarlo, lo tienen con ellos”, dice Díaz, quien fue miembro de la Comisión de Reconciliación Nacional de la época de los ochenta junto a Obando.
Las especulaciones y el análisis de lo que ocurría durante el cambio de actitud del Cardenal no han sido negadas ni afirmadas por Obando. Actualmente son pocas las entrevistas que el prelado concede a los medios, tal como es la política de comunicación trazada por la Primera Dama. LA PRENSA intentó conocer la versión del Cardenal, a través de su secretaria, Josefa Reyes, madre de Roberto Rivas Reyes, pero nunca se le pudo encontrar. Domingo buscó a Reyes en la casa del Cardenal, de donde nos dijeron que acababa de salir, y en la Universidad Católica (Unica), a donde llevamos una solicitud para entrevistar al prelado. No recibimos respuesta.
Belli advierte que esta especulación seguirá cobrando fuerza mientras Roberto Rivas no explique el origen de su fortuna. “Mientras Roberto Rivas no explique en qué actividades económicas se metió que le permitieron tener tanto dinero, la gente seguirá especulando que hubo algo sucio detrás y que esto podría estar contaminando a personas que lo rodean”.
Sergio García Quintero coincide con este planteamiento y considera necesario que se aclaren todas las acusaciones que quedaron pendiente con Coprosa. “Nunca ha salido a luz pública, como correspondería a un gobierno responsable, una auditoría a Coprosa. Se tienen que establecer responsabilidades, pues Coprosa, al gozar en cierto modo de los bienes del Estado, el Estado tiene derecho a saber cómo se usaron no sólo los dineros, sino los beneficios que el Estado está prestando a determinado sector del país”.
Mauricio Díaz aún recuerda al sacerdote fuerte y crítico contra el régimen sandinista con quien compartió la labor de la Comisión Nacional de Reconciliación de los ochenta. Ese, a su juicio, dista mucho del de ahora. El papel que está jugando es el de subordinado. “La relación con Ortega es de subalternidad, en donde el Cardenal aparece como una figura del Estado sin mayor capacidad de crítica”, asegura el diplomático.
Y es que no vemos un Cardenal haciendo críticas sobre los temas sociales, los conflictos de los sectores del país, la crisis económica que agobia a los nicaragüenses. Ya se le oyen los pronunciamientos enérgicos en los que evaluaba como perjudicial el gobierno sandinista. “Estuvimos muy esperanzados en que la Revolución podría solucionar problemas de Nicaragua”, dijo en una entrevista a una revista mexicana a inicios de los noventa.
Todos los analistas coinciden en que la figura de Obando está haciendo usada por el partido de gobierno para hacerle creer a la gente que el Cardenal, y en consecuencia la Iglesia católica, apoya las decisiones de la pareja presidencial.
Al respecto Mauricio Díaz sostiene: “Hay una manipulación de lo que él (Cardenal) representa y todo un interés de la autoridad actual de querer vender una imagen de que él está totalmente avalando lo que Daniel Ortega está haciendo”.
El peligro que según Díaz tiene el papel que ha asumido el Cardenal es que su apoyo al Frente Sandinista no es el apoyo de la Iglesia católica. “El pueblo sencillo, creyente piensa que la Iglesia católica en su conjunto está avalando a Ortega. Y no es así”, enfatiza Díaz.
Humberto Belli considera que el papel del Cardenal en la Comisión actual es inútil. Él llama la atención sobre la inconveniencia de la relación Iglesia-partido. “Creo que si él viera que su función es inútil, que no va avanzando, que no va consiguiendo nada y que es pura participación de figureo, probablemente desistiría de continuar”, dice Belli.
Sobre el papel del Cardenal en esta comisión pocos son los sacerdotes y miembros de la Conferencia Episcopal que se han pronunciado. LA PRENSA intentó contactarse con varios de ellos, pero no atendieron al llamado. Monseñor Eddy Montenegro, cercano al Cardenal, dijo a este medio que lo pensaría para dar declaraciones al respecto. Al final, no volvió a contestar al teléfono, aunque sí brindó declaraciones al oficialista Canal 4, en donde cuestionó a este Diario.
Monseñor Bernando Hombach, obispo de Granada, señaló en una entrevista concedida a Domingo que no veía la necesidad de una comisión de reconciliación luego de más 18 años de haberse terminado la guerra. “Me parece que él va a tener pocas posibilidades. He escuchado poco del papel de esta comisión. No veo la necesidad para una comisión de este estilo”, dijo Hombach.
Aunque inicialmente un diario nacional dijo que la Conferencia Episcopal había dado un plazo de tres meses para que el Cardenal se retirara de la comisión, eso fue negado por monseñor Leopoldo Brenes, presidente del ente.
Para Humberto Belli la comisión y el tema de la reconciliación se han manejado con hipocresía, pues según él el discurso de Ortega no tiene nada de conciliador. “Si se analiza el lenguaje de Ortega tan cargado de insultos, si se analizan espacios de televisión patrocinados por los CPC de la señora Murillo y el presidente Ortega, tildando de ladrones a algunos personajes, no se está viendo un lenguaje de reconciliación. Todo lo contrario”, reclama.
El lenguaje al que se refiere Belli fue abordado por el Cardenal durante la misa en celebración de sus cincuenta años de sacerdocio, en la que la familia Ortega Murillo estuvo en primera fila. Obando habló de la necesidad de fomentar una cultura de paz y reconciliación y dijo que eso comenzaba por la moderación del lenguaje. Eso es una señal para Belli. Una señal de que viene del recordado Cardenal del “viborazo”.
“Sobre este particular la celebración de las Bodas de Oro del Cardenal, en la misa él habló de la necesidad de fomentar una cultura de paz y reconciliación y dijo que eso comenzaba por el lenguaje, creo que allí hay un llamado al presidente Ortega, quien está usando un lenguaje agresivo, anticonciliador de todos los políticos”, dice Belli.
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